En Zona

domingo, 15 de mayo de 2011

Y Felipe se durmió


Siempre me pregunté, con ganas de perder tiempo, quiénes eran aquellos modelos que había elegido Quino para darle vida a los personajes de Mafalda, aquellos dibujos que forman parte de la historia popular y amplia que llevamos muchos a cuestas desde hace también mucho tiempo.
Incorporamos naturalmente maneras y formas de hablar desde la perspectiva Mafalda. En algún momento fuímos esa pandilla de niños que alrededor de esa nena de pelo negro, paralizaba a todos a su alrededor con un comentario, un gesto estático en un cuadrito en blanco y negro.
Ahora, leyendo los periódicos descubro que el tipo de la foto, entre otras cuestiones más o menos importantes, fue el modelo que eligió Quino para formar la imagen de Felipe. Un Felipe demasiado cansado siempre, cobarde y temeroso, por eso humano y cercano a nosotros. Un soñador de cosas irrealizables y lejanas. Un tipo entrañable que ocupaba siempre un sitio al lado de Mafalda.
El dibujo en el cuadrito sigue ahí. Retomo algunas ediciones de esta historia bien de clase media argentina. Tiras que se publicaban en un diario y que después se transformaron en una especie de libro de cabecera de muchas familias, que querían creer en algo diferente.
Digo.
Leo en un diario sobre la muerte de un periodista. Se llamaba Jorge Timossi. Un día, desde el puerto de Rio de Janeiro, a principios de los años sesenta se embarcó bajo otro nombre. Junto con él, en ese mismo viaje iban Rodolfo Walsh, Jorge Masetti, Gabriel García Márquez. Zarpaban hacia una isla resuelta. Iban impacientes y emocionados hacia la revolución.
Llegaron a Cuba y fundaron la agencia de noticias Prensa Latina. La primera agencia de noticias independiente del continente Solo así se podía ejercer un cierto derecho a la información. Información surgida desde el borde de una revolución que iluminó una parte ancha de este mundo.
Con Prensa Latina, se logró por primera vez, una cierta autonomía informativa. Una nueva mirada. Una forma de encarar las diversas caras de la verdad que hace casi cincuenta años azotaba a todo ese continente mágico de la mano de aquellos que eran dueños de los recursos de esos países, entre ellos, por supuesto el de la información sesgada. Los dueños de la supuesta libertad de prensa, que casi siempre se convierte en libertad de empresa y poco más.
Allí, entre ellos estaba Timossi.
Amigo de Quino, químico y loco, de una locura porteña y sentimental. Timossi, es el Felipe del dibujo, de la historieta, de las andazas de esa mujer, también bien porteña y lúcida que se llamaba, que se llama Mafalda. Como algunas mujeres que hoy llevan ese nombre, con cierta gracia y cierto desparpajo.
Felipes en cambio hubo muchos. Algunos buenos y otros no tan buenos.
Digo.
La historia es que Timossi, se convirtió en periodista. Se hizo hombre relatando, describiendo y edificando una profesión un tanto desprestigiada hoy.
Cubrió la invasión a Bahía Cochinos desde el frente de batalla. Certificó la derrota de los enemigos y rastreó historias de vida en ese hecho.
Fue, también por ejemplo, el último en hablar con Salvador Allende, rodeado por perros y asesinos. Lo hizo desde Santiago de Chile, entre la metralla y los aviones. Tomó el teléfono y hablaron los dos. Uno a punto de entrar en la historia como cadáver y el otro a punto de salir con otro nombre de Chile y regresar a Cuba para denunciar un asesinato que sigue siendo vil y cobarde.
Del grupo originario, fundador de la agencia de noticias, solo quedaban él y García Márquez. Ayer o antes de ayer, el corazón se le durmió al Felipe de carne y hueso, que seguía viviendo en La Habana. Tenía 74 años, había hecho de su vida un acto.
Por eso es bueno, volver a hojear las páginas de Mafalda y enfocar a este dibujo que lleva el nombre de Felipe.
Quedarnos con la ternura y la lucidez de una niña que arrojaba sobre el mundo, juntos con sus amigos unas verdades inmensas, desalojando a los adultos de su territorio inexpugnable, de sus adicciones de poder, ponerlos en ridículo como lo que solemos ser los adultos: unos simples ridículos a sueldo.
Vale la pena, ver a este Felipe en acción. Vivir sus dudas y reir con sus certezas. También conocer el modelo, que desde la visión de Quino, se transformó en un personaje entrañable, un modelo eficaz que todavía hoy continua hablando de nosotros, de nuestros hijos y de la poesía que de ellos emana raudales.
Jorge Timossi, también fue un personaje, cercano, amable y minucioso con su trabajo. Habitante de un paisaje, que queda lejos del norte, en donde bandoneones y guitarras perfuman el aire, en donde los niños de hoy, los locos bajitos que nos rodean, sin saberlo se parecen a aquellos Felipes y Mafaldas que deslumbran todavía hoy por la fuerza creativa de un tipo, que en medio de las noticias magras y oscuras de aquellos años, dibujaba cuatro o tres cuadritos para devolvernos ese territorio independiente y feroz que siempre fue la infancia.
Según sabemos hoy, casi todos los personajes de esta historia, están referidos a modelos vivos. Algunos, como Jorge, tienen nombre y apellidos, otros a lo mejor son ejemplos, confluencias de diferentes estilos o tipos.
No importa demasiado. Felipe se durmió. Nos quedan las pistas y los trazos de Quino para seguir emocionándonos y divirtiéndonos con esta historia entrañable y tan nuestra.

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