En Zona

jueves, 17 de noviembre de 2016

El asombro asomando tibio



De a poco, casi como en un sueño se nos escapa este año, cambiante, loco y definitivamente inserto ya en un nuevo siglo. El anterior quedó sepultado. Los tiempos están cambiando. La sensación de cambio es palpable, la certeza de estar al borde de algo que no tiene nombre, que es en parte indescifrable y casi terrible.
Es, pareciera ser, algo que tiene que ver con el cambio. Ver, poder palpar dicho cambio, causa la sensación de estar ante algo impreciso. Rabioso, pero impreciso. Saliendo de ese nosotros, que a veces somos para enjuagar penas y miserias, nos quedamos en ese yo que a veces somos y que a veces, no tan seguido, logramos reconocernos en ese estadio.
El mundo se prepara para que la derecha haga la primera revolución del siglo. Entierran la globalización y ejercen la no representación como audacia no permitida. El mundo, ahora el mundo gira a la derecha y elige otro gesto.
La sensación de caminar sobre cristales. De pensar en lo irredento del destino, de la palabra, del cuerpo.  Un nuevo orden o desorden mundial comienza, acaba de hacerlo, se mezclan los olores y el enemigo de ese silencio nuestro, es la resaca como dicen del sistema. El excedente.
Acaba de cambiar el mundo y lo que viene, es a lo mejor como la película de Bob Fosse, Cabaret, con ese escena inquietante que retumba en las coincidencias de estos tiempos.


Acaba de mutar el paradigma, se disolvió y ya no queda nada. Sólo la tenue sensación de lejanía que acaba de ingresar en nuestras vidas sin darnos cuenta. 
La producción cultural también deberá modificarse, algo que deberemos tener en cuenta, ya que nuestros presupuestos de hace un rato, seguramente en breve no tendrán casi valor, en las próximas semanas habremos de envejecer años y años en contradicción con nuestros modos de analizar, pensar y comunicar.
Así de esta manera nos vamos habituando morosamente al asombro de derecha que se descuelga de esta historia que ha comenzado a moverse con peligros y amenazas para con los distintos, los diferentes, lo que vienen sin historia por detrás.
Me quedo pensando en la soledad que nos define. 
Mientras tanto en un lejano país del sur, el argentinito sigue pensando que el centro de todo, es él, somos nosotros y que el mundo, como siempre queda demasiado lejos de nosotros, de ese nosotros de opereta rancia.
Que no sea nada.

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