En Zona

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Todo regreso

Es siempre delicado. Dejar pasar el tiempo, asombrarnos por la historia y sus corcoveos. Avanzar y descubrir los cambios, los alejamientos de aquellos que creías eran tuyos, los encuentros con otros, esos otros que te mencionan y todo se vuelve amarillo, preciso, suave y hasta sorpresivo.
Los tiempos cambian. Los tiempos están cambiando y esa promesa no siempre es la esperada, sin embargo debemos mantener el pie, seguir el camino y seguir avisando a los otros, si se puede, de esta transformación.
Argentina acaba de darse un gobierno de derecha, fascista y difícil, después de 12 años. Los motivos son múltiples. Raros y extraños. Nos meten de nuevo en el dolor y la furia y uno que está en los últimos compases antes de mudarse de barrio, vuelve a descubrirse furioso, con rabia, áspero y contando de nuevo la tropa.
El amor no dura más que una rosa. Decidió el pueblo, jugar con pistolas cargadas. En cinco días, desde la asunción del nuevo presidente se han sucedido incontables cambios.
Desalojos por la policía y palos y amenazas. Dos jueces supremos nombrados a dedo, una disminución del salario de los trabajadores de casi el cincuenta por ciento. El cierre de programas y policías sin placas y de nuevo también, autos sin patente.
La transferencias de dineros a los sectores que más tienen es casi escandalosa y recién han pasado unos pocos días de todo esto. Recién van sólo seis días.
Y así vamos. También es de esperar que siguiendo las enseñanzas de este dios bipolar, descanse al séptimo día y nos de un respiro.
En fin.
Acabo de terminar este bello libro de un periodista y escritor argentino, que deslumbra. Es la recopilación de sus artículos, aparecidos los días viernes en Página 12. Artículos que hablan de escritores, de pintores, de poetas que en algún momento de toda su vida, hicieron o dejaron de hacer, diferentes cosas. Hombres y mujeres, que por segundos en la historia del mundo, imprimieron una pequeña huella. El trabajo de Juan Forn es notable. Una especie de aguafuertes, diferentes, distintas a las pensadas en su momento por el gran Roberto Arlt.
Pero lo interesante de es, que detrás de las pistas seguidas por Forn, se esconde un tremendo amor por el conocimiento, por las razones y por los motivos que condujeron a estos retratados a manifestar algo, que en su momento, creo, nadie logró entender a ciencia cierta. Así Los viernes, tal su nombre, conmueve como lo hicieron sus apariciones en el diario justamente ese día, que se convirtió en una especie de cita a ciegas. Pero además, también está la promesa de otros dos tomos más de esta pequeña enciclopedia arbitraria que hace este hombre que vive al lado del mar, en una playa por la que suele caminar y pensar su próximo paso.
Libro notable y querible para aquellos que aman la sutileza, el descubrimiento y la sensación de una cierta música literaria.
Cambio.
Comienza el verano, otros infiernos anuales nos esperan. Llega un fin de año para algunos con cierto fervor y para otros cargado de ciertas inquietudes y presentimientos tenaces. De todas maneras, la temperatura no ayuda a pesar de estar viviendo el año de la Corriente del Niño y todas esa fraudulenta información que manejamos con cierta alevosía.
El calor, el sol rabioso, las lentas tardes de siestas abrazadoras. No, no es nuestro mejor momento. Pero ahí estaremos todos entonando la salmodia de buenos augurios, de lo buenos que somos y de cuanto queremos a nuestros prójimos.
Después vendrá el largo verano argentino que dura demasiado, que suele durar como dos veranos de los españoles, por ejemplo. Y así entre moscas pegajosas y mosquitos traidores seguiremos esta ruta que  no es otra cosa, que nuestra pésima relación con el mundo, con las ideas y con ese sabor desagradable que suelen producir aquellos triunfadores de la nada, aquellos pensadores de la soberbia y esa rancia aristocracia del mal gusto, que desde la globalización dirige los sueños de todo el mundo.
A lo mejor.
Escuchando un disco del canadiense Neil Young se me pasa este buen humor que insisto en vivir. Disco grabado entre 1987 y 1988, en BlueNote Cafe. Con un formidable y joven Young, permitiéndose por ejemplo, el sonido de saxos y trompetas entre sus músicas. Disco doble que aparece en un momento justo pareciera, ya que las últimas producciones del guitarrista no han sido del todo acertadas o por lo menos, han sido solo aclamadas por aquellos incondicionales, que consumen todo lo que derrocha a su paso este tremendo músico que sigue generando de tanto en tanto, pequeñas grandes joyas de la música popular. Tal vez por todo esto este trabajos es notable. Entre julio del '87 hasta agosto del '88, en diferentes presentaciones, Young fue grabando canción a canción. Convirtiendo este trabajo en algo espectacular. Sonido e ideas, blues, rock y hasta secuencias de jazz, apoyan a esa voz difícil que siempre fue la de este héroe de la música, que desde los años sesenta del siglo pasado viene batallando a favor de la memoria, en contra de las guerras y diversas causas comunes a todos aquellos de buena voluntad que viven este mundo.
Disco imprescindible para que suene todo el tiempo. Para que nos acompañe mientras todo a nuestro alrededor se pone verde vida y nos distancia un poco de tanta pregunta y tanto dolor que nos están prometiendo.
Otro cambio.
Mis dos gatas. Pampa y Medio Pollo, duermen el calor. Todos jugamos a cierta locura, cuando se nos acaban las respuestas, sabiendo que las preguntas son eternas. Se retuerce la vida en esta inhóspita espera, que nos proponemos. Sin embargo, las gatas y yo, sabemos que el único que sabe que está solo, soy yo. Ellas ni se enteran y tampoco logran preocuparse por este andamiaje del pensamiento.
Esperan pájaros o ratones para la caza, para la revalorización de su historia ancestral. Persiguen culebras y sapos, duermen y comen y vuelven a dormir.
Fumo, mirando las plantas y ellas, se estacionan a mi lado. Así, a lo mejor es el amor animal, del que tanto suelen horrorizarse los ajenos a esta clase de mirada.
No importa. No tiene ninguna importancia. En el fondo, los días discurren y apenas, algunos de nosotros logramos percatarnos.
Entre los hallazgo de este año que termina, es mi reencuentro con una de las pocas obras maestras que produjeron las letras de mi país.
Leopoldo Marechal, fue uno de nuestros mejores escritores, Castigado por su peronismo, censurado y hasta lapidado públicamente por aquellos escritores de la "gente bien", quienes durante muchos años, aprobaron la prohibición y el olvido de este hombre. Sin embargo, años antes de aquel formidable momento político que vivió nuestra patria en la mitad del siglo pasado, antes de ello, Marechal escribió un libro que junto con Los Siete Locos y Los Lanzallamas, se convirtieron en las mejores novelas del siglo XX, por lo menos hasta casi los finales del mismo siglo. Es que el "Adán Buenosayres" es una obra total. Una novela en la que, leyendo atentamente se descubren otros escritores, otros poetas todos argentinos y contemporáneos  de Marechal, ocultos bajo otros nombres u otros seudónimos. Obra magnífica y ejemplar. Solo el tiempo y la memoria, convirtieron a este Adán en una de las obras obligatorias para los amantes de la buena literatura. A pesar de las prohibiciones y el olvido en donde quisieron ubicarla, la novela respira por sus propios medios. Una novela emblemática de este poeta, dramaturgo y escritor que fue Leopoldo Marechal. "Adán Buenosayres" es el ejemplo de un talento inaudito e imprescindible.
Pero además este escritor genial tiene en su haber dos novelas, una publicado en los años sesenta "El banquete de Severo Arcángelo" y la otra que apareció en 1970 y que se llama "Megafón o la guerra". Las tres novelas, configuran uno de los momentos más notables de nuestra literatura y que merecen siempre una relectura sabiendo que se trató de uno de los escritores más genuinos que pisaron estas planicies.
Sigo.
En medio de la censura generalizada no decretada pero si oficializada por los medios hegemónicos que apoyan a este gobierno, comienzan a surgir pequeñas agencias de noticias, que vuelcan todo en las llamadas redes sociales. Noticias que aparecidas así, en muchos casos no suelen ser comprobables. Lo cierto es que en pocas horas, los trabajadores perderán casi el cincuenta por ciento de sus salarios. La luz y el gas sufrirán aumentos demenciales, que afectarán el normal desenvolvimiento de millones de familias de menores recursos y la pobreza comienza a vestirse con sus mejores ropajes de alegría.
El paraíso neoliberal, es solo para unos pocos, que tendrán más y más. Y la democracia es la mejor mentira que han reinventado estos delincuentes asociados a jueces y fiscales, quienes juntos gobiernan en este especie de golpe de estado permitido por la burguesía parasitaria y el capital asesino.
Habrá que buscar nuevos métodos. Darnos nuevas armas para resistir el tamaño robo, que vendrá. Lo cierto es que este deberá ser lo más rápido posible, porque no tienen ya el tiempo de las bayonetas que antes poseían.
Tiempo de dolor. Tiempo de angustias.
Mientras tanto, en mi casita suburbana escucho música.
El viejo y querido Ahmad Jamal, más viejo que la injusticia, sigue haciendo música para aquellos que buscamos siempre algunos motivos para seguir insistiendo a reglamento. Jamal entrega este disco grabado en vivo en agosto del año pasado. Con "Live in Marciac" este pianista sabio, vuelve a hacer relucir toda su historia, plagada de grandes momentos y llena de talento, que enriqueció la música popular de buena parte de este planeta.
Disco para escuchar y volver a escuchar casi hasta que se vayan ellos, estos que nos gobiernan por ahora.
Vuelvo a Jamal. el jazz en esta segunda década del siglo XXI, suena en sus manos, como si el tiempo solo fuese un compás más. No hay antigüedad ni gestos teatrales. Solo hay música e imaginación al servicio del buen gusto, que aflora suave y de manera concreta. Talento y estado de gracia al mismo tiempo en las ideas de este pianista interminable y entrañable.
Diez canciones que no desentonan, diez momentos de una profunda devoción por la música que derrochan Jamal y los suyos en esta pieza de colección inobjetable.
Así.
Entra tanto saqueo y tanta violencia que se nos viene encima como una manta vieja y descolorida, la cultura sigue siendo nuestra trinchera. Desde ahí, desde este lugar somos mejores que ellos, que carecen de gusto y cultura para sujetar tanto fascismo depredador entre los pliegues de la historia. Allí, ahí, estos  abandonados de la idea, fracasan. Siempre lo han hecho y siempre lo seguirán haciendo, ya que suelen echar la mano a la pistola cada vez que se les nombre la palabra cultura.
Son unos fracasados a pesar del dolor que nosotros pondremos en las calles y en esta resistencia. Son unos fracasados insomnes que no tienen en cuenta, que la historia jamás se repite dos veces iguales. Una vez como drama y la otra como comedia. Y no lo entienden.
Un abrazo para aquellos que tienen memoria y no olvidan.