En Zona

viernes, 31 de agosto de 2012

Se termina agosto

 A las múltiples preguntas que recorren el espinel de la política, no podía faltar esa coyuntura rabiosa que la derecha esgrime desde que es derecha. Rabiosa como todas, la derecha busca y encuentra espacios para servirse de estas y arremeter. Pasar a cuchillo a los que se opongan, eliminar todo vestigio de interrogación y de paso disciplinar. Delatar y perseguir.
El Eternauta dentro de las fotografías culturales de este país lejano, provinciano que aspira a ser más europeo que los países de ese continente.
Héctor Germán Oesterheld, desde el ocaso de los años cincuenta propuso una historieta, una historia simple, tal vez incomprensible para los lúcidos que gobernaban los espacios de este país. Ubicado en un barrio del norte de la ciudad. En blanco y negro, cuadrito a cuadrito. Sin saber, el autor plasmaba sin ser político, que la política era la única solución. Que el héroe era colectivo, no individual. Que se lucha mejor cuando somos todos los que luchamos. Que se pierde la vida, pero que eso es poco comparado con el binestar general.
Oesterheld por esos años de los cincuenta, no era peronista ni nada. Era un creador, un escritor involucrado
con los que escribía.
Sin embargo.
Los años pasaron. Los años cubrieron esta obra de una pátina que la hace imprescindible a la hora de hablar de litertura. Desde el margen, se construye un mito. Con la fuerza que le da el tiempo transcurrido, El Eternauta es una lección de la poderosa cultura popular. Como el Martín Fierro, igual de potente a la hora de socavar el poder establecido.
Hoy lo prohiben. La derecha que desconoce todo, que es dueña siempre del mal gusto de los nuevos ricos, que sueñan con ser un suburbio de los Estados Unidos. Esa derecha que clama venganzas y promete asesinatos como siempre.
Porque el nuevo fascismo no distingue más: no es humanísticamente retórico, es pragmático a la americana.  Su fin es la reorganización y la homologación brutalmente totalitaria del mundo. De eso se trata, ni más ni menos.
Pero hay más.
 El porteño es desde siempre, un tipito que miró demasiado hacia allá. Lejos. No siente ningún atisbo de solidaridad para con aquellos que están más abajo de su escala social.
Votan a la derecha y después se desentienden. Siente pánico por los asentiamientos, las villas miserias que viven sus horas muertas con patética hazaña. Desprecia al otro. Se esconde en la lengua para tomar distancia. Construye desde la certeza que ese otro es un enemigo latente.
Vuelvo a Oesterheld.
El viejo, se metió en política cuando todos se tomaban los buques. Cuando la traición era una especie de decreto sin firmar.
No eligió un partidito político y burguesito. 
Eligió una organización, que para muchos quebrados es la entronización del mal. Mala palabra. Cinismo puro. Elocuente bajeza.
Eligió la lucha. Dejó para otro momento el espacio creativo, la lucidez del pensamiento. Se hizo clandestino y se perdió en medio de los fuegos.
Porque los años '70 tienen su correlato de fuego con los '80. Esto es comenzar a entender la derrota de un proyecto.
Me distraigo.
Me duele el pie. Tengo que seguir yendo al hospital. No tengo medicina privada ni cheques por ser blanquito y de clase media.
Camino rengo. Me distrae, siempre me han distraído los finales.
Me hago las curaciones, me saco cosas del pie. A veces como ahora tengo fiebre. Sigo. 
Este cuerpo me ha acompañado en las buenas y también en las malas.
Pienso.
Oesterheld, saliendo de la tortura. Destruído. Con el cuerpo llagado por la picana. Lo sientan, le quitan las vendas de los ojos, la capucha. Está sentado frente a un escritorio o una mesa. El torturador, comienza a mostrarle una serie de fotos.
Son las fotos de los cadávares de sus cuatro hijas y de uno de sus yernos. Se regodean, se ríen y lo obligan a mirar.
Dicen que estuvo largo rato, memorizando los rostros desfigurados de sus hijas. De su yerno y tal vez de su nietito.
De esa familia quedó Elsa Sánchez de Oesterheld, la madre y esposa de esa familia. Ella sigue viva.
Vuelvo.
Ahora lo prohiben en las escuelas. Clausuran la posibilidad de recorrer El Eternauta, que ni siquiera era peronista en lo político. Era, es una obra que como las grandes obras de la literatura argentina, recorrer ese espacio circular. Que está en Jorge Luis Borges y también en el entrañable Rodolfo Walsh y ese comienzo rotundo que es "Operación Masacre".
Ahí también está el Eternauta. Ahí late y ahí existen pautas de esa socialización perfecta. No hay, nunca hubo individualidades, hubo un conjunto social, que armados de su memoria, salen a combatir la nieve asesina que asesina a Buenos Aires a fines de los años cincuenta.
Esa nieve asesina, que a pesar de Oesterheld, volvió a asesinar a partir de los '70.
Es asi, entonces, los copetudos guampudos que gobiernan este país como un jardín de infantes, permiten que se sigan torturando las sombras.
Se prohibe y la derecha cornuda festeja efervorizada tanto freno contra el marxismo irredento de estos negros que siguen haciendo hijos y protestando por cualquier cosa.
Mientras tanto, el porteñito seguro de sí mismo, sigue sin disimulo banalizando todo a su paso. Seguramente le pondrán, los porteñitos, Palermo Cheyene a Formosa, para sacarse de encima tanta cosa y tanta mugre. y demostrar lo progres que siguen siendo.
Porque el diferente es eso siempre para estos tipitos, pura mugre a desalojar.




 

sábado, 25 de agosto de 2012

Hoy es un día Dylan

Sábado por la tarde. Calma en el barrio. Suave vienen las palabras que hacen extrañar caricias, ánimos difusos y con pocas ganas de pensar en esas cosas en las que me veo sumergido desde mi regreso a esta llanura vibrante y sinuosa.
Me asombran casi las mismas cuestiones que siempre lo hicieron. Me dejo llevar, retomo lecturas, releo tal vez demasiado, pero debe ser una cuestión de edad, me digo mientras caliento el agua para el nuevo mate de la tarde. Me planteo dejar de fumar. Cambiar ciertas costumbres.


Pero otras en cambio se me aferran como abrojos a la ropa. Desgasto días y noches, me distraigo y vuelvo. voy de la cama a la cocina. Tomo antibióticos, voy al hospital público, los médicos me preguntan si no tengo obra social y les digo que no. Se sorprenden todavía un poco los médicos conmigo. Por lo menos algunos como yo mantenemos una alta dósis de candor, somos pocos pero eso ya no importa.
Voy a la farmacia, compro los remedios. Vuelvo a casa y todo se refleja en esta acción.
Me digo que el hombre es el único animal que tiene nietos y me sonrié la vida halagada. ¿Será para tanto?
Pero hoy, sábado por la tarde es un buen día Dylan.
Su música se desparrama por mi cuerpo, me acompaña por la casa. Me huele y yo persigo su olor. Tal vez no haya mucho que decir, sino tomar alguno de sus discos y escucharlos hasta quedar mudos.
La primera vez que me enamoré profundamente de una chica, ésta que era mayor que yo,  me enseñó entre otras cosas a besar en serio, no como en las películas que por esos años circulaban en los cines de barrio sino como se hace en serio.Todo esto, mientras de fondo sonaba en su viejo tocadiscos un disco de este señor. No, nunca nada es casual. Dicen.
Su voz nasal, ese desgano para decir. Esa música contenida, esa especie de tormenta radical se mezclaba con esos ardores nuevos que me ofrecía la vida salvaje de esos años.
Creo que tenía catorce años y me aplaudían las orejas de puro contento, todavía hoy con el recuerdo lo hacen, ellas, mis orejas.
Yo era como una especie de antena que absorbía todo lo que ocurría a miles de kilómetros a la redonda. Se acababa el lado A y había que darlo vuelta. Los papás de la señorita estaban en una playa o en otro planeta. No me importaba demasiado. Yo estaba aprendiendo. "Nashville Skyline" era ese disco. Absoluto, profundo, como tenaz era mi empeño por descifrar tanta vida junta.
Creo que era 1968 y creo que fue el primer disco de Dylan editado oficialmente en este país. No lo se. Lo conocía de nombre y solamente había escuchado una versión de una canción suya por un grupo de rock.
Pero esa tardecita, casi noche en ese cuarto, cambió todo.
No se trata, no estoy haciendo ninguna especie de lista de sus mejores discos. Algunos me arrebataron y otros ni siquiera lograron inquietarme. Solo recuerdo ese encuentro, turbio y pasional, que tuve con este tipo.
Ella tenía 18 años, estaba terminando el secundario. Fumaba y usaba unos jeans tremendos. También tenía un poncho colorado con la guarda negra. Hoy está desaparecida. Pero esa es otra historia.
Me dejé besar. Me dejé llevar por la música y creo que fuí feliz.
Mi felicidad en el ingreso de mi vida.
Creo que por esa época fuí muchas veces a ese cuarto. Por ella y por ese disco.
Nunca he sido demasiado fanático de casi nada en el aspecto cultural. Leí a Borges y era peronista. Como dice Alejandro Dolina uno es peronista pero no estúpido. Y tiene razón.
No lo querían a Borges porque era antiperonista. Y así muchos dogmatizando sobre la nada, se lo perdieron. Se perdieron una de las obras más notables que haya dado la literatura mundial del silgo XX. Allá ellos. Entonces estos peronistas pudientes, viajan a Ginebra, se paran al lado de la lápida de la tumba de Jorge Luis Borges, que tiene una vieja cita escrita sobre la piedra y sonrientes y vencedores, los estúpidos hacen la V de la victoria, eso sí, con la manito derecha como estilan estos nuevos luchadores sociales. Nada con la izquierda.
Yo lo disfruté, si bien antes me aplaudían las orejas, a este lo disfruté como conejo en celo. Para seguir este equívoco día Dylan que vivo en este barrio.
Se que uno de los conceptos que se utilizaban por aquellos años recios, era que no había tiempo para los placeres pequeño burgueses. Ni música ni literatura del enemigo. En fin.
A mi me gustaba el boxeo, la música, leer, la mujer del prójimo, el buen vino. Descubrir los sonidos de la tierra, jugar con mi perro y las milanesas de mi madre.
Los tiempos fueron cambiando. Sin embargo a cada paso, fuí descubriendo los vértices de cada día. Me sedujo la vida y me dejé llevar, casi desnudo.
Siguió sonando en mí esa ráfaga que significó siempre este tipo. Me encontré con él y me desencontré muchas veces. Su voz fue envejeciendo, como fuímos todos haciéndonos más viejos. Una noche, me invitaron a un estadio de fútbol, me llevaron a rastras, emocionado, corto de carácter como soy no supe dar las gracias. Después del concierto de Bob Dylan, mi primera vez, invité a la invitadora a comer pizza en un bodegón infame, como no podía ser de otra manera.
Una noche Dylan. Perfecta, justiciera e inolvidable.
Esto fue relativamente ayer.
En el medio, quedó un caminito enmarañado de cosas, de palabras. De gestos y derrotas. Lo difícil de las derrotas siempre es la autocompasión. El llanto que se apretuja en la garganta y la inquisitoria y desenfrenada busqueda de culpables o motivos o lo que sirva para arroparnos en medio del naufragio.
De nada sirve.
De a poco, fueron ensamblándose partes dispersas.
Una noche de peleas, conocí a un tipo, de mi edad. Peleador callejero. Bueno como el pan recién hormeado por la mañana. Amigo, solidario y valiente.
Entre los descubrimientos que me acercó este entrañable amigo, estaba su pasión por este poeta y músico. Conocía todo. Sabía de él y su voz le permitía sobrevivir a como diera lugar.
Si uno debe ser agradecido, solamente debe serlo con aquellos que le permitieron crecer, que posibilitaron los atajos para seguir camino. Con él, descubrí las sutilezas en la voz de Dylan. Supe y así lo aprendí diferenciar los momentos creativos de este cantante, solo por el registro de su voz.
Hoy, ahora que digo esto me parece una tontería. Sin embargo lo digo y lo sostengo.
"Most of the Time", escuchada en esta apacible tardecita de Villa Crespo, mientras todo sigue su marcha, me calma. Me deja contento conmigo mismo. Me perdono mis pecados y me prometo los nuevos, esos que siempre son los mejores.
Así y a golpes de vida, algunos se fueron del barrio casi sin darse cuenta, otros se casaron, algunos se recibieron de algo. Algunos se hicieron delincuentes y otros, aclamaron el silencio como método eficaz de acercarse a la jubilación.
De golpe, esa contracultura derramada desde un país lejano, aterrizó entre mi cuerpo y esta vida. Me dejé, me dejo llevar por este día Dylan que vivo.
Anochece por fin en el puerto del sur del mundo. El silencio comienza a hacerse notar.
Ni siquiera he leído los diarios. Solamente el blog de mi amigo Enrique Piquero desde Moscú. Emotivo y profundo como siempre me devuelve a la realidad que transita este continente demasiado levantisco y enamorado. Me emociona leerlo siempre.
Caliente como ese furor, que repta por el subsuelo. Que emerge a cada minuto. No hay quietud posible ni contemplación extensa. No hay tiempo.
Ese análisis que espera. Esa decisión que se medita, pierde en cuestión de segundos su peso de realidad. El magma latino de esta américa joven y rebelde.
Chillan los loros. Son plaga dicen los vecinos que conocen los movimientos de todos por el barrio. Los loritos, las cotorritas, son plaga nacional para las buenas gentes, esas que se dicen de bien. Chillan decía, porque buscan en bandada un árbol para pasar la noche. Lejos de los gatos melancólicos y porteños. Lejos de las miradas indiscretas y las censuras pontificiales.
Dicen por ahí que volverán los fríos en este invierno tonto.
Retomo algo que dije hace unos días.
Cuando los pueblos originales piden por su tierra. Esta no significa lo mismo que para nosotros, los agentes civilizatorios. Por eso y porque ellos son cazadores, es que tienen otra forma de pensar, tiene otra concepción, otra visión del mundo. Ellos no pueden concebir por ejemplo, que el sol sea de alguien, que la luna sea de alguien o que la tierra sea de alguien, les parece absurdo que alguien tenga esa pretensión. Ellos solamente viven ahí, usan la tierra, caminan por ahí, La cuidan, la veneran, son parte de ella, y viven de la recolección de frutos, viven de la pesca, viven de la caza, gran parte de su cultura está ligada a la producción de alimentos, no hay planificación, salvo en relación a la caza o la pesca, saben las fechas del año en que tienen que mudarse, cuando deben alternar para dejar que se reponga esa tierra. Saben agradecerle a la madre de los bichos por darles de comer. Ellos estaban antes que nosotros y ellos cuidaban la tierra.
A lo mejor en las luchas que se vienen en el futuro, haya que ponerse a pensar en el uso de la tierra que los grandes capitales, en su intento de acumulación, están depredando. Como antes lo hicieran con los habitantes originarios, con los esclavos procedentes del continente africano, con los pueblos originarios de esta América.
A lo mejor.
Hay que ponerse a pensar. Hay que decidirse a luchar por lo que es de todos. Eso que nos cobija, que está desde antes de nosotros y que estará después de nuestro giro a los gusanos. A lo mejor la pelea no es tan clara ni tan cómoda. Pero es la que puede hacernos, replantear una serie de cosas con respecto del capitalismo y sus secuaces y cipayos simpáticos.
Un día Dylan.
Un tatuaje en el cuerpo. Una marca hecha a propósito para sobrevivir entre tanta desapasionada vida que nos quieren hacer vivir. Desnatados, light, sin colesterol. Descremados a pesar de nosotros. Fusilados por las tandas de avisos, desprevenidos con el control en la mano, anestesiados y zurcidos a fuerza de sms letales y aburridos.
Estamos rodeados y si son siempre para peor.
Abusadores de adjetivos. "Born inTime" suena antes del oscurecimiento prometido.
Me divierte la sensación de lo ya visto, que vivo desde que volví a este territorio desbordado que llamo país casi cariñosamente. Me despista la mecánica delación de vecinos chismosos, la bajeza recurrente de porteros y vigilantes privados. La torpeza del odio que se desprende siempre de los enemigos.
Sin embargo hoy es sábado por la noche. Vendrá el rito del pecado y todos seremos felices. Esta noche arderán los amores en fuegos lentos. Total, mañana se olvida todo. Se perdona todo y lo que no, irá a subasta pública.
El lunes tengo hora en el Durand, un hospital público, un sitio depredado por los dueños de los cuerpos de este país. Iré como uno más, a que me curen, a mezclarme entre dolores con los que se duelen, que no son pocos. Con los hechos jirones por los dueños de la palabra.
Iré con ellos, como siempre ha sido.
Me gusta la provocación. Me gusta que me provoquen y me gusta provocar. Me llama la atención ese latente y perpetuo deseo de ocultar el deseo que practican en este país. Esa dificultad de entregar el cuerpo a ese deseo que se hace lenguaje. El ocultamiento, la apariencia y las formas.
Ese placer de querer ralentizar todo, como demostración superior del discurso dominante. Apariencia, apariencias en plural.
Ganas de someternos, pero que nadie se entere. Ganas y ganas, masticadas en silencio en el cuarto de baño. Negro sobre negro.
Eufemismos. Nombramos las cosas solo lateralmente. No queremos mostrar. Que no nos vean. Clausurar la posibilidad de todo deseo.
Hoy es todo un día Dylan.
Los vecinos se preparan un asadito a todo vapor. Deben ser de la parte rica de esta sociedad. Argentinos típicos y carnívoros. La canasta familiar es una especie de ilusión peronista. Un chiste más de la clase gobernante que come carne y lo que se antoje. Por eso siempre se los ve rozagantes, saludables, sonrientes, descontracturados, "cool", con un buen rapport para crear la confianza necesaria. No gorditos del todo, rellenitos, satisfechos. Funcionarios que sueñan con su propia estatua ecuestre y del mejor bronce posible, enamorados de sus voces de recién comidos. Desayunadores profesionales, que dictan los precios de los comestibles que habrán de salivear aquellos que no tienen nada para enjuagar con tanta saliva rebelde. Comer comen estos frecuentadores de las polvaredas. Se hacen asaditos, se cuecen en el mejor aceite y pontifican entre chorizo y costillas, sobre las bondades de un país, que sigue siendo la mejor creación de ese dios, que debe ser como no, peronista de la primera hora.
Y yo soy peronista.
Asi apenas, el resto puede con lo suyo. Lo llevan, lo llevamos amontandos entre tanto cartón abandonado.
Revolvemos entre las basuras. Seleccionamos aquellas cosas que podremos vender. Día a día, tirando de unos carros monumentales y desvastadores. La ignominia sigue siendo el precedente a todo tipo de cambio. Es por ella, por esa dignidad, que día a día arrastran por el pavimiento de una ciudad canalla, como ésta, que sueña con seguir siendo París, Madrid o Londres.
"Red River Shore", se me descuelga justo cuando me estaba enfureciendo. "Tranquilo, viejo, tranquilo" parece decirme la música. Vuelvo entonces a esta especie de nada que quiero habitar hoy sábado 25 de agosto.
Regreso a mi día Dylan.
Sonrío, me miró mis dolencias. Me fijo algunas pautas que después me encargaré de echar por la borda.
Los recaudadores de este bosque de Sherwood, acaban de decretar el final de las ligas española e italiana de fútbol. Los argentinitos que corretean en pos de esa esfera de cuero y que son multimillonarios, deberán pagar sus impuestos a las ganancias, ellos y los dueños de ellos, esos que venden a los multimillonarios como si fuesen mercancías. Que ya está bien! Que paguen estos pequeños empresarios sus miserias. Que los españoles e italianos, se busquen la vida con sus paisanos que son tan buenos como estos individuos que dicen amar profundamente a sus clubes, hasta la llegada de la nueva oferta. En fin.
Leo un diario viejo. Peco, ya lo se. Deformidad profesional que le dicen.
Leo entonces: "Para el psicoanálisis no puede haber una sociedad utópica, una sociedad reconciliada consigo misma que haga desaparecer la política; la política va a existir siempre porque la fractura que constituye a lo social es ineliminable, como la fractura que constituye al sujeto...". Esto pertenece a un artículo de Jorge Alemán aparecido en un diario de Buenos Aires.
Me quedo pensando.
Como me gusta. Caramba como me gusta que me hagan mover mi interior. 
Pero así y todo mi día sigue con su marcha triunfal.
Y ahí, aquí a mi lado siempre estuvo entonces este tipo. Pocas veces he sido tan fiel a una persona como lo soy con Bob Dylan. Si, ya se, soy un viejo exagerado, melodramático e impenitente. Pero me gusta, su sonido, sus formas de buscar desde la poesía esos breves encuentros luminosos con aquellos que desde otros sitios, fueron creciendo junto con él y casi en él.
Mientras tanto, reprimen a los trabajadores en la provincia de Córdoba. Nos quieren llevar a patadas en el culo al supuesto cielo de los bienaventurados, pero yo prefiero quedarme en el infierno. La policía, como habrá sido la represión, se quedó sin municiones para seguir reprimiendo a tanto alborotador suelto.
Prefiero el infierno, siempre en ese calor, pude encontrar con quien dialogar y disentir. Como no conozco otra cosa, no acepto la invitación que siempre nos hace el poder de los poderosos.
La política no puede desaparecer. Me quedo pensando.
Este es mi día Dylan y no quería irme sin una historia.
Murió Neil  Armstrong, el que caminó por la luna. Y me acordé de una historia.





Buena suerte, señor Gorsky



Fue una noche inolvidable para la humanidad, el 20 de julio de 1969,
justamente a las 22 horas, 56 minutos, y 15 segundos, el comandante
Neil Armstrong había puesto por primera vez un pie en la Luna, justo
en el sector denominado Mar de la Tranquilidad, marcando para la
historia un evento sin precedentes. Luego de la famosa frase: Este es
un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad, el
comandante Armstrong dijo en voz baja: "Y buena suerte para usted,
señor Gorsky".
Esto causó asombro a los acompañantes del módulo lunar Apolo 11, el
comandante Edwin Buzz Aldrin Jr. y el piloto Mike Collins, así como a
todos los operadores terrestres que monitoreaban cada instante de tan
importante evento. Muchos se miraron con aire de incertidumbre, sin
precisar el verdadero sentido de esta frase.
Los periodistas que cubrían para el mundo toda la información,
hicieron algunas preguntas a la base terrestre, acerca de la frase,
pero los físicos sólo se limitaron a responder: Debe ser algún mensaje
para algún cosmonauta amigo.
Algunos curiosos se dedicaron a interpretar esa frase y dentro de sus
investigaciones descubrieron que no existía ningún cosmonauta Gorsky
en el programa espacial de la NASA, ni tampoco existía ese nombre en
los registros del programa espacial soviético. Esto provocó más
curiosidad entre los periodistas quienes no perdían la oportunidad
para preguntarle a Neil Armstrong acerca de la frase. Él siempre
respondió con una sonrisa y un completo silencio. Por muchos años
sucedió lo mismo.
El 16 de julio de 1994, cuando se celebraban los 25 años de la cuenta
regresiva de la Misión Gemini 8, que hizo que la nave Saturn V, de 360
pies de altura y de 6.5 millones de libras despegara del andén 39A en
el Centro Espacial Kennedy en Florida, un joven periodista recordó lo
que por muchos años había sido una interrogante, y de manera sencilla
le solicitó al Doctor Armstrong:
"Comandante, ahora que ya han pasado 25 años de la misión, podría
usted referirse a la frase 'Y buena suerte para usted señor Gorsky'
pronunciada durante su primera caminata lunar?"
El comandante, con una sonrisa en los labios,, le respondió:
"Bueno, ya ha pasado mucho tiempo, y en virtud que el señor Gorsky
murió el invierno pasado, creo que ya puedo referirme con libertad al
tema", y relató:
Era un 5 de agosto de 1940, lo recuerdo muy bien pues celebraban en mi
casa, en Wapakoneta, Ohio, mi décimo cumpleaños, y como era una tarde
soleada, muchos niños jugábamos béisbol en el jardín de mi casa; de
pronto, uno de los chicos pegó un imparable que voló por la cerca del
vecino, y como en ese momento yo estaba corriendo esa zona, brinqué la
cerca que separaba nuestras casas y busqué la pelota justo bajo de la
ventana del joven matrimonio de los Gorsky: una pareja sin niños que
tenían cerca de veinticinco años de edad. Me dirigí sigiloso hasta la
ventana de los Gorsky, pero la señora Gorsky, quien ya me había visto
brincar la cerca, le reclamó a su esposo:
"¡Sexo oral! ¿Quieres sexo oral? Pues tendrás sexo oral cuando ese
mocoso de los Armstrong camine sobre la Luna". 


Esto ha sido todo amigos!!!


viernes, 24 de agosto de 2012

Un poco de cuento

Este cuento es del gran escritor argentino David Viñas, que tuvo la ocurrencia de morirse hace poco. Escritor, periodista, polemista certero, Viñas fue un intelectual del siglo XX en todo el sentido de la palabra. A lo largo de su vida, solamente concibió un solo libro de cuentos. Lo suyo fueron las novelas, los ensayos y el teatro.
Queda entonces este cuento, una especie de Aleph borgeano pero en clave de los años sesenta. Me lo mandaron, lo leí y lo disfruté. Escrito o publicado en 1968,  en otro mundo, en clave de revoluciones de toda índole, este trabajo de Viñas estuvo, creía yo, perdido.
Leído hace también muchos años. Olvidado, arrumbado en el armario de las cosas muertas, volvió a mí y volví a disfrutarlo. Es América Latina y también, por supuesto es Buenos Aires de los años 60. O por lo menos uno de esos tantos Buenos Aires, que compartieron aires y descubrimientos mientras el mundo, ese lejano, ordenado, puntilloso y poderoso avanzaba en direcciones demasiado vertiginosas para los habitantes de esta aldea. Salvo, claro está para este escritor notable y entrañable.
Y como es viernes, espero que amigos míos, lo disfruten como yo.
 Un abrazo.

Sábado de gloria en la capital (socialista) de América Latina

No; no los vamos a fusilar, no. Por lo menos, tenemos la pretensión de ser ecuánimes: organizaremos una lista con eso que se llama orden de prioridades y todos tendrán derecho a defenderse. Jurados populares, públicos, televisados, con representación de la prensa extranjera. No nos gusta matar porque estimamos a nuestro propio cuerpo, si no seríamos fascistas. No se alarmen: los almirantes tendrán 15 minutos para defenderse, los generales un tiempo parecido, los coroneles 14 y los mayores 12. No. Todos 15 minutos. No debe haber escalafón para defender la propia vida. Todos lo mismo, aunque los yugoslavos nos acusen de igualitarismo abstracto. Y los que no sepan hablar en público podrán presentar sus defensas por escrito. De ninguna manera: no va a ser necesario que las redacten ellos. El paredón va a funcionar. Lógico. Pero sobre todo como medida ejemplarizadora: que se hable del paredón y se lo comente hasta que se convierta en un cliché filoso que penetre la jerga del a cada rato, como se hacía con "a nivel", pongamos por caso: para que se introduzca dura, brillante, taimadamente en la carnosidad de las frases estableciendo con precisión el grado de espíritu revolucionario de cada uno. Es necesario en esta etapa posterior a la toma del poder esa enérgica y distraída autoridad de las palabras mágicas. Se tiene que saber, susurrar, repetir que en el paredón que funciona en Arroyo y Suipacha, por ejemplo, las ejecuciones se llevaron a cabo sin mayores protestas. Es que la gente del Barrio Norte sabe morir como señores.
En el paredón de Quintana y Callao un ejecutivo se abrió la camisa antes de que sonara la descarga; tenía un aire de Liniers en Cabeza de Tigre y pudo gritar ¡Viva la contrarrevolución en América Latina! No. ¡Muero contento ya tendremos nuestra bahía de Samborombón! Va a ser necesario, pues, blanquear nuevamente el paredón de Santa Fe y Riobamba porque los maricas del barrio han empezado a diagramar propuestas. Recordar: hacer planteo ante el IASCRE (Instituto Argentino de Salud Comunitaria y Recreativa). Aunque quizá sea mejor un solo paredón. Que se aluda a él como se nombraba el Obelisco o alguna esquina clave en los meses de clandestinidad. El paredón: y que resulte categórico, edificante y sombrío (Laura me debe estar esperando en casa. Seguramente ya no habrá titubeado como antes entre quedarse con el uniforme de miliciana o ponerse ese camisón de náilon. Yo todavía vacilo entre lo que me entusiasma más: si sacarle el pantalón del uniforme o ese camisón transparente. Uno tironeando por los pies, el otro por sobre los hombros. No sé. Debe ser lo que nos pasa a todos los hombres de izquierda en este momento: todavía oscilamos entre el libertinaje y la militancia. Vacilar, oscilar: toda vacilación encarna nuestras contradicciones. Pero ella, en cambio, ya no tiene esos viejos problemas. Es una de mis viejas tesis: a mismo nivel, siempre la mujer resulta más revolucionaria. Y, en realidad, Laura no los tuvo jamás y muchas veces lo comentamos entre los dos: una revolucionaria actual no tiene por qué disfrazarse de sufragista o tener pudor -mala conciencia, es más exacto- por ponerse perfume entre los muslos o usar esa ropa interior que a uno lo enternece y lo exalta. Por favor, compañero, ya no vivimos en la época de la doctora Moreau de Justo, en que las mujeres que se decían revolucionarias eran una mezcla mal batida de directoras de Normal Cuatro, devotas del If de Rudyard Kipling o de los cuentos infantiles de Álvaro Yunque, activas militantes de Liga Antialcohólica y vegetarianas. Ya, no. Después de largas discusiones que hemos tenido con Laura, de lo oportuno que nos vino la difusión de Simone de Beauvoir en la etapa prerrevolucionaria -en este sentido la Editorial Siglo XX cumplió una labor desinteresada y precursora-, hemos llegado a un acuerdo: rescatar para nuestro lado todo lo que antes le dejábamos a los otros suponiendo que les era "innato" o signo de "decadencia". Todo lo que sirva para desalienar debe ser rescatado por nuestra revolución: ¿Antonioni? ¡Venga Antonioni! ¿Pintura abstracta? ¡Venga la pintura abstracta! Todo lo que sea necesidad del hombre, debe ser reivindicado por nosotros ¿Laura? ¡Venga Laura con su camisón transparente!).
No; no los vamos a fusilar. Por lo menos a todos. Ni siquiera les vamos a dar ese placer póstumo y santificador de que en El Comercio de Lima o en Le Fígaro de París aparezcan sus nombres como mártires. No, no. Les aseguro que no. No les vamos a dar el gusto de que se sientan muriendo insolente, trágicamente. No. Morirán como culpables, opacos, sin ademanes, de una manera burocrática. Confeccionaremos una lista por orden alfabético, estatura o grupo sanguíneo y por méritos reaccionarios. Sí: lógico es que al comienzo vayan los almirantes, los primeros en abandonar el barco, como las ratas. La pena es que en este país ni siquiera ha habido tipos reaccionarios que realmente sean odiados por muchos. Ni siquiera un buen verdugo produjo la reacción en sus últimos tiempos. Indudable síntoma de su disolución como grupo.
Cada vez me convenzo más de que era algo fatal nuestra revolución. Y un buen verdugo fusilado nos haría falta para dar un golpe de efecto y que el pueblo, es decir, los taxistas, el diariero de la vuelta y esos dos o tres obreros que siempre aparecían en nuestras reuniones y que iban rotando a través de todos los grupos de izquierda para ser exhibidos, verificados y envidiados, empiecen a creer en nosotros. Sí; por cierto. Lo mismo cuando nuestras columnas tomaron Posadas durante cuatro días y largaron al aire una audición que fue muy discutida en las bases porque de vez en cuando intercalaba Perón, Perón, qué grande sos. Heterodoxias necesarias en la izquierda revolucionaria. Pero tomamos Posadas, nos quedamos más de una semana ahí, a los siete días cayó Corrientes y después la cosa estalló en Tucumán, que ya estaba caliente, y aquí empezaron a salir a la calle todos los locos sueltos de la izquierda independiente. Agitación, el secuestro de Alsogaray y Palito Ortega, bombas en Tribunales, en el Ministerio de Marina y en el Mercado del Plata, asalto a varias armerías, pintadas en el Barrio Norte, la estatua de Mitre decapitada. Un poco de anarquía, pero ejemplos inolvidables de abnegación revolucionaria. Era una etapa. Alguien me comentó que fue una pena que el Lorraine tuvo que cerrar justo cuando empezaba la Semana del Cine Argentino de Vanguardia Realmente lamentable haberse perdido las películas de Antín. Tiroteo en el frigorífico, sabotaje en la central de Segba, incendio de El Águila y Lázaro Costa. Yo siempre había tenido confianza en todos esos chicos, pese a que no hacían otra cosa que hablar de alguna vieja película de Bergman, de las novedades que siempre traía El Escarabajo de Oro y de que nuestra generación estaba irremisiblemente condenada. (Cuando llegue a casa aunque Laura se haya puesto el camisón o recién salga del baño y se le ocurra pasearse desnuda por el dormitorio buscando el disco con las canciones de Puebla para ponerlo a todo lo que dé el tocadiscos y abra la ventana hasta que los del mercadito de la esquina salgan a la vereda, le tengo que pedir que me escriba esas cartas a mis amigos de allá. No; de la Isla. No, no: de Cuba. ¿Por qué vamos ahora a seguir eludiendo la forma directa de decirlo? Y en las cartas: ¿Viste, Licia, cómo éramos capaces de hacer la revolución y tomar el poder; ustedes que se sonreían cuando yo se los decía en La Habana? ¿Viste, Yuly que no estábamos tan muertos y que de un país de donde había salido el Che podían salir cincuenta tipos más como él? ¿Viste, Bob, que desconfiabas de nosotros asegurando que la izquierda revolucionaria argentina tenía miedo de tomar el poder? ¿Vieron, vieron? No hay que decir sús hasta que no pase el último gato. ¿Vieron, viste? ¿Vos, Yuly, que decías que a los revolucionarios argentinos no se nos paraba? ¿Y que al que no se le para es al ñudo que rempuje? Pero va a ser mejor que yo mismo escriba esas cartas mientras Laura se frote los hombros con 555 y me espíe desde atrás tomándome de los hombros mientras me tironee ronroneando "Vamos, Pilo, vamos a la cama; dejá esas cartas para después; celebremos nuestra revolución como Dios manda"). Y no solamente seremos cautos con el rubro fusilamientos, sino que de inmediato tomaremos una serie de medidas progresistas -aunque ésa sea una palabra que nunca ha terminado de gustarme: tan tradicional, tan fofa, tan complaciente- y empezaremos ocupándonos de los problemas de la cultura, que son los que uno conoce más, porque para algo uno se aguantó en la vereda de enfrente durante años, firme, sin transar y riéndose de los sucesivos ministros de Educación. Los problemas de la cultura en un estado socialista. Pues bien, empezaremos publicando las obras completas de Codovila. Será un homenaje de agradecimiento popular. Y en ese orden de cosas: una serie de estampillas dedicadas a escritores que se inaugure con Arlt. Se lo merece pobre Roberto. Fue un escritor que sufrió mucho en vida y en un estado socialista se debe justipreciar los valores del espíritu. Después de Arlt irá... bueno, alguien que empiece el apellido con be. Y para que nadie se sienta menoscabado y la cosa se haga como en los grupos teatrales, donde no hay divos y todo se hace por riguroso orden alfabético o de aparición: Arlt... Bunge. No está mal. Carlos Octavio Bunge que en su época fue segregado de su grupo social de origen. Con escritores de raíz oligárquica debemos actuar como con los perfumes o con la ropa interior seductora: que no sea cosa que la contrarrevolución se crea que eso le pertenece por naturaleza dada. Una revolución como la nuestra se define como una forma de antifisis; frente a "lo dado" tenemos que operar con "lo puesto"; del imperio del "en-sí" a la instauración del "para-todos”; bien está que las estructuras condicionen al hombre, pero lo más importante es lo que hace el hombre con lo que de él han hecho las estructuras; al fin de cuentas una estructura se valida en su significación cuando se la inserta en la praxis. Por eso encuentro legítimo que a Carlos Octavio Bunge le dediquemos la estampilla de 25 pesos y los perfumes y la ropa interior conmovedora (que se debe estar poniendo -o sacando- Laura mientras me espera, sean rescatados y validados por una revolución socialista. Sobre todo si uno piensa que esa ropa se pega al cuerpo como la piel de los duraznos. Por lo menos en los muslos de Laura. Y si uno, es decir, yo, va sintiendo cuando se la saca que comete una deliciosa infracción y todo lo que aparece debajo es el resultado de un desgarramiento. Podría decir: cada vez que le quito la ropa a Laura siento que materializo una revolución. Todo el poder a los soviets; la religión es el opio del pueblo; abajo y de un tajo; toda esa carnecita para mí). Pues bien, una serie de estampillas dedicadas a los escritores nacionales inaugurada por Ascasubi.
Está, además, el problema fundamental de los teatros experimentales. Que en la última etapa del dominio burgués habían establecido vasos comunicantes con la profesionalizaron. Era otro síntoma del final de un proceso: crisis de los escritores -Stalin como Neruda y Amado, obispos y militares-ejecutivos como Podestá y Guglialmelli; Guevara y Cortázar como emergentes capitales de Argentina que necesitan realizarse fuera del país. Sí. Cien teatros funcionando en París; cincuenta apenas en la humillada Buenos Aires de la etapa capitalista. Y, la verdad, es que Buenos Aires perfectamente puede tener cien teatros puestos con todo. Hasta podríamos organizar un barrio bohemio para demostrar el sentido del nuevo swing socialista; chasquear los de dos, buen ritmo, agitar esas caderas rojas, ¡yeah, yeah, Marx! En fin, de las plazas ni hablar; esas carpas que se hacían entonces revelaban bien a las claras la precariedad del proyecto burgués. Nosotros vamos a construir edificios para siempre; sin lujos, eficaces y para todo el mundo. La cortada de Rauch puede ser un buen ejemplo: como el Salvador ya está expropiado, vamos a instalar los vestuarios aunque surjan problemas en un día como hoy: que canten todos los Gloria que se les dé la gana; se han ganado cierto derecho. Al fin y al cabo no cualquiera cambia la minisotana por el uniforme guerrillero y cuatro de ellos lo hicieron cerca de Posadas y después se sumaron a la columna que avanzó sobre el Paraná. Hay que dejarlos cantar, celebrar sus fiestas. Yeah, yeah, oh, mi Dios. Total, ahora, ¿quiénes van? Unas cuantas viejas de las que han aceptado la indemnización por la reforma urbana. Del brazo y por la calle con los curitas, por lo tanto. Y a ese que fusilaron los reaccionarios de La Rioja le vamos a levantar una estatua o le publicaremos los discursos como al Padre Camilo. O una serie de estampillas a los sacerdotes populares empezando por el Padre Castañeda. Pero decía del asunto del teatro en la calle Rauch: los vestuarios en el edificio del Salvador, entonces, serie de obras nacionales, Sánchez, digamos, conferencias a cargo de especialistas. Al doctor Canal Feijóo, por citar a alguien, que ha demostrado su radicalización y que está con nosotros y que nos conviene porque en razón de qué no vamos a contar con gente seria y de prestigio, aunque tengamos que pedirle que atenúe sus comentarios sobre la importancia de la sangre en Barranca abajo. Va a ser algo ameno y les dará la pauta a la reacción y al imperialismo de cuáles son nuestros objetivos revolucionarios. Series de autores argentinos, entonces, conferencias sobre los mismos, publicaciones de sus obras completas (y seguramente Laura se debe estar impacientando con mi demora, pero ella sabe muy bien que cuando camino lo largo de José Ingenieros -ex calle Corrientes- se me ocurren tantas innovaciones: por ejemplo, decirle a César que ese poema de don Baldomero que pusieron los burgueses del Municipio en el Obelisco va a ser necesario, no digo cambiarlo, pero por lo menos subirlo un par de lozas más arriba: es una tentación aun para los jóvenes pioneros completar esa rima terminada en "rulo". Y si bien es cierto que estamos empeñados en que no piensen que nuestra revolución es puritana, por ahora no hay otra forma de superar esas expansiones pequeñoburguesas. Bien visto, la literatura rupestre se inaugura en Altamira. Ancestrales, rezagos, interacciones, la revolución socialista no termina con la toma del poder, sino que recién se abre. Laurita riquita. Es una de nuestras metas más inmediatas. Y ya se sabe que toda etapa inmediatamente posterior a la toma del poder es de las más arduas por todas las contradicciones que se acarrean).
Menos mal que los grupos, los infinitos grupos de izquierda se han puesto de acuerdo. No hay como el triunfo para que las diferencias se absorban. Así como uno tiene miedo cuando fracasa, y si durante años padecimos esa especie de cariocinesis permanente en toda la izquierda, ese despanzurramiento hacia adentro, recíproco, glacial y despiadado, el éxito pudo catalizarnos: hasta se va consiguiendo un nuevo lenguaje revolucionario y se tiraron por la borda ese asunto del "pulpo" imperialista, el reunionismo y las dichosas pintadas y las eternas volanteadas, que lo único que provocaron añares eran chicos llevados en la camioneta policial y las consabidas llamadas a los abogados de la izquierda. Nada, el fracaso y la repetición mecánica. Menos mal que superamos todo eso y logramos organizar un happening marxista, que fue presentado por el profesor Romero Brest. Estuvo impagable Romero esa tarde: dijo que los jóvenes revolucionarios eran sus hijos adoptivos, que para él era lo mismo el pop que la revolución marxista, que en realidad el compañero Fidel era el primer pop de América Latina y que desde ya lanzaba la idea de hacer una muestra pop en la cancha de River, donde la Minujín iba a repartir réplicas del sable del general San Martín confeccionadas con lapislázuli y financiadas con los fondos allegados en la venta de los panteones de la Recoleta de los oligarcas exiliados. Qué Romero Brest éste.
Y uno que creía que era un oportunista (y Laura que insiste en usar ese corpiño pop que descubrió como saldo en las Grandes Tiendas para Técnicos Extranjeros de la calle Maipú, al lado de la antigua veterinaria; seguramente se lo ha puesto y va a pretender demostrarme que el pop se valida si entra en relación dialéctica con las tendencias más tradicionales. Yo la miro, la voy a mirar, y le descubro la piel por debajo de esas dos cabecitas sacadas de alguna revista: del lado derecho un Marrone que siempre me sonríe y al que termino por acostumbrarme; pero del lado izquierdo va bordada una cabeza de Sartre. Yo a Sartre lo respeto, creo que es un modelo humano y prácticamente ha sido el maestro de mi generación; pero como tiene ese ojo torcido justo en el medio del corpiño, me siento mirado de una manera inquietante. Como Laura insiste y va a insistir en que el pop es un momento y que ese momento debe ser integrado con un sentido fluido de la praxis, he terminado por resignarme. Más adelante, cuando pase todo este ruido que ha provocado la entrada de las columnas revolucionarias en Buenos Aires, le voy a sugerir que por lo menos le cosa ahí un moñito). Aunque realmente la integración de los grupos de izquierda revolucionaria ha dado resultados inesperados: los de la First Methodist Church no pusieron mayores reparos a la instalación de ese enorme afiche con la cabeza de Trotsky, aunque dejaron constancia de que el asunto de agregarle una orla de lamparitas eléctricas sacadas al antiguo cartel de Ferro-Quina Bisleri no les parecía correcto. Y la gente que provenía del viejo socialismo aceptó eso a condición de que sobre el frente del Ópera colocaran un cartel igual con la cabeza del doctor Palacios. Problemas. Pero se van superando. Y a los compañeros que provenían de los viejos grupos comunistas les anunciamos que, en compensación, a Rodolfo Ghioldi lo íbamos a poner al frente de la Comisión Redactora de la Nueva Constitución Socialista. Ellos insistieron en que preferían la Comisión Pro Paz, pero ese lugar clave ya había sido copado por la gente de Coral.
Y como en esta etapa del proceso hay que hacer algunas concesiones, hubo que ceder. Si hasta Neustadt demostró su fervor revolucionario lanzando una edición de cien mil ejemplares de Extra íntegramente dedicada al avance de la victoriosa columna "Vicente Peñaloza" sobre Buenos Aires (yo sé que Laura me va a decir mientras le saque las cabecitas de Marrone y Sartre que con los revolucionarios de último momento hay que tener cautela. Es lo que ha pasado siempre. Pero no hay que preocuparse demasiado: son gente de la clase media que por definición oscila entre la oligarquía, las tentaciones y normas de vida que ésta le tiende, y con el además hacia abajo más o menos impregnado de cierta simpatía populista y el temor a la proletarización. Dos idiomas tienen; siempre lo han tenido. O dos caras. O las que les pidan. Hipocresía y burocracia. Habría que pensarlo. Y toda esa gente es carne de burócrata y ya se sabe que por definición un tipo así es la persona que no tiene la última palabra y que necesita mirar hacia atrás para verificar si hay algún superior con quien consultar, o a su derecha o a si izquierda, por si alguien les codicia el puesto o les quiere mover el piso, y necesita resucitar la última consigna para tranquilizarse y ponerse en acción. Pero Laura, Laurita, le voy a decir mientras tiro sobre el sillón que queda debajo de la ventana esa mirada torcida del autor del Ser y la nada ya se sabe de memoria que la burocratización es el defecto que siempre acecha a toda revolución como la que hemos realizado y estamos festejando, pero también ya hemos acumulado suficiente experiencia en ese sentido, Laurita: moverlos, cuestionarlos, cambiarlos de sitio. agitarlos permanentemente. Es el problema de siempre, superar esa tendencia que tiene la gente a dejarse estar, a amodorrarse sobre las cosas que ya ha conseguido, Laurita. Y me voy a poner a su lado y la voy a contemplar un rato antes de empezar a acariciarla, insistiéndole en que a los burócratas hay que crearles necesidades, sacarlos al campo, porque todos nosotros estamos llenos de las consabidas contradicciones de los intelectuales de origen pequeñoburgués. Y debemos salir al campo, Laurita, ya sea a levantar la cosecha o a la vendimia en Mendoza, que tan revolucionariamente reaccionó avanzando sobre Buenos Aires al compás de una cueca de Tejada Gómez. O a la zafra en Tucumán o al ordeñe de las vacas de esa granja colectiva que se está organizando en el antiguo parque de Los Derechos de la Ancianidad. Ordeñar; sobre todo eso, mi Laura querida, porque la leche es imprescindible y en menos de tres meses debemos demostrarle al mundo que no hay un niño argentino que no cuenta con su litro diario). Y no sólo eso, porque también tenemos que aprovechar varios lugares de la ciudad: en el viejo solar del Jockey Club, si mal no viene, hacer una exposición de libros al alcance de todos: la experiencia que, ay, se acumuló en Eudeba vamos a revivirla lanzando ediciones populares de los poemas de Rodolfo Alonso, de Córdoba Iturburu y de todos los poetas con sentido nacional de Argentina. Pero la exposición tiene que ser algo transitorio, mientras ahí mismo levantamos una torre de viviendas colectivas. De la misma manera con la universidad: volveremos traer Filosofía y Letras a su viejo barrio para demostrarle a la derecha continental y del mundo que sabemos mantener las tradiciones y la vieja aspiración de unión obrera-estudiantil que dejará de ser un sueño.
Claro, nuevamente se nos plantea el problema de la Iglesia: ahí están esas señoras que salen de Las Catalinas; y ya he dicho y lo repito: hay que dejarlas. Al fin de cuentas, que se paseen por la vereda con esas palmas no molesta a nadie. No se qué ocurrirá si suben a uno de los ómnibus nacionalizados que hemos largado a la calle. Pero mientras no se les dé por exigir que quieren hacer procesiones en la avenida no hay mayor problema. (También sé, claro, que Laura me va a repetir lo mismo de siempre cuando le pida que nos bañemos juntos: lo que en realidad vos necesitás, Pilo, no es una guerrillera sino una geisha. Mis contradicciones, Laura. Yo sé, yo lo sé muy bien. Pero es tan gratificante que a uno le jabonen la espalda y jabonar la espalda después. Y en seguida darse vuelta y jabonarse recíprocamente. Espuma, piel, bañadera, sal, saliva. Es una coartada, pero yo siempre le sostengo a Laura que ese cuerpo a cuerpo es una de las formas más concretas de la dialéctica. Y si ella protesta porque me cuido tanto la piel y me preocupo por la de ella, tengo que insistirle recordándole que un buen materialista necesita empezar por cuidarse lo más concreto con que cuenta, que es su propio cuerpo. Y al final nos sentamos y terminaremos los dos juntos en el piso de la bañadera quitándonos el jabón y echándonos un poco de agua como dos chicos. Porque no hay nada que hacerle: también las pautas infantiles de las que uno está impregnado no deben ser excluidas en una sociedad socialista. Para Freud el hombre siempre es un niño; para Marx siempre es un obrero. Pues bien, que nuestra Nueva Argentina Socialista sea un país de niños que trabajan, o de obreros que juegan. Así está mejor y nada más legítimo que hacerlo en la bañadera, Laurita. Fue uno de mis temas cuando avanzamos con la columna guerrillera "Almafuerte" y llegamos a la central ferroviaria de Villa Lynch: se lo dije a los obreros del riel, lo sostuve en la comisión de asuntos políticos y cultura y se lo repito cada vez que ella quiere salir de la bañadera para ir a buscar la toalla y el último ejemplar de Partísans que nos ha dedicado Maspero a la Revolución Socialista Argentina). Claro: en este barrio típicamente corrompido por el turismo la instauración del gobierno socialista se ha hecho sentir: ni los porteros tienen ese aire altivo y obsecuente que tenían antes. Y las casas que vendían objetos tan argentinos como mandolinas construidas con caparazones de peludo y la Historia de la literatura de Rojas en textos concentrados han entrado en crisis. Lógico: son los primeros afectados por un proceso así. Tampoco se consiguen buenas hojas de afeitar ni antisudoral importado, pero el O-do-ro-sí que estamos fabricando en el Concentrado de Villa Martelli, si bien resulta un poco áspero, realmente elimina esa emanación corporal. Así como las radios de transistores de origen checo que venimos distribuyendo a los obreros que marcan topes en la emulación no tienen nada que envidiar a esos antiguos Grundig muy estereofónicos y todo lo que usted quiera pero que en un departamento como el mío no había lugar donde ponerlo. Y cuando llego a mi departamento y salgo del ascensor y abro la puerta empiezo a llamarla ¡Laura! Seguramente está escondida en alguna parte y se me va a aparecer con ese corpiño negro con las cabecitas de Marrone y Sartre. ¡Laura... Laurita! Es el inconveniente de estos departamento con un pasillo tan largo y tan oscuro y donde uno jamás encuentra la llave de la luz sin rayarse las uñas tanteando las paredes. ¡Laura... Laurita! Sí; allí está: sentada delante de mi escritorio, desnuda y apoyan do la cabeza sobre mis papeles. No me ha oído. Yo me le acerco cautelosamente por atrás con la idea de taparle los ojos y preguntarle Cú-cú ¿a qué no sabés quién soy? y enternecerme porque me ha esperado desnuda y entre mis papeles y empezar a besarla en la nuca, en los hombros. Sí; también en la espalda. Y bajar. ¿Quién soy? Cú-cú, Laura. La tomo de los hombros. Pero ella no se mueve. La sacudo. Y tampoco. El pelo se le balancea pesadamente hacia los costados y tiene las manos flojas. Laura. Arriba de la máquina de escribir brilla ese frasco con pastillas. Laurita. La vuelvo a sacudir. Le oprimo las manos: Laura, mi querida Laura, ¿quién?... En mi agenda ha escrito: "Aposté a vos. Fracasé. Estoy harta. Yo necesitaba un hombre realista". Y ha marcado la fecha: Sábado, 25 de marzo de 1967 con una cruz y una raya iguales a las que usaba para indicar los días en que le venía la menstruación.

En Buenos Aires: de la fundación a la angustia, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1968.

jueves, 23 de agosto de 2012

Nación Sudaca

Resulta a veces, que nosotros los sudacas solemos portarnos mal, somos desprolijos, desarrapados, hambrientos y muchos. Entonces con ser lo que somos, decidimos ser más. Pero es que somos tan feos, sucios y malos que necesitamos hacer cosas para que el mundo capitalista, explotador y esclavista se fije en
nosotros. Entonces dejamos que se meta un blanco, rubito y gringo en una de nuestras embajadas y que se paralice el imperio. Eso. Nos apretamos el poncho. Mejor dicho nos emponchamos porque vendrán tiempos difíciles. El gringo sale al balcón y agradece. Todos contentos de una parte del mundo, todos furiosos del otro lado del mundo. Así las cosas. El gringuito sale al balcón de una embajada sudaca y saluda a los pueblos de esta América Latina en castellano o en español, que nos gusta más a nosotros los sudacas.
Julian Assange es asilado. Un asilado político en una embajada, la de Ecuador. Gran Bretaña inventora del capitalismo y sus metodologías anuncia, que no dará el permiso oportuno a Assange para salir del país.
Si esto hubiese ocurrido en algúna oscura ciudad del contienente, la misma ya había sido arrasada, pero como es Londres. Deben esperar, mal que les pese, deben esperar este inoportuna decisión de una lejana y desconocida nación sudamericana o sudaca como gustan nuestros contemporáneos de la Madre Patria.
Digo.
Correa Presidente del mundo.
No son gobiernos revolucionarios. Ninguno de ellos lo es. Ni el chavismo ni el peronismo tomaron el gobierno por asalto.
Todos lo han hecho por intermedio de elecciones democráticas. Algunos accedieron al poder superando la barrera del cincuenta por ciento de los votos. Reafirmando en cada ocasión electoral el caudal de votos. Haciendo de esta forma, sus gobiernos, tal vez los más democráticos de esta parte del continente.
Niguno propone la lucha armada, ni la lucha de clases, ni la reforma agraria, ni la nacionalización de la banca ni del comercio exterior.
Quinientos años de sometimiento. De exterminios ya han cuajado a lo mejor en esta forma de ver el mundo a través de la política. De hacer política sin enemigos o por lo menos, de no tratar a los enemigos como ellos suelen tratarnos a nosotros.
El continente es Macondo. El contenido es Macondo.
Correa, sudaca como todos nosotros, asume la cuestión de Assange como un reto de justicia. Pone a Ecuador en los titulares de los grandes medios del mundo, por unas horas y consigue, que ese leve susurro de orgullo nos recorra la piel de punta a punta. Por supuesto que en estos países hay traidores asalariados, a sueldo, con horarios y vacaciones pagadas. Esos mismos traidores que claman contra estos gobiernos populistas, encarnación del mismo mal cuando hacen lo contrario a los intereses de sus amos del norte desarrollado. Pero volvamos a la descripción.
Un continente que entre todas sus desesperanzas, sigue promoviendo vida a manos llenas. Nos reprimen y seguimos en las calles. Nos matan y seguimos enfrentando tanta muerte como siempre. Sabedores de la justicia y de la necesidad de organizar esa esperanza que llamamos Latinoamérica.
Pienso.
Somos puro sudor sudaca.
Si bien son gobiernos surgidos de elecciones coyunturales. Son en su mayoría gobiernos volcados a una cierta especie de doctrina social de reparación social antes que verdaderos gobiernos revolucionarios. Y está bien que así sea.
Lo que en el siglo XX era progresismo hoy creo que es conservadurismo. Pero no me hagan mucho caso, a veces desvarío, como por ejemplo hoy 23 de agosto con una temperatura de veintipico de grados a pesar de ser invierno en el sur del mundo.
Desvarío.
Supongo que en estos tiempos de nada que corren es bueno refugiarse en la lectura. Muchos pondrán caras de conocedores, de vivillos que lo han leído, no obstante insisto con este libro.
Se consigue en casi todo el mundo, ese mundo que nos interesa. Chávez se lo regaló a Obama. Lo escribió un uruguayo talentoso y querido por muchas generaciones que crecimos con él. Vale la pena leer "Las Venas Abiertas de América Latina" , escrito a finales de la década del sesenta y principios de la siguiente del siglo pasado, este trabajo vino a acercarnos una serie de certidumbres que poseíamos, pero tratadas con un lenguaje más cercano, más poético, más certero en su viaje a nuestros corazones. Un recorrido por el dolor y la miseria de un continente sometido a las sombras por decisiones imperiales. Ser el tercer mundo y no morir en  el intento. Eduardo Galeano con este trabajo consigue enfocar las razones de este sometimiento y este despojo al que fue y es, en algunos casos, siendo sometida esta gran nación sudaca que somos.
Vale la pena entonces volver a leer esta especie de joyita de educación vertiginosa sobre un continente desenfrenado, vivo y caudaloso como los ríos que nos recorren de un extremo al otro.
Vuelvo a Assange. Perseguido por los gringos, por haber hecho publicas las miserías de los dueños del mundo, acorralado por la justicia en Londres, decidió, siguiendo el consejo de Baltazar Garzón, pedir asilo político en la embajada de Ecuador.
Lo formidable de este cuentito, es que casi todo el continente respaldó al gobierno de Correa. Todos o casi todos dieron su apoyo a Ecuador.
Pero eso no importa. Importa esa sensación de paso conjunto, entre varios pueblos de este continente. A lo mejor es solo un espejismo. Una ilusión, una especie de terquedad solitaria bajo los cielos emparrados de esta inmesidad que llamamos América del Sur.
Leo los pronósticos sobre la crisis económica y me dicen, que todavía no ha llegado lo peor.
Desvarío. Es mucho el calor que hace para ser agosto. No puede ser cierto, esto casi se parece a Madrid. El porteño anda cabizbajo, malhumorado.
¿Será el clima? ¿La digestión lenta de los porteños?
Vuelvo.
Correa presidente esta notable nación sudaca. Negrita, descalza, mal oliente. Llena, llenita de hijos. sudorosa, apasionada, desdentada. Memoriosa, sin depilar, en patas. Empiojada y llena de pulgas. Habitante a perpetuidad de las injusticias y sin embargo resistente.
Al costado de las grandes ciudades latinoamericanas se cuecen las claves de esta política que cruza el continente. Allí, no entran casi los políticos profesionales, opositores a cadena perpetua. Allí, en esas zonas negras, margen, puro margen se cuece siempre a fuego lento el ritmo de la historia de los pueblos.
Alguien alguna vez lo llamó la hora de los hornos y así, en esos hornos se cuecen, se fraguan en el calor estas historias de pueblos resistentes.
Otro disco notable. Hugo Fattoruso, también uruguayo como Galeano hace un trabajo espectacular. Junto con el japonés Tomohiro Yahiro confeccionan un disco interesante e importante. "Dos Orientales" lleva por título. Conmueve el sonido que estos dos músicos sacan a relucir en una confluencia de sonidos que demuestra que las fronteras no existen, que la música arrasa con tanto dique estúpido decretado por la prensa domesticada, para hacerles más faciles las cosas a los cosificados de siempre. Disco exquisito e imprescindible para entender el paso de este creador nato que es Hugo Fattoruso. Músicas para las grietas por donde buscamos transcurrir aquellos que no aceptamos las cosas
tal cual quieren siempre hacernos aceptar. Música en definitiva útil para abrir las cabecitas y permitirnos un poco más de placer que está permitido por las buenas costumbres. En fin. un disco de dos señores que son dos talentos y que decidieron un buen día hacer esta especie de obra maestra para deleite de todos nosotros sudacas impenitentes y salvajes.
Digo.
A veces confundimos las cosas.
Como decía alguien hace muchos años atrás la batalla de la comunicación no se gana en el lugar donde parte la comunicación sino en el lugar donde llega. Hay que pensar, que volver a pensar en esto.
Digo, ahora que los grandes medios de comunicación no saben como hacer para detener el enorme flujo de informaciones que se diseñan en la red. En donde ya no hay casi palabras ni pensamientos únicos, habría que hacer una reflexión.
Todos de alguna manera somos periodistas, trabajamos generando información. La corregimos y cuestionamos la autoridad histórica de los grandes periódicos, las grandes cadenas informativas. Desdibujamos el poder de los monopolios, aportamos nuestra popia información y de alguna manera, hacemos que internet actúe sobre la realidad desde el vértigo mismo de esa realidad. 
De ahí que creer que mucho poder tienen los medios de comunicación masivos, a comenzado a ser una especie de mal chiste.
Vuelvo.
Latinoamérica es un cruce caminos. Si bien el término populismo nos viene de la zarista Rusia del siglo XIX, es aquí en donde ha logrado entroncar con ese relato de construcción que demanda por ahora esta tierra. Diferentes variantes, diferentes visiones. Nada es homegéneo ni único. No existen certezas ni demasiadas cosas sabidas. 
Pero por el momento, las cosas van bien. Se ganan algunas batallitas y se pierden otras. 
Los gringos deben quedarse en la puerta de la embajada ecuatoriana en Londres, por el momento. Correa no ha hecho nada más que cumplir con su deber y nosotros honestamente seguimos siendo puro sudor sudaca...
Un saludo.
 

sábado, 18 de agosto de 2012

Los vigilantes de siempre

Descubro o mejor dicho compruebo las razones de estado que siempre esgrimen los lúmepenes de la derecha criolla para prohibir, perseguir o directamente eliminar todo tipo de oposición. Este alcalde de opereta que se han dado los porteños, a veces confirma esos negros presentimientos arraigados en el hacer de los habitantes de esta ciudad.
Este Bonaparte de municipio acaba de lanzar una línea para que los ciudadanos prominentes de esta ciudad denuncien el accionar político que ocurre en los colegios. Es decir acaba de poner una línea de teléfono para la delación.
La politización en los colegios debe ser prohibida, dicen los hombres de bien de esta comunidad. Impedir el adoctrinamiento en los ámbitos académicos o colegiales. Impedir que los niños descubran las miserias y traiciones de sus mayores. Privilegiar con un llamado de teléfono el castigo y la persecución.
Llama la atención, ¡bah! en realidad no tanto, que este pequeño dictadorcito de juguete haya ganado por el sesenta por ciento de los votos y que entre sus ocurrencias figuren tener una policía propia, centros de inteligencia propios, esto en realidad es un contrasentido, porque la inteligencia nunca campeó a sus anchas entre los lúmpenes de esa derecha acriollada. Sigo con un aparato represivo a su gusto, ahora sale a impulsar la delación como arma fundamental para oponerse a la creciente politización de los jóvenes argentinos.
Sus tropas acaban de asaltar el Hospital de Salud Mental Borda, para quitarles unos terrenos, ya que parece ser los enfermos mentales no tienen porque andar caminando por los jardines. Lo hace porque en esos terrenitos robados, piensa instalar un centro comercial o le debe algún vuelto a algún de los empresarios amigos que tanto tiene y tanto lo quieren.
Es rancio. El olor es rancio.
Los chicos y chicas y los no tan chicos, aplauden a este palurdo, porque es gente bien, como ellos. Son la última defensa, la última barricada en contra de la barbarie imperante.
Me preparo el mate y dejo por un momento.
 ¿Por qué nos sigue perturbando la persecución casi a pertetuidad de intelectuales, artistas, militantes, delegados gremiales, habitantes originales dueños de las tierras? ¿Por qué la noticia sobre tres chicas rusas condenadas por una demostración de repudio a un gobierno no nos estremece tanto como para revolvernos de furia? Ellas son Nadezhda Tolokonnikova, Maria Alyokhina y Yekaterina Samutsevich, formaban o mejor dicho forman parte de un grupo de rock llamado Pussy Riot, acusadas de vandalismo y por ofender a la sagrada iglesia (siempre con minúsculas). Seguramente esto estará mejor explicado en el blog: http://suburbiomoscovita.blogspot.com de mi entrañable amigo Enrique. Seguramente él, podrá dar las coordenadas del estado de cosas que se viven en Rusia de estos días.
Yo mientras tanto, me sumo a la condena de todo intento de tratar de retrotraer todo al pasado más miserable y cruel que ha vivido el mundo.
Digo.
Toda persecución siempre es pensada para acallar las voces disidentes que se elevan en la protesta. Toda eliminación física de esa oposición siempre se hace con la complicidad de los poderes sagrados del estado. ¿Importa saber qué tipo de música hacían estas músicas rusas? ¿Importa? Protestaban contra Putin y su manera tenebrosa de hacerse con todo el poder de esta Rusia.
La ambivalencia de los medios, argentinos, a la hora de confeccionar la "agenda" como dicen los domesticados, es por supuesto enemiga. Los medios de este país no son neutrales, militan a favor de los grandes monopolios económicos. Sustentan a ese alcalde llamado Macri como adalidad de la recuperación democrática que ansía el país.
Aplauden la posibilidad de la delación algo que han hecho siempre por otra parte. Alaban la idea de que sean los buenos padres y buenas madres, las que delaten, quitándole todo el peso a las autoridades, ya que ellos, solo actuarán con la denuncia anónima efectuada a través de una línea de telélofo.
¿Qué vendrá después? ¿Un auto sin identificaciones visibles siguiendo a esos militantes políticos? ¿Edificios también sin identificar para el interrogatorio?
Son muchos puntos los que me mueven a suponer que con la derecha no hay diálogo posible. Que ellos, sin ningún lugar a dudas, siguen queriendo el fuego purificador de la inquisición.
Los argentinos, alguna vez creímos firmemente en los códigos. Uno de ellos, era el de no delatar jamás a nadie. La tarea de la policía la tenía que hacer la policía.
Camino por esta insensata ciudad y descubro esta pintada. El pueblo Qom, un pueblo originario, dueño de las tierras que habitaban desde tiempos lejanos, un buen día fueron desalojados por la patota policial del gobernador de la provincia. Formosa se tiñó de sangre. Ellos, reclamaban por su tierra, pero los negocios de las autoriades provinciales pasaban por otro sitio. No hay intercambio, solamente balazos y la complicidad del estado argentino con estos asesinos. Aplausos de los hombres de bien, sonrisas por ese escarmiento hacia los dueños de la tierra.
La dignidad nunca se negocia.
Ellos, bajaron a Buenos Aires y consiguieron a regañadientes algo de lo que le habían robado. El gobernador, bien gracias, casi felicitado en secreto. Protegido y derivado al olvido lo más rápido posible. Los periódicos argentinos, silenciaron todo y la cosa, quedó ahí.
Pero los Qom, siguen latiendo en sus reclamos. Cada pueblo originario, los que los blanquitos del puerto, los porteñitos que manejan taxis y que son por fin, gerentes de la nada, los siguen llamando indios con ese desprecio característico y vivillo de los amantes de los bucles justificatorios.
Y debo decirlo aunque sea porteño. El porteño es racista. No lo era hace mucho, cuando recibía con los brazos abiertos a todos. Cuando hacía de la hospitalidad una especie de rito. De la solidaridad un medio de vida.
Pienso.
Mientras amaso pan y miro por la ventana de mi cocinita porteña. Queda mucho por hacer, mucho camino por recorrer. Mucha injusticia por erradicar. Un trabajo notable, arduo pero obligatorio para tratar de consevar un poco de esa ambición necesaria para fraguar o por lo menos intentar hacer un mundo mejor, más justo y por lo menos más en consonancia con esa dignidad que decía, no se negocia.
Pongo un poco, un poquito de música. No me abandona este amor y no abandono esta pasión. "Yellow Moon" de los hermanos Neville grabado hace algunos años atrás y con la producción del notable Daniel Lanois. The Neville Brothers querían grabar un disco diferente a todo lo anterior que había hecho. En 1989 se reúnen con este músico y productor y así organizan un disco de una rara belleza, que permanece en el aire desde siempre. Doce canciones en total, dos de ellas de Bob Dylan, que luego llevarían a éste a grabar con Lanois en Nueva Orleans el insuperable hasta ahora para un servidor, "Oh Mercy", pero esa ya es otra historia. Vuelvo a "Yellow Moon". Disco inobjetable que arranca a los hermanos Neville del sitial en donde lo habían colocado los grandes medios. Hacen en este trabajo una música profunda, con sonidos que nada tenían que ver con los anteriores trabajos de los Neville y que después, tampoco supieron o pudieron sustraerse de las exigencias de ese mercado.
Escuchado el disco hoy, suena a Nueva Orleans, pero no con el sonido identificado y previsible que siempre se suele utilizar para hablar de esa ciudad.
Suena a negro. No festivo ni alegre, sino a ese negro profundo, de creencias también profundas y ancestrales. No hay primeros planos ni nadie sobresale por encima del resto. Hay música que desborda en todo el disco y bien vale la pena, tenerlo a mano para descubrir otros horizontes a la hora d ela buena música.
Dicho esto.
Me despido de ustedes.

viernes, 17 de agosto de 2012

Polemizando

Había escrito una larga y extensa respuesta a mi amigo que vive en Moscú. Resfríado, arrastrando por toda la casa un rollo de papel de cocina, tosiendo y con dolores extraños, me había dispuesto a polemizar con este entrañable hermano que tengo en ese suburbio moscovita que él habita. Pero la tecnología está visto, no es lo mío. Le había  molestado mi apreciación sobre los Indignados españoles. Provocativamente había deslizado mi apreciación de ser, ellos, un movimiento de centro derecha.
Le molestó. Y está muy bien que le haya molestado. Pincharnos para salir del letargo de caimanes en que nos tienen sumergidos, es una forma de tratar de entender ciertos procesos, que nos tapan con su coraza los devenires históricos a los que están sometidos los pueblos.
La mujer de la foto se llamaba Rosario Sánches Mora. Rosita la dinamitera que cantara Miguel Hernández en medio de ese ajuste de cuentas que llevó adelante el fascismo en España.
Sigo.
Escribo desde donde leo.
Siempre me parecieron peligrosos los movimientos supuestamente apolíticos. Generalmente llevados a cabo y adelante por sectores medios de las burguesías locales. Se hace política pero no se la nombra. Se protesta pero se impide que la sangre llegue al río.
Puro músculo.
De alguna manera, siempre los lúmpenes de la derecha buscan la forma que los habitantes de sus países, se alejen de la política. Despolitizar cualquier discurso de aquellos sectores sociales. Vaciarlos de contenido, para que contengan deportivamente esa rebeldía, que se termina encauzando en el asistencialismo y poco más. Es decir la política es mala.
¿Por qué?
Porque la política moviliza. Nos hace acordar que existen injusticias. Que la propiedad privada es un robo, que siempre nos habrá de gustar la mujer del prójimo. Que robar un banco no debería ser un delito, sino fundarlo. Porque nos hace pensar y cuestionar. Por eso la derecha siempre se afana en tornarnos apolíticos y solos.
Vuelvo.
Lo llamativo del caso indignado español es que surge cuando se comienzan a percibir ciertos y posibles vientos que vendrán a arrasar con todo a su paso. Lo inquietante es que en medio de toda esta cruda realidad esclavista que quieren hacer con los españoles de a pie, gana un gobierno de extrema derecha. Desalojando del poder a otro gobierno de derechas pero rosaditos como siempre son los socialdemócratas.
Si bien, es estimulante siempre la protesta, cuando esta no conlleva intentos serios de modificar las realidades, se termina convirtiendo en una especie de distracción. Una especie de masaje íntimo que nos damos cuando nos gana la angustia.
Si las estructuras políticas o gremiales no son aptas para dirigir a las masas  en la protesta, deben darse formas superadoras de las mismas.
Pero estigmatizando todo y a todos, la clase media busca volver al redil de donde ha sido desalojada por esas inclemencias del capitalismo,  quieren los pequeños burgueses que cambio todo para que nada cambie.
Me quedo pensando.
En Buenos Aires, después de echar a un gobierno por la ventana a llá a comienzos de siglo, la clase media que había votado alegremente a los que saquearon el país en la década anterior y que les había permitido disfrutar de los bienes que la oligarquía financiera derramó sobre ellos, se reunían en asambleas populares, en las plazas de los barrios para gritar que se fueran todos. No querían más políticos ni más política. El sueño había terminado y volvíamos a ser lo que siempre fuímos, un país tercermundista, periférico y regresando al piso de ser un país agrícola y poco más.
¡Qué se vayan todos! vociferaban ardientes los pequeños burgueses. Mientras asumía el poder estatal la peor mafia de la que se tenga memoria entre las sombras de tanto incendio y tantas ruinas ante el despiste de esa clase media blanquita, racista y traidora . Así los personeros del anterior estado de cosas, cómplices del robo, secuaces del desgajamiento del estado. Estafadores ya sin sus guantes blancos volvieron al poder como si nada hubiese ocurrido en el país y nadie lo impidió
Mientras el argentinito medio pataleaba en sus asambleas, echando a los militantes políticos de dichas asambleas. Enardecidos pedían la pureza de los puros. Qué se vayan todos pintaban en sus pancartas. Se descargaban en medio de una oportunidad histórica.
Querían volver a la bonanza anterior a pesar del desierto en el que habían convertido al país.
Pero eso si, mientras ellos pudiesen acceder a los bienes y servicios que se tenían merecidos sin importarle el resto, o sea aquellos desplazados, colgados del pincel sin escalera, la clase media quería hacer como si nada hubiese ocurrido.
El testamento escrito con agua.
Regreso a España.
No se construye poder desde la indignación solamente. Apartando a aquellos, que desde una idea tratan de mejorar un estado de cosas, que permita trascender las conciencias. La toma de conciencia no pasa por querer comprar un pisito o poder pagarlo.
Pasa por otras regiones.
Además y esto es para pensar,  la historia reciente de España, está fundada sobre la muerte de un tiranuelo ridículo y más latinoamericano que europeo,  no sobre la revolución. Es decir el poder lo dejan los fascistas, no se lo arrebata nadie.
A su muerte se acuerdan algunas cuestiones. Se tapan los asesinatos, se clausura la justicia que piden los deudos de los asesinados por la dictadura. Se vota libremente por primera vez y los españoles eligen casi alegremente... ¡Un rey!
Se hacen pactos. Se domestican ideas y a vivir que son tres días dicen por la Gran Vía.
Sobre esto está asentado el confort de la clase media. Se acabó la lucha. Ya vendrán tiempos mejores. sin embargo, hace poco cuando un juez quiso comenzar a investigar tanto genocidio, lo echaron. Lo enjuiciaron y por último lo amordazaron. Es decir el diablo quiere volver a meter la cola.
Sigo.
España duele. Duele la palabra y faltan locos como decía León Felipe.
Pero lo mismo ocurre en todas partes.
Cuestionador como soy, digo, vivo en un país conservador. El peronismo siempre fue una instancia conservadora, de alianzas de clases antes que de lucha de clases. Es cierto, pero a lo mejor desde adentro algunos quisimos cambiarle el rumbo a la vida de estos patrones buenos y obreros suaves. A lo mejor.
Seguramente mediante la polémica se pueda arribar  a algún tipo de conclusión.
Pero lo pintoresco nos hace perder de vista el bosque. La protesta, las protestas son siempre buenas, cuando vienen acompañadas de políticas superadoras. Cuando nos quedamos en el pataleo dejamos que nuestra apetencia sea solamente eso, el dolor de ya no ser.
Ahora que parece que los planes de ajuste buscan solamente el sometimiento de esos peligrosos hombres de a pie, la puesta en escena del sometimiento. Especulo.  Siempre los actores más fuertes para presionar al Estado, en cada momento histórico, son los ganadores del modelo de acumulación inmediato anterior, entonces los ganadores de un modelo de acumulación con mayor llegada a las autoridades son los que deben decidir sobre las políticas que tengan mayor oportunidad de imponer su diagnóstico.
No es casual, que algunos gobiernos europeos tengan entonces a ex-empleados de la banca dominante en funciones dentro de dichos gobiernos, que llevan adelante los ajustes.
Porque los sectores dominantes de la economía siempre ganan, incluso en los momentos de depresión o recesión del ciclo económico, siguen implementado sus pautas de ganancias a costa de aquellos sectores que ven pauperizados poco a poco sus ingresos.
Vuelvo.
Estamos asistiendo a otra configuración del capitalismo. Ya las herramientas que teníamos comienzan a flaquear, pero mientras tanto, debemos seguir insistiendo con la política, con la construcción política como elemento  que sirva para determinar por ejemplo el rumbo de la economía. Necesitamos otras palabras y tal vez otras nociones.
Pienso.
Estoy resfríado. Tengo fiebre y ando por ahí como un emperador envuelto en una manta. Tomo antigripales, mate y escucho música.
Vuelvo a Gabo Ferro y este bello disco. Cargado de poesía, de músicas que enardecen, por lo menos a mí. "Boca arriba" es un disco de esos que te llevan a caminar por la cornisa. Te hace el horizonte más cercano y por lo menos, regala una inalterable muestra de talento. "Soy todo lo que recuerto" tema especial para decirle a un amor casi en susurros para justificar el final. De todas formas, con Gabo Ferro me ocurre algo serio. Desde que lo descubrí no pude dejar de tenerlo siempre a mano. Porque cuando uno seduce, siempre necesita tener a mano ese ronroneo que la música y las palabras suelen producir. Tema a tener en cuenta, entre todo ese bagaje creativo que tiene Ferro, está en un primer plano su voz. Un instrumento sorprendente y que se monta a la música con una plasticidad pocas veces vista. En este disco hay además del tema al que hacía referencia anteriormente, otras canciones que son memorables. "Hay una guerra" junto a Pedro Aznar;  "Con su perfume y su olor"; "Carne fría"; "Por que no lloras un poco". Canciones que reflejan este trabajo de Ferro como una de las mejores historias secretas que tiene este país.
Me dejo llevar por la música.
Cosa rara somos los hombrecitos. Ante cada dolor inexperado creemos que es el final de todo el viaje. Nos asustamos por un resfrío, potenciamos la angustia a una enfermedad letal, que por  ser harta conocida nos mete el miedo en el cuerpo igual. Apenas un resfriado y el mundo tambalea a nuestro alrededor. Menos mal que los tipitos no somos mujeres, si no una vez por mes, nosotros los tipitos, andaríamos colapsando hospitales, clínicas, sanatorios y dispensarios con nuestra mensualidad de dolores menstruales y sus suburbios.
Vuelvo.
La discusión está planteada. Tenemos que ponernos a pensar y no dejarnos distraer por los disparates de ciertos sectores que cuando perciben una reducción de sus posesiones, claman al cielo pidiendo justicia. Hablan de inseguridad, de caos y otros comunismos salvajes que vendrán por ellos.
Me quedo con la memoria colectiva, con las gestas heróicas de pueblos que se enfrentaron al fascismo con las armas en las manos, como esa Rosita la dinamitera, la de la foto de arriba, que no hace mucho fue tapa de una novela de éxito en España.
Me digo.
No hay campitos ajenos. A mi hermano moscovita le digo que no hay países, sino pueblos y todos nos merecen y a todos merecemos. Que nos queda la construcción por delante de un mundo apenas mejor para los nuestros.
Mientras tanto un abrazo fraterno

miércoles, 15 de agosto de 2012

Cuestión de pensar II

Me voy quedando con ciertas lecturas, con ciertos recortes que me birnda la imaginación en esta construcción de realidades que voy haciendo. Me quedo con la pasmosa, para mí, certidumbre de cambio de paradigma, de cambio profundo que debe darse, no porque a mi me plazca, sino por las variantes acumuladas en estos tiempos.
España, la crisis y el resultado de este terrible momento que viven pueblos. España y el resto de los países sometidos a esta dictadura de ajustes, tiene la alternativa que Argentina no tuvo y es la de aprender de las luchas de un pueblo que resistió. España, Grecia, Portugal deben recuperar la política. Recuperar progresivamente su política monetaria, fiscal, comercial y cambiaria, pero para eso deben recuperar sus estados y para eso deben recuperar su soberanía política.
No es una receta, es la experiencia de la lucha.
Creo que para que haya recuperación debe haber un gobierno y una fuerza política capaces de dar la pelea por esta recuperación. La política se recupera con política. Sabemos que la economía es pura narración.
Las sociedades de estos países deben entonces recrear la forma d ela política. Cortar el flujo de dinero que se llevan los ladrones y los esbirros de los bancos. Comenzar a pensar desde otro lado los caminos de la políticade los pueblos ante la arremetida criminal de los poderes económicos.
El de la foto era Buenaventura Durruti. Anarquista y combatiente. Antes de hacerse grande en la guerra civil española ¿o debo decir revolución? Durruti estuvo por Buenos Aires, expropiando bienes a los ricos. Perseguido regresó a su tierra y ahí siguió con su tarea de enfrentar dialécticamente o con las armas tanto atropello legislado.
Vuelvo.
Hablan de ajustes, hablan de economía y el resto de los muchachos siguen con sus trabajos, besando a la patrona y dejándose besar como corresponde. Nos acurrucamos en subtes o colectivos y viajamos como siempre. Trabajamos y nos dejamos llevar a donde sea con tal de salir del sitio en donde estamos. Vivimos y después nos marchamos en silencio.
A veces, como hoy por ejemplo, descubrimos que el presidente de este país que echamos luchando en las calles, está siendo juzgado se nos calienta el almita. Sonreímos feroces.
Porque lo echamos luchando. Ese ajuste que prometían eterno se quedó apilado al lado de los cadáveres de los asesinados por la policía ese lejano día de diciembre. Luchamo padres e hijos, amantes y matrimonios contra la ignomia del poder financiero. Perseguimos siempre la ternura a pesar de los balazos y las cargas de la montada.
Hoy, De la Rúa enfrenta un nuevo juicio por sobornos a senadores y diputados para aprobar la llamada flexibilización laboral. Estos demócratas de papel, se hacen hoy los distraídos, no recuerdan o se ocultan en que esas jornadas son el pasado y que no vale la pena hablar de el. Sin embargo en lo colectivo, queda la sensación secreta del triunfo, de arrancarle al poder, un pequeña cuota del poder con la rebelión en las calles.
Todo es política. Desde los gestos mismos construímos políticas. Desde la lucha constante.
Nadie dijo que esto iba a ser fácil. Nunca lo dijo nadie.
Sigo pensando.
Por eso, los pueblos se nutren de ejemplos de otros pueblos. No hay desmedro en ello ni menoscabo. Solamente hay enseñanzas latentes, que esperan poder ser desarrolladas, no ya para la toma del poder, sino para vivir en paz, para volver a vivir en paz.
A lo mejor de esto se trata todo.
Un abrazo.