Pienso.
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El escenario de una batalla por darse. Los que tienen y quieren más policía, más protección y de ser posible, que esas colas desaparezcan de los sitios que ellos suelen frecuentar.
¿Lucha de clases? No. Desigualdad que de seguir a este paso, terminará conduciendo a muchos más a ese mismo sitio en donde hoy estamos los que esperamos cobrar para seguir en esta especie de búsqueda de nuevos collares y nuevos amos.
Cambio.
Deberíamos tratar de imaginar qué es lo que puede pasar si el discurso dominante de las corporaciones pasase ya por las plataformas digitales, por la red. Esta será la guerra del futuro. La red, internet nunca es neutra y las grandes corporaciones quieren manipular todo esto. Los grandes monopolios brindan hoy acceso a la red, no es casual, son empresas que deciden a quién brindarle el servicio y quién no. De esta manera regulan la información que transita de forma totalmente impune. La política de estos grandes conglomerados económicos es intentar determinar por donde debe correr la información. ¿Teoría de la conspiración? No, no creo en eso del todo. Pero si yo mando un mail a Buenos Aires, por ejemplo desde España, la información que transmito se ve mediada por Google, entonces primero pasa por los Estados Unidos y luego le llega a ese destinatario mío.
Va ser una gran confrontación, porque los que hoy prestan servicios de conectividad no tienen ninguna intención de cambiar el sistema. Las multinacionales van por dos caminos paralelos: primero por donde va la información y después por el de la manipulación de contenidos. Esta la perdieron, porque el usuario logra ya manipular y seleccionar la información que consume através del uso que hace de internet. Algo que perjudica los planes esenciales de la censura previa o el filtro de las informaciones.
Pienso.
Mientras escucho un disco maravilloso de Joey Barron, acompañado por Arthur Blythe, Ron Carter y Bill Frisell llamado "We'll Soon Find Out". Maravilla escuchar a estos tipos tocando como si el infirno fuese a estallar. Suena la música de este baterista que sigue sumando nuevas coordenadas para tratar de
entender por donde pasa la rueda de la música hoy por hoy. Está la guitarra de Bill Frisell bordeando los caminos y el gran Arthur Blythe en el saxo. Además del veterano y maravillo Ron Carte en el contrabajo. Música que sirve para destrabar tantas angustias, tantas tristezas y tantas futuras distancias. Rebelde, tengo para mí esta música que permanece, que escucho con una cierta pasión y una cierta admiración. Músicos que hacen música y que dejan volar la imaginación y ayudan a seguir construyendo una d elas mejores historias que ha tenido el siglo veinte. La democratización de la música. La música corriendo por todos lados, no ya para unos pocos y acaudalados señores que podían pagarse las entradas a sitios cerrados y exclusivos. Entonces un disco de jazz, de los mejor que se puede escuchar hoy por hoy, con los límites precisos que esta experiencia que se llama música tiene en sí misma. Disco notable, que a yuda a descongestionar tanta pesadez acumulada en estos tiempos que corren y que tratan de corregirnos a nosotros, los deconocidos de siempre.
Vuelvo al tema fundamental que para mi representa la música. Algo vital, vertiginoso, que por poco que pensemos, nos lleva a sitios diferentes. Nos ayuda a matetrializar nuestro discurso particular a la hora de enunciar o solamente a la hora de dejarnos llevar. Desde ese costado creativo uno, yo, puedo llevar a cabo ese dibujo en que se ha transformado un poco mi vida.
Digo.
Hoy, pareciera que una de las tensiones políticas que se dan, giran alrededor del tema "liberación o apropiación" de lo que llamamos bienes intelectuales comunes, que siempre pertenecen de manera incluyente a los seres humanos por su condición de tales. Entonces desde esta postura se puede afirmar que la cultura es infinitamente más valiosa, profunda y diversa qe la llamada industria cultural que solo sabe de producir bienes de consumo y a su vez enorme y cuantiosas ganancias concentradas en, cuando no, una pocos corporaciones comerciales. De allí, que uno quiere o pretenda avisar sobre este nuevo feudalismo digital, que intenta transformar la red en un modelo concentrado, asimétrico, lleno de privilegios para quebrar su lógica, riqueza y hasta su potencialidad. Por eso cuando se perciben discursos que hablan en defensa de los derechos de autor, cabe registrar la impresentable patraña de los mercaderes de siempre, que pretenden seguir ignorando el fin de una época. Como los estados, políticos y otras malas hierbas que nos gobiernan desde hace ya mucho tiempo.
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