En Zona

martes, 13 de noviembre de 2012

Es noche de fandangos




Siempre recuerdo la noche antes. Siempre me produce una rara sensación la noche antes. Los preparativos rudos. Los silencios interminables. Los nervios. Fumar a solas e medio de frío. Hacerse un café. Especular también a solas. El miedo. La angustia chorreando nombres.
Siempre, inocultablemente recuerdo la noche antes.
Habrá traidores. Villanos. Héroes y anónimos. Pancartas ingeniosas y de las otras. Habrá música, siempre la hay. Habrá un murmullo sobrecogedor a cada paso. Una sensación a corazón rebelde que golpea a cada paso dado.
Pero la noche anterior queridos. ¡Ah!  Esa noche es de lo mejor que tiene esta vida, corazones solitarios.
No haberla vivido nunca, es un pecado insostenible y perdurable.
Esta noche es lo mejor de la tarea.
Cuando  se preparan los fierros. Cuando la molotov descansa antes de fuego. Cuando la garganta todavía es virgen y joven, para el grito, para el insulto. Cuando el puño todavía es mano.
Cuando comienzan a plegarse las pancartas. Cuando todavía el olor a pintura sobrevuela nuestros cuerpos.
Cuando el cansancio es tal, que todavía, siempre quedan fuerzas.
Cuando los cafés esperan abiertos por los mejores, esos, que siempre son los imprescindibles.
Cuando las novias y mujeres, se quedan desveladas, para acompañarnos  con furia, con ese odio que construye, que nos cobija, nos da calor y coraje en camas liberadoras.
La noche antes de la huelga.
Ese es el mejor momento. El anónimo y casi secreto.
El que hacen aquellos sin nombre. Aquellos que nadie recuerda nunca cuando recuerdan.
La noche antes. La noche de la luna con gatillo. Casi la única noche que merezca ser recordada siempre.
La última noche de paz en la tierra. La noche en donde nos preparamos. En dónde sabemos que ellos también se preparan.
La noche de penúltimo toro.
La noche de la brea. Del agua con harina. De cigarrillos compartidos en la espera.
La noche de futuras insolencias. De permitidas rebeldías.
La noche del debut.
La noche sin amor pero con amor profundo. La noche compañera.
La palabra colgada del labio de la historia.
La noche del hiede la tiempo rotundo. La noche de las putas en celo. La noche del miedo de los parapoliciales. La noche como tortura muda que todavía no tortura en la sección al de turno.
La noche antes de la huelga general.
Esa noche que nos cobija, mientras se desarman las defensas y se arman las alarmas de los que que tienen miedo. Los de siempre, casi los mismos.
La noche antes de los palos.
Antes de los gritos y el dolor. Esa noche vanguardia que nunca tienen los enemigos.
La noche silenciosa de nuestros hijos con miedo pero calmos por la honestidad de nosotros ante tanta pregunta sin respuesta digna.
La noche antes, la de alquitrán y la cadena.
La espera en bares, silenciosos. La cita en otra parte. Las postas sanitarias. El que vende las banderas y sabe de nosotros.
La huelga general. Siempre.
El incendio previsto. La puteada justa en la garganta.
El dato preciso por donde escabullirse. La risa triunfadora dedicada a enemigo.
La justicia revolucionaria.
La noche antes. Los minutos difusos y eternos y los cigarrillos compartidos. La ginebra tibia. El café frío. La risa rabiosa, el sueño pertinente.
La noche compañera compadre.
La noche que anuncia un  cielo de banderas.
Un cielo de banderas rojas y negras, un cielo plagado de banderas que impidan las lluvias, que convoquen siempre a viento. A tanto viento suelto.
Por que sabemos que a ellos sí no los despeina el viento, los habrá de despeinar la historia.
Porque esta noche me quedo a cantar con los obreros y aunque nadie me invite, me voy con ellos en medio de la noche a perseguir ese brillo y esa idea, que ellos llevan encima como una sangre o como un juramento digno y casi eterno.
Me voy a la huelga general compañeros y que les garúe finito.

1 comentario:

  1. Bravo Martín!
    Esperamos impacientes tu crónica de lo ocurrido y sentido.
    Un abrazo!

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