En Zona

sábado, 12 de junio de 2010

Hoy juega Argentina


De alguna manera hay que explicar siempre lo que no sabemos explicar. O vivir lo que no sabemos siquiera vivir.
Pero por un momento, somos más felices que el resto de los mortales o por lo menos, sabemos que pertenecemos a una tribu, todavía resistente y pintada para la guerra o en pie de guerra. Por que sabemos siempre o casi siempre, que estamos rodeados y generalmente son para peor.
Seguimos siendo es rara controversia entre salvajes e ilustrados, que viven siempre al borde de lo peor pero que a nosotros nos parece siempre lo mejor. Puro sudor sudaca que seguimos viendo ese cielo azul grande que no es ni azul ni grande como decía el poeta allá por 1500.
Ahora que estoy lejos, en otro barrio, me reencuentro con preguntas, con palabras que me encienden en el color final de esta vida.
Hoy juega Argentina.
Hace algunos días, el presidente de Panamá, la patria de Omar Torrijos, asesinado por la CIA, decidió que ya está bien. Que los domingos se han hecho para trabajar, que es inadmisible que los trabajadores descansen un día a la semana. Que esa patraña de conquistas sociales es un maquillaje falaz de la vagancia, de vagos y malentretenidos, de malandrines que se dicen obreros, trabajadores.
Panamá marca el camino, ese que quieren los empresarios de la globalización, los dueños de políticos guampudos que hacen de sus países, factorías gratuitas de mano de obra sin dignidad ni orgullo. Factorías que un buen día deciden, que otro rincón pobre del tercer mundo es el sitio justo para sus empresas y allí van, dejando atrás a presidente falaces, políticos cornudos y su corte de periodistas gritones y por supuesto a los esclavos sin dignidad ni trabajo.
Hoy juega Argentina
Y desde aquí saboreamos otra vez la posibilidad de abrazarnos un rato a nuestro país. Otarios y piolas, convivimos durante 90 minutos en un sinfín de emociones o broncas tal vez, de alguna gambeta o algún gol a las nubes. Soñadores como somos, tenemos esa tenaz convicción al melodrama.
Entonces, hoy suenan tangos en algunas casas de argentinos, milongas bravas, en otras algo de Cerati, los Redondos también suenan por allá y la Bersuit hace lo propio un poco más acá.
Hoy habrá cervezas o tristezas, pero es casi lo de menos. Por un momento se habrá detenido el mundo y sus injusticias deberán esperar noventa minutos para seguir con su escarnio diario.
Hoy juega Argentina
Lautaro y Camilo siguen creciendo como árboles, como el famoso álamo carolina de Haroldo Conti.
Ellos sabrán contar los cambios, las idas y vueltas de tanta vida suelta.
Son la memoria y los tiempos por venir. La pasión desatada de un mundo, que los merece. Ellos son las puertas por donde habrán de pasar ilusiones y algunas tristezas.
Serán ese árbol que al borde del camino habrán de registrar los cambios uno en uno. Dejarán el detalle justo de una vida que les toca a ellos vivir.
En ellos, viven todos los pibes y pibas, que algún día decidirán que ya está bien. Que la pasión es un misterio, que arrasa todo y construye todo de nuevo.
Porque en ellos, en los Lautaro y Camilo renace la vida, vidita a cada paso.
Los duendes bailarán con ellos mientras pasan las tormentas, las palabras se les amontonarán en el camino y ellos, al final sabrán la verdad de las verdades y querrán como si fuese la primera vez que lo hacen y serán imborrables en la determinación de un mundo, de ellos y definitivo.
Hoy juega Argentina.
Y todos estamos concentrados. Algunos hacemos precalentamiento, otros aflojan las tensiones que anidan en el cuello. Algunos besarán la medallita, otros se harán la señal de la cruz, otro se pondrá la vieja camiseta del equipo de sus amores o la de la selección.
Por un momento estaremos como encendidos. Tratando de vivir esa curda de noventa minutos, tratando de empujar la pelotita al fondo de la red, como si nos fuese la vida en ello o como lo hacía Kempes cuando era una especie de león para tanto holandés de hojalata.
Mañana o pasado, seguiremos con la reforma laboral, con la explotación bien reglamentada y esas cosas. Pero hoy, solo buscamos abrazarnos un rato y olvidar esta condena de amores ausentes y de lejanías inexplicables.
Porque de alguna manera ese invento que es la patria, nos cobija. Nos da señas de identidad. Usamos el vos y el che. Retomamos esa vieja manía de ser lo que somos en países lejanos, elegimos por un momento, ese paísito de veras como decía Benedetti y con cierta distinción, poseedores de paladares negros, seremos técnicos de una ilusión que se repite cada cuatro años.
Hoy juega Argentina
Mientras los empresarios que inventaron la globalización, siguen juntado dinero a costa de los que trabajan, estos comienzan a darse cuenta, que la lucha será larga, que la lucha continúa y que y a pesar de todo, la memoria sigue siendo una herramienta formidable para salir de este letargo que los de siempre llaman post modernidad.
Una cosa es cierta. Europa es de juguete, el euro se desgarra y el discurso de un solo territorio se hace trizas ante la decisión de volver a lo que siempre fue: una vieja señora de derechas al borde de la locura senil.
Habrá que volver a pensar en la resistencia o dejarse llevar y esperar languidamente el camino a la ceniza mientras escuchamos el último de los Cowboy Junkies como una suave banda de sonido final.
Hoy juega Argentina.
Y yo, me preparo mentalmente para ese reencuentro con una Nigeria diferente en un mundial también diferente.
Algunos nos hemos hecho más viejos, pero no más sabios. Otros son más jóvenes y a lo mejor tampoco sabios. Pero todos nos encontraremos en un barcito de un barrio que se llama La Guindalera en una ciudad diferente solo para estar juntos.
Hoy no hay nada más que hacer, salvo vivir este momento y esperar, que la fábrica de milagros atienda y nos regale uno, mientras cerramos todo porque hoy hay fútbol y eso, eso es casi lo único que importa.
Nada más.

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