En Zona

sábado, 7 de mayo de 2011

Postales argentinas


Día 11

Son las tres de la mañana y la ciudad parece que duerme. Respira. Levita de a ratos. Sus calles son cicatrices que palpitan. Que respiran. Que laten. Los taxis registran diálogos. El sereno de enfrente, el que cuida bienes de otro, mira pasar autos, como una esperanza. Apenas como un sueño, que se repite casi a reglamento.
Esta ciudad, Buenos Aires es solamente el radical contacto con todo lo incomprensible que habita el mundo, que apenas nos habita a nosotros. Porque desde las tinieblas, somos nosotros.
El verde ya se está volviendo amarillo. Gardel canta cada día mejor pero lo hace desde el balcón del vecino y nosotros que no tenemos historia, nos dejamos llevar por una emoción profunda, nos miramos a los ojos y sabemos.
Pero, vuelvo. Lo incomprensible es justamente esto que contradice la cierta justicia. Todo acá, aquí es lo contrario.
El mundo es al revés. Por estas zonas lo blanco suele ser negro. Lo gris, el gris, es la jubilación que baila en la dura piel del terror que por momentos sigue siendo ley o creyendo que es ley.
Digo.
Gardel. Carlitos. Es solamente una de las formas del amor. Del engaño, del otro que siempre es mejor que uno. El mezcladito. Ese brebaje con el que pocos se atreven. Ese baile, sudor, camiseta mojada, amor "fou" que subsiste. Ese tango atrevido, que pocos bailan. Esa rodilla que invita a un quiebre en las sombras de un baile siempre marginal pero que sigue seduciendo como siempre mientras, los otros, esos, los últimos de siempre se apuran a llegar a casa, antes de que sea demasiado tarde para lágrimas.
Buenos Aires es una parte... Solo una parte de ese largo sentimiento que algunos llaman historia, conmovedora y pertinaz. Inexplicable. Futuro puro acaso, siempre.
Buenos Aires es a su manera, en su forma, solamente aquella verdad innombrable de la emoción. Es eso y mucho más. Algo que nunca es poco.
Una caricia. Un libro que da la cara por los demás. Una locura disfrazada de historias que convergen en algo, que aparentemente no tiene camino. El aburrimiento no resiste en esta parte del mundo.
Es una ciudad al sur de todo. Es un baile lento lejos de las miradas del resto del mundo. Aquí nos disfrazamos de nada y disfrutamos de la vecina que riega sus plantas mostrando el agua lenta que moja.
Trance de amores secretos, de confianzas con el viejo de arriba, de muecas de un mundo marginal que golpe a golpo, solo late.
Mientras tanto Carlitos mira de costado.
Día 13

Anochece. La ciudad se deslumbra en luces. Comienza a dormir una parte. La otra bosteza y comienza a vivir la locura de una noche más. Suenan tangos y cumbias del otro lado de las vías de un tren que funciona casi toda la noche.
El costado más sensual de esta ciudad se transforma. Bailan y el que no, mira. Pero bailan feroces, viviendo la tensión que casi no existe en otra parte de este mundo. Aquí se resuelve el amor, la pasión y todas las coartadas útiles para sobrevivir.
Digo.
Hay feroces defensores de la libertad de empresa. Otros se aferran a las buenas costumbres mientras miran culos de morochas desafiantes. Cornisas apenas de una ternura que sobrevive imbatible a tanto amor dispuesto.
Juzgan las copetudas a las no tan copetudas. El taxista que te rescata es apenas un viudo de tanto asesino profesional suelto, esperando con saliva en la boca por el próximo cadáver.
Alguien me habla de Roberto Quieto. Del "negro". Sin saber de quién habla en definitiva, pero hablan.
Las Bersuit suena y la cosa se pone espesa. Mientras todos los réptiles siguen preocupados por el asadito, dicen. Otros insisten con Roberto, un desaparecido por ser buen esposo y de paso ya que estamos con una historia que surge entre las sombras y no saben, ni siquiera comprenden que la vida de este país, siempre fue otra cosa, por eso solo escriben, hablan y alucinan con una historia, que como todas siempre son poco creíbles. Solo justificaciones coartadas de aquellos que no son, de aquellos que nunca fueron.
Buenos Aires es vida y muerte. No es otra cosa. Por eso Gardel mira de soslayo. Siempre, con ganas, siempre a propósito.
Por este motivo en esta ciudad nunca nadie tiene monedas. Los cigarrillos son baratos y las propinas demasiado altas.
Ya son las cuatro de la mañana y la ciudad, esta ciudad sigue latiendo. Este país desarrolla la tensión como única forma, única manera de entender la vida misma.
Aquí siempre es importante equivocarse una vez más. Es cuestión de aprenderlo.
Por esta zona del planeta es importante saber que todo marcha bien cuando está quieto. Solo es cuestión de estar atentos.
Asi Gardel. Carlitos, nos sonríe desde la foto, mira hacia la distancia y casi de costado y espera, como solo saben hacerlo algunos por estas tierras.

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