En Zona

jueves, 24 de marzo de 2011

Ni olvido ni perdón


Uno tiende, yo, a pensar en el pasado en blanco y negro. No hay color ni siquiera el sepia se acerca a ese ejercicio permanente de recordar ese pasado, que en algún momento, nos tuvo como intérpretes de algo que creíamos vida.
Cada paso de ese recuerdo, es un escalón que no diferencia tonos. Algunos grises, otros claroscuros, algo más blanco o quizás algo más negro. Pero como en esas antiguas fotos predigitales, quedan ahí, estancadas en el juego de la pervivencia.
Los verdes no son verdes, ni siquiera los azules juegan en esa paleta personal de ese pasado que nos convoca, siempre con muchas más urgencias de las previstas.
Un día como hoy, es ya otoño con toda su imprudencia a cuestas. Era otoño aquel 24 de marzo.
Digo.
La trampa, las trampas de la memoria siempre están servidas. Invariablemente llevan a cabo recortes y adjudicaciones a gestos, a pequeñas partes de ese todo que llamamos pasado.
Será por esto que los dolores se amortiguan, que las alegrías perduran un poco más, prendidas de alfileres. Envejecidas y casi solemnes y altivas en su furia de algún modo salvajes y nerviosas.
¿Qué recuerdo este 24 de marzo desde una distancia de casi dos generaciones a esta parte?
¿Aquellos 22 años míos? ¿La caballuna algarabía de aquellos que festejaron en los barrios de "la gente bien"? ¿El dolor sordo que se aposentó en otros barrios? ¿En otras casas? ¿Mi sensación de ejercer el taimado silencio como arma?
¿Era capaz de verme con la edad que tengo hoy? ¿De saber que habría de llegar hasta acá?
No. Ni siquiera creía posible cumplir la próxima hora. De sobrepasar la delgada línea de un día o apenas profetizar una semana.
Aquel 24 de marzo,sigue prendido como una garrapata en el anca de la vida. De la mía y de cientos, muchos mas. La noche, con sus patrullas recorriendo, mordiendo en cada sitio prefijado, para llevarse nombres, vidas y gestos.
A lo mejor es que la muerte. No, a lo mejor los muertos nunca tienen fecha de vencimiento.
Y hubo muertos. Exilios, Desaparecidos. Enmudecidos. Presos. Cautivos. Fusilados. Torturados. Anonadados. Indiferentes. Cómplices. Delatores. Silenciosos.
Pero también hubo memoria que se alimentó de cada uno de los pasos que daba el enemigo.
Por eso, este desmadejamiento que conlleva esta fecha, es sobre lo ocurrido. Nos desaparecieron 30.000 veces a cada uno de nosotros. Nos allanaron la vida y nos invadieron por la noche sin dar la cara. Nos llevaron a rastras a cada mesa de tortura creyendo, ellos, que éramos cuerpos y no éramos nada.
Nos asesinaron 30.000 veces a cada uno de nosotros, y hoy ellos piden clemencia.
Digo.
Hablar del golpe del 24 de marzo, significa hablar de por lo menos el año anterior, cuando civiles y militares construyeron el andamiaje necesario para la masacre. Hablar de la complicidad de partidos políticos centenarios y más nuevos, de la iglesia, de los empresarios que cotejaban las listas de los futuros muertos. Del hastazgo de una clase media, que solo quería tranquilidad a cualquier precio.
Hablar de los planes de desmantelamiento industrial. Del despojo de la educación pública. Del incendio que se merecía el servicio de salud por ser gratuito.
Habría que hacer un balance, para ver y descubrir los brindis de apoyo para los asesinos futuros de aquellos años. La mano de obra necesaria para robar un país.
Habría que despojarse de tanta complicidad, que sigue sin ser juzgada ni tocada por la lenta parsimonia de la justicia. Curas, periodistas, empresarios, políticos que ayudaron e indicaron nombres y señas de aquellos apátridas que había que escarmentar a cualquier precio, casi a cualquier costo.
Digo.
Han pasado solo 35 años.
Y los verdugos no pierden la esperanza. Los socios del silencio de torturadores, saqueadores y asesinos, siguen murmurando. Nunca han dejado de hacerlo. Trabajan de ello. Pidiendo derechos humanos para aquellos que tiraban gente viva desde los aviones en el mar, cobrando un sueldo estatal. Para aquellos que violaban, picaneaban a destajo y quemaban con sopletes en algunos sótanos. En aquellos bendecían con palabras de dios a los aguerridos soldados que combatían contra el mal.
Siguen estando ahí, 35 años después.
Como nosotros seguimos estando también ahí. Para recordar sus rostros, para saber donde viven y sus nombres. Por eso, a lo mejor saliendo del blanco y negro de los recuerdos, vale la pena recordar para no olvidar, nada más ni nada menos que para eso.
Por más que hoy sea un día feriado en mi país. Por más que muchos aprovechen e intenten un fin de semana largo. Otros,a lo mejor los menos, sigamos recordando nombres y señas de aquellos que no están y a lo mejor de eso se trata todo. De no olvidar, como decía la canción tanta maldad organizada.
Por eso me permito, me lo sigo permitiendo: "ni olvido ni perdón".

sábado, 12 de marzo de 2011

Perdonen la tristeza


Y asi parafraseando a César Vallejo, poeta peruano y fundamental me acerco de puntillas a la sombra de David Viñas, un escritor también fundamental y torrentoso, que tuvo la ocurrencia de morirse en estos días.
Su imagen a lo mejor distrajo. Esos grandes bigotes, ese gran cuerpo caminando o sentado en torno de alguna mesa de café. Sus polémicas y sus posturas intelectuales, dieron algún sesgo sobre la lectura de sus novelas y sus ensayos.Obras y dichos ninguneados como siempre por los capataces a sueldo a la espera de la benevolencia de sus dueños. Es decir de aquellos habitantes del mundo tilingo de editores y escritores aclamados por la prensa. Todo puede ser.
Poco o nada conocido en España, David Viñas fue uno de los más grandes escritores de aquel país lejano que queda en el sur de todo. "Los dueños de la tierra"; "Cuerpo a cuerpo"; "Indios, ejército y frontera";"Lisandro"; "Dorrego";"Los años despiadados"; "Jauría" o "Prontuario" son solo alguna de las pistas que el viejo nos dejó sobre la mesa a la espera de nosotros mismos.
Son novelas, obras de teatro e infinidad de artículos que le pelearon a cara descubierta a tanto disparate envasado, que algunos insisten en llamar cultura y que lo colocaron en el sitio incómodo del decir a toda costa aquello que otros callaban para seguir cobrando sus suelditos o prebenas de esclavos domesticados y perpetuos.
Polémico, armado de su palabra, dió batallas y batallitas en donde, los que deslumbrados con sus manera, lo seguimos a pesar de oscuridades y barbaries. Algunos adoptamos su pose, otros su forma de respirar cada frase, algunos su puntuación y otros esa mirada descarnada sobre una aparente realidad brutal.
Era David.
Digo.
Son pocos los escritores argentinos que persisten entre mis cosas, entre mis libros. Viñas era y es uno de ellos. En algún momento sus ideas y sus escritos conformaron un cuerpo en mi visión particular. Pocos creadores de ese país lo han logrado, lo han perfeccionado como él. Unificó las dos o más partes de un artista y puso al servicio de una la otra o las otras.
Construyó en la oposición de forma permanente.Desde allí revalorizó lo hecho en torno de una cultura popular sin andamiajes corporativos ni logias de alcahuetes sin nobleza.
Escribió y pensó sobre nuestras señas particulares como nación o mejor dicho como contorno específico y único.
Mientras me cebo el mate, recuerdo charlas y gestos de este tipo que siempre me pareció viejo, en el buen sentido de la palabra. Siempre en la mesa de algún bar, escarbando entre las líneas de un periódico de la oligarquía, cursando líneas debajo de las palabras y riendo entre dientes ante tanto disparate peligroso que los dueños de la tierra y de los gestos manejaban a su antojo creando o desapareciendo rastros.
Desde la costura cultural ejerció su tarea de francotirador certero. No formó seguidores ni clubes, a lo sumo deslumbró a muchos. Cuestionó la moral y sus usos, tuvo dos hijos y estos forman parte de la lista de desaparecidos. Concibió una obra monumental que está ahí como un pozo de agua fresca en medio del desierto. Advirtió y peleó.
Es que el hombre se arrepiente de todo menos de haber sido valiente.Eso suelen decir.
Digo.
A lo largo de los últimos cuarenta años, dos tomos de su obra, me acompañaron en mudanzas, fugas y terrores. Ahí están en mi biblioteca madrileña: " Literatura Argentina y Política", una de las obras críticas más notables que se hayan dado en el Río de la Plata, para malhumor de jefecitos y mantenidos. De sus provocaciones y audacias Viñas, nos hizo respirar otra forma de ver nuestras literaturas y sus recovecos. Fundó una manera nueva de ejercer la crítica sobre la estructura de nuestra cultura. De aquellos jacobinos porteños a Rodolfo Walsh, cerrando asi un círculo sobre el agua de esa unión nunca dicha entre la política y la literatura.
Libro entonces para mí, esencial. Ahí, cobijado por otros y casi perpetuo. Trabajo leído y releído. Regalado a otros en diversos momentos, para compartir. Recomendado también a otros para compartir crecimientos varios y necesarios.
Cada mudanza que acometí por vocación o por seguridad tuvieron este trabajo de Viñas en primer lugar. ¿Por qué? No lo se o a lo mejor, presupongo varias y antojadizas razones, versiones casi certeras que uno lleva englutidas en el rostro secreto que somos, a solas mientras aprendemos.
Lo cierto es que cuando se trata de hablar como acto emancipado, se expulsa toda pedagogía, enseñanza, rezo o definición. Viñas enseñó y desenseñó, dejó que su lengua viva, como ejercicio de una negatividad artística, horadara su ser de profesor. Asi era Viñas, así fue Viñas siempre, asi sigue siendo.
Profesor en la facultad, esgrimista feroz en bares o disertaciones. Nunca tuvo ni pidió el reconocimiento de la academia. Nunca fue convocado a la Feria del Libro, que quiere este año a Vargas Llosa para alegría de viejas copetudas y rapaces dueños de vidas y haciendas.
Escribió desde el cuerpo y nos enseñó satisfactoriamente a ser politicamente incorrectos, a no ser orgánicos para con el poder, a no ser funcionales con lo bienpensante.
Su última novela "Tartabul" está ahí a la espera de ser leída, deglutida por ese manojo de intelectuales que dicen haber leído a Joyce y que no pueden traspasar esa frontera de palabras que contiene este trabajo, que ni siquiera tuvo un lugar en las listas de libros de los diarios que ignoran todo como suele ser. Ahí, en ese libro, en este libro se cruzan aquellos malditos de las letras argentinas de siempre. Macedonio Fernández, Roberto Arlt, la muerte y aquellos gestos íntimos de Viñas que paralizan la presunción y ejercen un recorte sobre ese "nosotros" que creemos que somos.
Digo.
Ya no lo veremos más con sus bigotes anchos y blancos, con su media sonrisa y su gesto de duelista apasionado en los bares de Buenos Aires.
O la mejor, su rastro era esa ciudad lejana, en que, el se había ido convirtiendo con el tiempo y la tenacidad. Ya sus opositores, respiran un poco más tranquilos. No está el viejo Viñas para fustigarlos.
Se murió un escritor necesario, un tipo que hacía callar la desmemoria. Que solo ofrecía su cuerpo en cada duelo y que por esas cuestiones, combatía todo el tiempo cuerpo a cuerpo contra la mentira y la traición.
Por eso como decía César Vallejo, solo por eso, perdonen la tristeza.

domingo, 6 de marzo de 2011

Postales de Madrid III


Sábado 5 de marzo

La alteración se convierte en la norma y la estabilidad en la excepción, desliza un comentario aparecido en un periódico y en torno de esta frase se encienden las luces rabiosas de un presente que vivimos sin vivir. Esa alteración que tiene un trasfondo político o sentimental en todo caso, es el que lleva adelante el recorte de una realidad, que nos sujeta, pero que por momentos nos hace perder la noción de sujetos que somos a duras penas.
Arde el costado sur del Mediterráneo y comienza a resquebrajarse esa excepción que algunos creen que es estabilidad. El precio del petroleo se dispara y se suma asi la crisis capitalista que nos surca desde hace dos años. Crecen los temores que aumentan esa sensación de desborde, de saturación, de en última instancia, de la creciente dificultad que por momentos nos rodea y que nos impide articular esas diferencias que nos alejan del otro. Ese otro, que también e invariablemente se convierte en una especie de impedimento, de obstáculo.
Es que a lo mejor, desde este invierno madrileño con crisis, la situación definitiva sea como cuando navegamos en internet, una pestaña nos lleva a otra y esta a otra y asi.
A lo mejor ya no podemos con tantas ramificaciones que se nos presentan a cada paso, aquellas que terminan por despistarnos y aburrirnos y desistir otra vez más.
Digo.
De fondo un día gris y un poco más atrás "Tell Tale Signs" uno de los mejores discos de Bob Dylan de los últimos años acompañando el encendido de luces de la ciudad. La ciudad es un desierto, salvo en aquellos cotos de caza que están destinados a tanto turistas suelto, pero, eso esta lejos de esta ventanita barrial.Los vecinos como los pájaros andamos desorientados con estos cambios de climas.
Bufandas y camisetas, botas y bermudas. Asi vamos patrona, así vamos.
Esta dispersión no es ningún enemigo, seamos claros,es un nuevo fondo social, fonde desde el cual debemos comenzar a tomar decisiones individuales y colectivas, sistematizar asi aquellas experiencias colectivas en entornos nuevos. Igualar dentro de la dispersión, legitimar la autorganización en todos los sitios en donde falta eso, que antes nos convocaba para luchar contra la asignación de papeles y lugares que determinaba la maquinaria estatal.
A lo mejor se trata de pensar, de pensarnos mientras flotamos en este mar repleto de naúfragos.

Domingo 6 de marzo

La mañana viene clara, suave y casi alegre. Para ser invierno no está nada mal. Vaticinan un pequeña primavera los muchachos que dan el tiempo por la tele. Un domingo pleno para domingueros irredentos.
Me preparo el mate.
Sobre mi mesa, un libro perfecto de la canadiense Alice Munro. Propuesta que siempre hago extensiva. Lean a esta mujer y descubran a una escritora que nos lleva a un mundo cercano, conocido y casi ignorado.
Sube la temperatura, el cielo se despeja y anticipa una primavera que ya se anda necesitando.
Cuentan por allí, que el año que viene se derretirá el sol, que los mayas, que el 2012 será un año bravo, que se acaba y que chocan los planetas. Ustedes sabrán a que atenerse, yo no.
Mientras tanto y partir de mañana el reino, decide rebajar la velocidad en las autopistas para ahorrar combustible. Es que hasta el ayer bueno de Khadafi hoy es satán y entre tanto papel suelto, tanto funcionario que no funciona, España descubre que el 90 por ciento de sus consumo se sostiene por el petroleo que viene de ese país.
Es decir, España, Europa son dependientes.
Los que inventaron los descubrimientos, las explotaciones y matanzas, son definitiva presos de su propia lógica de estado. Ahora descubren dictadores entre los musulmanes, señores que hasta no hace mucho recibían en galas y con honores en capitales serias del mundo occidental. Tipitos a los que vendían armas, entrenaban a sus policías y cosas por el estilo, permitían la tortura y matanzas ordenadas en pos de la convivencia pacífica. Todo eso según la regla de ser siempre políticamente correctos aunque siempre hayan sido incorrectos.
Digo.
El mundo está cambiando. Para bien o para mal, está cambiando.
Por el momento Madrid comienza su primavera de la mejor manera. Tratando de sobrellevar una nueva instancia de este derrumbe.
Los cerezos antes de tiempo acaban de echar sus primeras flores y el color cambia. Todo en cuestión de días volverá a brillar. Los vecinos comienzan a abrir sus ventanas y la vida se vuelca a partir de mañana otra vez en las calles.
Por ahora esta ciudad se despierta y se duerme casi en silencio.
Pero los cerezos a pesar de esta dispersión que vivimos siguen floreciendo y alegrando un poquito tanto corazón impaciente.