En Zona

viernes, 4 de enero de 2013

Lo mejor siempre está por llegar


Vuelvo a caminar por este barrio, camino por el calor. Mosquitos, moscas, perros ladrando. Mercados callejeros de Villa Crespo vendiendo al sol. Pero la ciudad está fantástica. Desierta, sin gente, sin quejas y con tiempo. Se puede tomar una cerveza en calma, leyendo y esperando que llegue la fresca.
Los turistas está en pleno turisteo furioso. Compitiendo por un milímitro de arenas y esas cosas, que siempre disputan furiosamente los otros. Enero se sabe, no es mes para grandes furores ni apasionados besos. En vacaciones también se sabe, se posterga todo hasta marzo.
Camino entonces por estas callecitas, me rumoreo por dentro, que en unos días volveré a viajar. A alejarme de mis afectos. Cosas que tiene la vida, me digo mientras el aire aondicionado hace que me recomponga como es debido.
Espero en esta espera, que la suerte me sonría en estos cambios que se producen en torno a uno, que produce uno en torno de uno a mansalva.
Digo.
Europa sigue en su crisis. Los políticos, socios crueles de los ladrones, siguen vendiendo la misma mentira. Sin embargo, todavía no vino lo peor.
Irlanda hace seis años que está en crisis, la niña mimada por los liberales, sigue estrangulada. Portugal se encamina a una contracción económica considerable. España se derrumba. Italia y Francia acaban de reconocer que necesitan presupuestos equilibrados.
No por la distancia y cierto regodeo anticapitalista, debemos dejar de tener en cuenta algunas cosas.
De alguna manera no debemos dejar que una muy tonta autosatisfacción nos impida darnos cuenta del hecho obvio que allí algo está sucediendo, que todo proceso histórico, dirigido o no, produce cambios, y que conviene preverlos. Saber de antemano, que la crisis lejos de extinguirse, todavía no ha llegado a su punto más alto y que más temprano que tarde, llegará a estas orillas con toda su violencia a cuestas. De ahí que tengamos una nueva legislación antiterrorista que haría de las delicias de los amigos tiranos de Depardieu en Chechenia por ejemplo.
Pero vuelvo. Ya hablan de la eurozona alemana, que mediante sus políticas está convirtiendo al resto de europa en una especie de gran Alemania del Este. Un zona de crecimiento débil, salarios bajos, pobreza y sin ningún dinamismo económico. Así las cosas. Alemania de nuevo, cortando un pastel de profundas raíces nacionales. Alemania que no quiere mantener a nadie más, que quiere vigilar los bancos de otros países y no los suyos.  Voy a mi pequeña biblioteca ambulante y encuentro esto a raíz de lo que escribo: " Nosotros (los alemanes) somos- y esta debe ser nuestra divisa- buenos europeos, los herederos de Europa, herederos ricos y satisfechos, pero también llenos de obligaciones, herederos de muchos miles de años de espíritu europeo. Hay que tener cuidado con una política que vuelve estéril al espíritu alemán al hacerse vanidoso", firmado por un tal Federico Nietszche.
Digo.
A pesar de todas las opciones democráticas que imperan en este bazar de vanidades que llaman democracia, hay algunas cuestiones por lo menos, accesible a ser debatidas. Una vieja corriente política de este país, siempre intentó ver a las fuerzas armadas como el brazo armado del pueblo. Viejos chochos y rancios, respetan ese espíritu de cuerpo de las fuerzas armadas.
Intentan restituirle a esos guerreros preclaros ese sonsonete de la argentinidad. Viendo en ellos, ese alma guerrera y nacional y popular, que según ellos vive en el corazón del pueblo.
¿Se puede ser tan imbécil? Claro, porque el patriotismo siempre fue el refugio de los mediocres. Entonces hilvanan discursos de patria, ejército, nación.
Se emocionan con la bandera. Con el fervor inusitado del himno y esas ganas locas de ser bronce que tienen los de siempre.
El nueve de enero no voy a ir a recibir a la fragata Libertad, porque no tengo, como peronista, nada que festejar con los enemigos de los míos. No tengo ningún motivo para el orgullo de marketing, que nos quieren vender. Con los asesinos en potencia del nosotros, no quiero saber nada. Con los cobardes de Malvinas, los que huyeron si pelear, no tengo ninguna razón para festejar nada. Es más, destrabando el discurso imperante, estos fulanos, marineros de guerritas de entrecasa, no me une nada.
Por eso, no voy a ir a Mar del Plata a festejar nada, porque en definitiva si se trata de festejar habría que pensar en festejar con el pueblo y no con aquellos que en el pasado trataron de extrerminarlo.
Pero es propaganda. Este gobierno en año electoral necesita seguir con este disparate. Trata de hacernos creer que la política es el arte de siempre y se trata de entender las diferencias entre este modelo y los otros modelos que representan los que están más a la derecha de este gobierno.
Después de todo, esto, aunque no parezca también es peronismo y la derecha de este país, acaba de descubrir que cualquier cambio simbólico o de facto deberá hacerse con el peronismo. De ahí que la derecha, esos viejos gendarmes del pensamiento y los himen de este país, busquen en el peronismo quién será el oponente a este modelo.
Ninguno del resto de los partidos políticos tiene la más mínima chance. Entonces, se meten con el peronismo residual, burócrata, fascista y reaccionario. Ese peronismo de paladares negros, herederos de sindicalistas tramposos y políticos traidores.
En fin, que festejen los que no son peronistas este 9 de enero.
Pienso.
La política se habla a cada paso. Se construye y se resuelve en las calientes discusiones sobre la finalidad de la misma. Como estamos de vacaciones, descansa el músculo hasta el reinicio de las hostilidades partidarias. Nada.
Es un país raro. Somos un país extraño.
Miran con ojitos acuosos aquellos que sueñan con desalojar del poder a como de lugar a la ocupante. Mujer, para más datos. Resuelven forjar una oposición sin oposición o por lo menos, sin votos ni representación.
Entonces se disuelven en la espera. Fascistas e izquierdistas ronronean con la toma del palacio de invierno. Eso si, sin pasar por las urnas, ya que no los vota nadie. En algún momento, dije, me repito, estos habitantes de la nada son lúmpenes de derecha. Y ellos saben que es así. Ahí bailan enamorados troscos y fachos, con la bendición de la iglesia.
Quieren un frente. Pero para ello, deberán arremangarse y acercarse a lo peor de la sociedad de este país. Los peronchos de derecha. Los mismo de la triple A, del palco de Ezeiza. Los mismos que miraban al brujo y a la Chavela con las boquitas llenas de saliva.
Me calmo.
Desde hace unos días leo con infinito placer este libro que acaba de ser reeditado al tenor de la crisis europea. ¿Gran novela? O apenas un diario que narra el horror de la segunda guerra mundial en esa Europa justamente.
Curzio Malaparte, fascista primero y después enemigo acérrimo, cubrió para diferentes periódicos las historias del este. Allí, como aliado de los nazis, recorrió el dolor y el espanto.
Malaparte, un autor casi caído en el olvido es rescatado por Galaxia Gutemberg y esa posibilidad nos permite recorrer "Kaputt" con el gesto inquieto y la respiración casi entrecortada. Además Malaparte, que asi se llamaba para diferenciarse de Bonaparte, es el autor de una de las novelas más rotundas de la Italia vencida, de lectura obligada en sacristías, aulas y demás cuevas de la reacción. "La Piel" se llamó esa novela y todavía sigue encendiendo con su prosa la descripción del final.
"Kaputt", vendría a ser el comienzo de todo esta locura. Malaparte creía solamente en él, el resto siempre se le ocurrió menor y ajeno a su vida. Pero en este libro, más que una descripción de horrores, es un lento paseo por el sabor de muerte y miedo, que los jerarcas y sus señoras derramaban sobre los pueblos sometidos. Cenas en donde se habla del otro, como si el otro no existiera, como si fuese una molestia. Allí en esas veladas Malaparte retrata a los asesinos, como lo que siempre fueron, asesinos y carniceros seducidos por el olor y la sangre de los vencidos.
Libro impresionante, que golpea, justamente por esas cuestiones que siempre tienen los que escriben con talento.
Y como todo siempre tiene que ver con todo...
Mejor me preparo un café y espero que la lluvia venga de una buena vez en este infierno que nosotros llamamos alegremente verano.
Digo.
Pocas películas y pocas bandas de sonido me gustaron tanto en mi vida como esta. "Alfie" con Michael Caine, la de 1966 y no la patética de 2004 con el tonto de Jude Law.Vista y revista infinidad de veces. El cazador perpetuo, el depredador y seductor solitario, buscando el amor perfecto, perpetuo y definitivo en una mujer que no existe para nadiey que nunca existirá del todo, solo en partes, como siempre.
Filmada antes de lo correcto, cuando todo era una especie de disparate y la vida una danza alocada contaba además con una de las mejores y más contundentes bandas de sonido de casi toda la historia del cine. Para ello Lewis Gilbert, su director convocó a un talento desatado y llamado nada más ni nada menos que Sonny Rollins y al también legendario Oliver Nelson. Y ahí, además de la historia, está el secreto de todo esto.
Un tema y sus variaciones, dos genios de la música conformando en medio del estallido pop que aquejó a Gran Bretaña a mediados de los sesenta, un música que no deja indiferente a nadie. Un disco que vale la pena tener para comprender los senderos por donde pasa o suele pasar la creatividad sin luces ni titulares grandiosos. Dos tipos haciendo música para otro tipo que cuenta una historia en donde hay un tipo que actúa y uno se felicita de ver que tantos tipos, hagan algunas cosas bien.
Porque como siempre decimos en la esquina de casa, lo mejor, lo mejor siempre está por llegar.
En fin, que no sea nada...

1 comentario:

  1. Ya regresé, compañero, de los Urales.
    Muy contento de verte por aquí produciendo, después de aquella larga sequía.
    Como siempre, se agradece que a uno le hagan reflexionar.
    Por cierto, yo tampoco voy a ir a recibir la Fragata el día 9.
    Saludos!

    ResponderEliminar