En Zona

sábado, 31 de mayo de 2014

En medio de tanto otoño

Se termina mayo, mes raro si los hay. Se acaba en medio del disparate de este país, desbocado en torno del mundial que comienza en unos días. Todos nos queremos, nos abrazamos y emocionamos con lo bueno que somos una vez cada cuatro años y por veinte días. Es como el amor, que a pesar de todos no suele durar más de quince minutos cada vez y por vez.
El mundial, esta argentinidad al palo rebosando vitalidad en manos de publicitarios que arman sus mentiras y nos obligan a consumir esas mentiras, sabiendo ellos y nosotros que son eso, mentiras. Entonces  el síntoma es justamente esta avalancha de desmadres en pos de la futura alegría que nos habrá de sobrevenir cuando los héroes arriben a la meta. Así todo se posterga hasta la culminación. Suelen caer en cascada las secuencias de tanto amor desmedido por esa pasión que llaman fútbol.
Aburren.
Mientras tanto la vida sigue con sus cuestiones. Abundan los detalles de ese desencajado ejercicio que es que hacen los políticos para hacernos comprender que la política es algo sucio, terrible y que termina manchando a aquellos que se acercan a ella.
Entonces la mitad de este país, se declara apolítico militante. Vota, elige a su gerente de turno y después se desentiende. Mira con espanto a esa otra mitad, que posee un cierto grado de formación política, se asusta de ese país secreto que les es ajeno. Militan los salvajes piensan, los cómplices, los culpables de la situación de este país, ¡de lo mal que estamos, doña, por culpa de esta tiranía infame! Suspiran entre ataques de pánico, los de siempre.
Mientras tanto en el pueblito, comienzan a repartirse los puestos comunales ante la proximidad de las elecciones. La comuna, que no es la de París de 1840, late en torno de esos sueldos que habrán de llegarle al genuflexo de turno, los futuros arrodillados a reglamento. El pueblito, este que me habita desde hace un tiempito, se cuece en chismes a fuego lento. Se miran de reojo, se suponen futuros millonarios, se complota en contra del cambio, que no es cambio, sino la misma cosa, con otros perfumes, otras ropas, acaso otros ademanes.
Se muere mayo en ese amarillo desafiante. Se acaba el otoño, vienen meses de estar bajo tierra aguantando o esperando que pase.
Se diluyen los días de manera más triste. Se combate tanta zoncera alquilada, disimulando, conociendo al enemigo y sabiendo, que este, el enemigo de siempre, espera con frustración su tiempo. Sabemos por ejercicio de memorias, que si ganan ellos, van a arrasar con todo.
Me distraen los vecinos con sus alegrías.
Me quedo quieto escuchando sus emociones, recorro ese humor que se filtra entre los olores de un otoño que siempre huele a madera quemada. Así voy juntando pequeños fragmentos de este hacer, especulando con las certezas, pocas, que me rodean.
Reencontrando afectos que me abrazan y abrazando a esos afectos que me terminan que me completan de alguna manera. Que me construyen en un amor que neutraliza tanta lluvia en contra que es una de las características de este país casi indolente y banal, narcisista y efímero. Pero mío, único, posible.
Cambio.
La música me sigue seduciendo, me sigue convocando a esos rincones aislados en donde a veces vivo. Entonces choco de lleno con torrentes plenos y potenters. Con Bob Mould, me ocurrió algo insospechado. Lo había escuchado mucho en los tontos años ochenta. Algo me había gustado de este señor que toca la guitarra y canta. Después en medio del incendio que la gente bien había promovido en los años noventa, dejé de seguirle la pista. Nos separamos. Divorcio amistoso. Amable y discreto. Hace poco volví a él. Volví como se vuelve al amor, sin expectativas pero con audacia. Y renació la cuestión. Volver a escuchar los discos antiguos fue una especie de acertijo. De ahí, fui llegando a estos días y la conclusión, es que, el crecimiento ha sido parejo para todos. Este último trabajo doble de Mould es lo suficientemente bueno, como para llevarlo encima buena parte del camino que viene. Más relajado el barbudo, nos lleva a nuevas experiencias. Estamos en la segunda década del siglo nuevo y su música es una pequeña lección de talento. En las próximas semanas está anunciado su nuevo trabajo. Seguro que será una especie de atajo hacia ningún lugar, que en definitiva siempre es el mejor lugar a donde ir.
Bob Mould y su "Workbook 25" es imprescindible para tratar de soportar mejor esta realidad impuesta por los de siempre. Un disco pleno, dos disco plenos, uno de ellos en vivo son ese trago de buena bebida que casi siempre solemos merecernos
Por eso la música sigue siendo ese refugio para percibir el salvaje corazón que nos posee, riendo y peleando por algo, que en definitiva solemos ser nosotros y aquellos a los que abrazamos. Esos que nos hacen salir a las calles y descubrir que el resto, siempre nos tendrá miedos y recelos, porque la justicia y el amor, la ternura y el valor, está, estarán siempre de nuestro lado. ¿Por qué? Esto en todo caso le toca a cada uno formular su propio descubrimiento.
Dejo a Bob Mould.
¿Será que seremos, que debemos ser, más buenos en las navidades, en los cumpleaños y en los mundiales de fútbol?
Una reverenda tontería. El mundial de los multimillonarios correteando una esfera, haciendo que sufren, que son son felices. Que entregan su vida por esa patria que en el mejor de los casos no existe, salvo en los cubiles deleznables de los publicitarios. Mentirosos a sueldo. En fin. Más de lo mismo.
Un mes entonces, casi de dibujo animado alocado. Todos con sus banderas, sus pitos y alaridos. Todos con esa felicidad televisiva desbordando a cada momento.
Si ganamos y si perdemos, quedará la sensación de fin de fiesta, de fin de carnaval con las serpentinas bailando con el viento, el papel picado en el barro y el gusto a cenizas en las bocas de muchos.
Acabo de recuperar un libro imprescindible. Escrito por uno de esos últimos intelectuales europeos de izquierda que tuvo en ese momento ese continente. El italiano Primo Levi necesito pocos libros y su vida, para demostrar el horror que la derecha es capaz de diseminar por todo el mundo. No le hizo falta elaborar una teoría monumental ni polemizar con otros asalariados de la desmemoria que rapidamente salieron a desviar la memoria del dolor. Levi estuvo en un campo de concentración y sobrevivió. "La Tregua" narra el regreso de Levi desde el campo hasta su país. Liberado por las tropas soviéticas, Primo Levi entre los cadáveres y el horror de Auschwitz, reconstruye en esta novela su odisea para concretar el regreso definitivo.
Libro que se lee conteniendo el aliento. Que se debe leer a toda costa, ahora que los nazis han vuelto a ser considerados políticos y elegidos diputados o capataces de lujo en la Europa del bienestar comatosa. Ahora que vuelven repitiendo sus andanadas mientras el resto de políticos, comienzan a percibir nuevamente ese leve tufillo a miedo que habían olvidado.
Primo Levi, escribió, hay por las librerías una trilogía, con "Si esto es un hombre", "Los hundidos y los salvados" y "La tregua", que conforman esa autobiografía insoslayable y necesaria.
Me quedo leyendo, entonces ese recorrido que un hombre hizo en una parte de su vida. Me quedo con ese lento y moroso detalle que Levi nos hace descubrir, sin héroes y con muchos malvados. Con las vidas de aquellos dispuestos a todo para sobrevivir. Con canallas que puede ser cualquiera de nosotros en ese tipo de situación. Con la memoria de Primo Levi para acercarnos a esos días de primavera, que significó la llegada de las tropas rusas, la liberación del campo y una pausa en la pesadilla que vivieron estos hombres y mujeres.
Notable libro de este hombre triste, que un día de 1987 decidió ponerle fin a su vida, agregando un epílogo o una pausa a su vida y su obra, para en definitiva darle otro recorrido a una vida signada por la lucha.
Libro tremendo, necesario y de una actualidad rayana con la locura. Levi un gran escritor italiano, un intelectual necesario y por esas cuestiones sospechosas, hoy casi olvidado o postergado por las tonterías de los de siempre.
Así.
De a poco, este sábado se va complicando. Lluvias y otras humedades pronosticadas nos esperan para esta noche. Pero mañana, subirán las temperaturas y el solcito volverá a caminarnos por las espaldas para alegría de propios y extraños.
Me olvidaba: el capitalismo de nuevo a vuelto a considerar a los nazis una fuerza democrática, por algo será.
Compañeros, como siempre, que no sea nada.


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