En Zona

sábado, 23 de julio de 2011

El espanto de siempre

Mientras el verano predispone los corazones, los cuerpos y agota la posibilidad de la tristeza más radiante, la vida nos enseña que no hay forma de escaparle a la realidad. Al bochorno de la realidad, de la vida misma, que con sus cosas, buenas o malas, nos hace a nosotros de manera inmediata y mediata.
Es que esta época es sin duda una época interesante, siempre en el peor de los sentidos, me digo, mientras, tomo mate en mi balconcito madrileño.
El asesinato de Olof Palme, entonces primer ministro sueco, fue un llamado de atención allá por los años '80, cuando en plena calle a la salida de un cine en compañía de su mujer.
Ahora es Oslo y también la isla de Utoya en Noruega. De alguna forma, de alguna manera estos dos sitios escenifican el fin de la inocencia.
De a poco, hemos ido comprendiendo que no hay sociedades perfectas, que no hay sitio para paraísos terrenales y que los justos, siempre viven en otro lado.
Digo.
Esta matanza noruega. Una matanza más llevada a cabo en esa especie de envidia suculenta con forma de país, con estructura de nación desarrollada y liberal como suelen serlo estos países desarrollados, opulentos e igualitarios. Territorios de la felicidad aparente.
De una u otra manera, de a poco, se ha ido desgarrando el velo. Los amables, rubios y desarrollados, ocultan algo turbio, algo terrible detrás.
Por ejemplo y haciendo memoria uno recuerda al pasar a la brigada sueca que combatió al lado de los nazis en la segunda guerra en territorio soviético. También el alto grado de colaboración con el ocupante nazi que desplegaron los simpáticos noruegos, mientras entregaban a los resistentes a la Gestapo. Estructuras ambas, la de estos países vecinos, que quedaron casi intactas al finalizar la guerra.
Esto quiere decir, que estos nazis vernáculos, luego, con la liberación de Noruega, siguieron en sus puestos orondamente y que aquí, ya se sabe no ha pasao na de na.
Es que no existen sociedades perfectas, solo hombrecitos y ya sabemos, que de perfectos nada poseemos.
Un neonazi, un ultra, comienzan a definir los medios de comunicación. ¿Un nazi? se apresuran a inquirir los periodistas que aman las derechas. Se frustran otros, ya que el detenido es rubio, de ojos claros y no acumula rastros oscuros de los hijos del profeta. Lástima, se persuaden aquellos que se reivindican de derechas, no faltaran algunos cetrinos, sarracenos a sueldo para que sigan haciendo el trabajo sucio.
¿Cómo? ¿No han sido los musulmanes? ¿No puede ser? ¿No han sido grupos de izquierda?
Digo.
Reivindicarse de derechas es un disparate. Sin embargo los liberales con miedo siempre devienen en fascistas ¿Por qué será? ¿No? ¿Por qué será que el europeo medio se define de derechas? ¿Por qué a medida que la crisis continúa su viaje a las profunidades, al corazón del capitalismo, los liberales aumentan los controles fronterizos, la distribución de inmigrantes no comunitarios en diferentes ciudades, la expulsión en medio de la noche, las razzias y las detenciones sumarias?
La crisis amenaza, según los expertos, con arrasar a todos los países del sur de la vieja Europa. Según los cientifíficos del mayor robo, del tremendo expolio a las clases populares, si no hay una aceptación pasiva de las nuevas pautas, habrá castigo, como lo han hecho siempre.
Mientras tanto un neonazi, uno de ellos, blanquito, religioso, rubio acaba de masacrar a 91 personas en un paraje en donde nunca pasaba nada y que algunos referencian con un lejano país de fiordos y personas sumamente simpáticas y agradables.
Sigo y hago un punto.
Heredero de la palabra, también en estos día tuvo la ocurrencia de irse, un pintor que desde una perturbadora violencia, retrató una parte de la vida que nunca suele ser mencionada por los afamados periodistas de siempre.
Lucien Freud, nieto de aquel otro Freud, retomó las pistas de los expresionistas alemanes y la llevó a otro lugar.
Deshabitado, desierto, páramo. Modelos ancianos, personas con demasiada grasa a cuestas como para ser tenidos en cuenta por los patrones de las buenas costumbres, empleadas domésticas mostrando sus cuerpos habitados por historias, surcado por rastros de vida. Enalteciendo de alguna forma, la palabra cuerpo.
Gordos, vecinos, amigos de Freud fueron sus modelos preferidos. Su intensidad radica en el trazo. En la elección de un cuerpo desnudo, acostado. Perturbador de intensa libertad, de despiadada libertad.
Excesivas y decadentes venus, asumiendo las glorias goyescas, retomando el sendero del español, tal vez uno de los más grandes e intensos pintores que siguen marcando un camino incierto, pleno.
Freud se formó y formó parte de la escuela de Londres. Un sitio en donde Francis Bacon, Frank Auerbach y el propio Freud dieron contenido a una figuración de neto corte expresionista.
El pincel sigue detenido ante el lienzo. El modelo espera y el viaje hacia la vieja fábula de la creación sigue su curso.
Lucien Freud, un escapado de los nazis, demuestra entre sus apegos, los rastros de Otto Dix o Georg Grosz, alemanes que forjaron  una escuela llamada Nueva Objetividad, porque Freud era alemán o austriáco, antes que inglés.
Ahí quedan entonces esa densidad carnal, que como pocos supo hacer prevalecer este pintor. Porque al igual que Degás, Freud espiaba el cuerpo humano tratando de encontrar lo insólito que portamos a cuestas todos nosotros.
También queda el enojo de la reina por su retrato. Las ansias de modelos supermillonarias que deseaban posar desnudas para el pintor y ser inmortalizadas como lo que nunca fueron ni nunca podrán ser.
Pero el escándalo tenía su nombre. Porque Freud, más que pintor, fue un artista.
Para los puritanos ingleses, siempre fue un libertino, un alocado, nieto de Sigmund Freud, imposible de rescatar.
Tal vez una de sus últimas entregas al delicado mundo de la prensa basura de los Murdoch, haya sido cuando ya octogenario, entregó para la exhibición pública un retrato en donde se mostraba él de pie pintando sobre un lienzo mientras una joven desnuda se abrazaba a una de sus piernas.
El desconocimiento de la prensa, de aquellos que se horrorizan, de aquellos que aman las hogueras con alguien dentro es que no conocen la historia de la pintura occidental, a la que Freud siempre le rindió un culto sagaz, plagando de citas inteligentes de los grandes maestros del pasado muchos de sus mejores cuadros. De todas formas, no cabe ninguna duda que Lucien Freud ha sido uno de los mejores pintores británicos del siglo pasado.
Pero también y esto es lo formidable en Freud, es uno de los pintores figurativos mas originales, poderosos y perturbadores de esta época contemporánea.
Digo.
Si los que se asustan de un pezón, de una mala palabra, de un cuestionamiento son aquellos, que como decía Hannah Arendt se cobijaron en la banalidad del mal para justificar la pureza de la raza cuando comenzaron a ser juzgados.
Si los ejecutores aducen a la obediencia debida, cuando las cosas se tuercen e intentan escapar del castigo, cuando antes, alegremente fusilaban, torturaban o gaseaban seres humanos.
Si los que se asustan con lo diferente, con el distinto son aquellos que vienen manejando este mundo, quiere decir que estamos, que hemos hecho, las cosas muy mal.
A lo mejor se trata de ser mejor que aquellos que están en las antípodas de nuestro pensamiento. A lo mejor convendría releer a Sartre, a Primo Levi, a Paul Celan, al gran Imre Kertész, ese de sombrero que aparece aquí al lado.
Un superviviente de los campos de concentración nazi. Deportado en Auschwitz cuando tenía 15 años. silenciado luego de la liberación.
Digo.
Escritor secreto. Profundo y particular. Decidió, sigue decidiendo estar todavía vivo, para ver morir al último de los asesinos, algo con lo que no podrían contar aquellos científicos de la muerte planificada cuando arrasaron con medio mundo para frenar el peligro rojo, para dirimir la cuestión judía y para de alguna forma, repartir el mundo entre aquellos, que siempre quisieron manejar el mundo en provecho propio.
Kertész es un escritor que hay que leer, con detenimiento, con paciencia, con profundo sosiego. Porque como dice él, el pensamiento es el lamento de los hombres. Entonces sigueindo esa huella, vale la pena internarse por los caminos de este escritor fundamental.
Superviviente entonces, escritor silenciado durante décadas en la Hungría que nada quería recordar. Premio nobel de literatura en 2002 y poco frecuentrado hoy por aquellos, que siempre suelen buscar novedades terrenales, a pesar de ellos, sigue publicando.
Sigue dándonos parte de su corazón en cada novela, en cada página que desde el horror mas profundo sigue, a su manera, dilucidando los intrincados caminos de la mente humana, sus razones y sus pesares, para alegría si es que cabe, de aquellos que todavía siguen creyendo que la memoria es siempre un arma cargada de futuro.
Sigo sin fumar.
Ya es noche sobre Madrid. La cifra de muertos sigue subiendo en Noruega. Acaban de anunciar que Amy Winehouse ha muerto a los 27 años, como otros muertitos ilustres del rock and roll.
Ya se sabe, la vida a veces es una cosa terrible. Ahora vendrán los predicadores de siempre a decirnos que una vida de excesos permite esto. Que una vida de drogas y alcohol llevan por el mal camino. Que el pecado siempre se paga.
En fin, que siempre es más fácil ser de derechas que de izquierdas, que sale más naturalmente, porque todo está depositado al amparo de lo divino. Por eso, estos tipos siempre añoran la edad media, la infalibilidad de ese dios que hacia funcionar la vida.
Por eso siempre nos han recomendado portarnos bien. Ser buenos, obedientes, mansos y abnegados.
Winehouse, era todo lo contrario, como casi todos aquellos que no creen en el espíritu santo y la santa castidad de los sacerdotes, que no creen en la certeza de nada ni en la invencibilidad de los poderosos.
Por algo, siempre pareciera ser que estamos rodeados y son invariablemente para peor.
Mejor terminaré de leer "Diario  de la Galera" de Imre Kertész y trataré de saber un poco más, no de ser mejor ni esas cosas, sino solamente de saber un poco más, para mi propio coleto, mi propio devenir.
Un abrazo como siempre y nos estamos viendo.

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