Con la muerte de
Fidel Castro pareciera cerrarse un ciclo histórico y potente que
marcó los ejes de la política continental desde hace alrededor de
57 años.
Rodeada, sitiada,
bloqueada, Cuba se enfrentó al imperialismo de frente, desudando de
una vez y para siempre el rostro imperial de los Estados Unidos para
con su patio trasero.
Expulsada de la OEA,
Cuba logró a pesar de todo esto, ser el faro de un continente
emergente e insurgente. Por lo tanto esta isla entrañable y querida,
se convirtió en el primer territorio liberado de nuestra América
Latina. Allí se derrotó no solamente a 11 presidentes de los
Estados Unidos sino que también se derrotó el analfabetismo y otras
enfermedades de la dependencia. Se hizo historia por lo tanto.
El Comandante Castro
se convirtió en ese paisaje que acompañó cada una de las luchas
populares de este continente. Su imagen, sus palabras y su presencia
conformaron ese espíritu rebelde necesario y emblemático.
Castro nos acompañó
desde aquel 26 de julio de 1953, con el intento de copamiento del
cuartel Moncada. Ahí y posteriormente en el juicio que se llevó a
cabo, comenzó una de las historias más profundas que se hayan dado
sobre el territorio continental de todo el siglo XX.
Después y
coincidiendo con las fechas, un 25 de noviembre de tres años
después, en compañía de Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos, su
hermano Raúl, Juan Almeida entre los 82 tripulantes que conformaron
la fuerza revolucionaria, se construyó una historia que sigue
emocionando como una verdadera gesta y que confluye de forma
inequívoca en aquel 1 de enero de 1959 con la entrada de los
rebeldes en La Habana, triunfante.
Hasta aquí, una
simplificada biografía de un líder importante y vital de
Latinoamérica, hecho que se confunde con la de su pais hasta
convertirse en una sola. Hablar de Castro es hablar de Cuba y
viceversa.
El viernes 25 de
noviembre de 2016 comenzó oficialmente el siglo XXI. La historia
mundial así parece describirlo. Nada de lo habitual y trágico que
forjó al siglo pasado parece haber sucumbido con el cambio de siglo,
es más, las contradicciones sigue latentes, las injusticias
continúan vigentes y sin embargo la muerte de Fidel Castro, tiene la
suficiente fortaleza simbólica como para definir por si sola, la
clausura y el posterior inicio de otro siglo en la historia de la
humanidad.
Esta es la historia
de vida de este mundo.
La carga de estos
hechos significativos, son en definitiva los mojones que la historia
va dejando a la hora de bordar el tejido interminable de la historia
del hombre sobre esta tierra, sus luchas, sus triunfos y sus
derrotas.
¿Con Castro se
cierra la historia? O ¿La historia de los hombres se hace a pesar de
los hombres sus nombres, sus hechos fundacionales?
Siempre el que se va
deja su marca, pero también es cierto que se lo reemplaza por otro
para seguir avanzando a pesar de la tristeza.
Por eso aquel 25 de
noviembre de 1956, el Gramma zarpando desde México no se dirigió
solamente y solitariamente hacia Cuba, se dirigió a todo un
continente de postergados, perseguidos, hambreados, de fusilados y
bombardeados, de encarcelados y silenciados. El Gramma con Fidel y el
Che, con Camilo y Raúl a bordo se dirigió a nuestra patria grande
para señalar la ruta, una de las rutas a seguir en pos de la
liberación nacional.
Anoto al margen.
En el año 1973,
siguiendo expresas ordenes del General Perón, la Argentina fue el
primer y único país en romper el bloqueo sobre Cuba, algo que nunca
fue perdonado por el imperialismo.
Otra.
“Antes de morir se
habrán destruido los Estados Unidos” dijo Fidel no hace mucho.
Semanas antes de este 25 de noviembre, Trump ganaba las elecciones en
dicho país. Irónico pero certero como en casi todas sus
apreciaciones.
Compañero
Comandante Fidel Castro. Presente!
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