En Zona

miércoles, 4 de abril de 2012

Rasputiza

A veces, cuando uno está descuidado, deja de observar ciertas cosas o por cansancio nomás se deja estar. Otras las cosas se confunden en el tráfico incesante de nuestras vidas. No deletreamos perfetamente los nombres, postergamos los datos y bajamos la guardia. Nos ocurre lo mismo con el amor, con nuestros amores que por estar a nuestro lado, los dejamos de lado confiando en la buenaventura sobre los días por venir. Descuidamos las plantitas de nuestros balcones o terrazas, aduciendo que el cielo habrá de derramar agua sobre ellas  y  que las hormigas habrán de llamarse a sosiego de buenas a primeras. La costumbre. La costumbre de dejarse llevar, de girar al olvido y volverse inmune a lo terrible que siempre espera su oportunidad.
Pero este barro que engulle todo, esta rasputiza que frena todo es en realidad la realidad misma. Esa realidad política que llena de vergüenza, que justifica los pensamientos antiguos como las piedras.
El 2 de abril, el lunes pasado se cumplieron treinta años de esa guerrita llevada a cabo por dictadores y torturadores, pero que obligó a cientos de jóvenes a poner su cuerpo, a morir y a humillarse de forma demencial, como habían sido los años anteriores con los campos de concentración, con la destrucción de la industria nacional, con los desaparecidos y los muertos en combates  cobardes. Sin embargo, los socios de aquellos asesisnos siguieron haciendo sus negocios. El periódico La Nación, fue uno de esos cómplices a sabiendas que siempre, invariablemente siempre habrían de quedar ímpunes. Hoy socio del periódico conservador español El País, representan el esfuerzo desembozado a frenar a cualquier planteo que les escatime negocios. En su edición de esta semana, La Nación, a contramano del sentir histórico que la fecha tiene para muchos , puso en su tapa a ex combatientes ingleses rindiendo homenaje a sus caídos. Elige ese vocero de la derecha seguir siendo lo que siempre fue. Ponerse en la acera de enfrente y defender el concepto de los padres de la patria. Es decir, seguir siendo colonia de cualquiera que esté a tiro. Elige el periódico continuar con ese despojo de la verdad que alguna vez tuvo la profesión de ser periodistas. La Nación decide poner su portada a los enemigos de aquellos chicos que murieron en el sur por unas islas, lejanas, que servían a los planes de una dictadura apoyada en las páginas de ese mismo diario de derechas y que en el fondo son una muestra más de los pensamientos de dos familias, que creen ser los voceros de la gente bien de siempre. Los Saguier y los Mitre, siguen justificando desde sus puntos y comas, la locura de ser o lo que es peor, justificar siempre la miseria de los otros como un bien necesario. al tiempo que se desgarran las vestiduras en nombre de una libertad de prensa que nunca existió, que siempre fue un cuento rosa para infelices y púberes.
Pero no hay casualidad cuandose trata de negocios. Justo al lado de la foto principal, opinan sobre la presidenta, sus políticas y sus prioridades. Una editorial que vuelca su veneno y su encono, mimetizando con esas supuesta objetividad profesional, que en el fondo se trata de negocio. Editorial que un día después casualmente aparece en el periódico español, generando esa costumbre tan arraiga que tiene el periodismo: desinformar.
Asustar y reclamar castigos. Opinar desde la aspesia que siempre sienten como suyas los periodistas que creen ser esa especie de faro necesario de las democracias y el bien común.
Digo.
Se utilizan las técnicas de la vieja propaganda falangista. Desde ese emporio globalizante en donde se esconden los síntomas de una capitalismo hambriento, estos pensadores a sueldo indican, nos indican a nosotros los pobres burros de carga que ese país lejano, grande, que está al borde de una especie de colapso, ya que esa mujer que gobierna, se esconde detrás de momentos históricos pasados, para ocultar el mal profundo que viven los argentinos, que sin saberlo, votaron mayoritariamente un proyecto político o lo que vendría a ser lo mismo, la continuidad de políticas de inclusión y reparación. Algunas históricas y otras insumisas políticas, que tienen que ver con eso, que se llama justicia social. De volver a poner en pie a los sectores más necesitados, postergados y criminalizados por los poderes de siempre.  La Nación, Clarín otro propagandista de los dictadores de siempre y por supuesto El País, socio del primero en la enajenación de cualquier tipo de verdad que les prive de sus negocios pulcros y meticulosos, siguen con su curso, pen
Pero vayamos por partes.sando solamente en sus negocios, no en la verdad.
Pero veamos.
El publicitado modelo español hace e hizo, hasta naufragar agua por los cuatro costados. Ese potente golpe recibido a esa especie de éxito basado en la construcción, turismo, consumo exacerbado por el crédito a tasas bajas y una gran especulación financiera pasaron su factura. La debacle es notoria y sus grupos económicos, que buscaron otros horizontes, con preferencia hacia Latinoamérica, pudieron y pueden mantenerse a flote gracias a las extraordinarias ganancias que le reporta aquella reigón pujante, en especial Brasil, Argentina y Venezuela.
 España es una potencia de segundo nível de la zona euro, que no pudo alcanzar el desarrollo autónomo dinámico pese a más de dos décadas de crecimiento y a copiosas remesas de dinero efecutadas por la Unión Europea, motivo por el cual no integra el famoso y petulante G-20, siendo solo un actor de reparto invitado a las cumbres. De allí que siempre a uno lo asalte esa percepción latente y conocida de reconocer el olor a nuevo rico. Es que la autopercepción, que se construye como todas, que cuando recibe ese esperado y siempre anunciado golpe de la realidad, este es sumamente despiadado.
Asi España con sus políticos y sus empresarios a la cabeza, como el resto de españoles, siguen en pleno proceso de negación de su deprimente situación y se comportan como si nada hubiese cambiado, salvo aquellos que al borde de la cornisa comienzan a descubrir otra realidad. Por eso y a pesar de las afirmaciones en contrario el "modelo español" se reveló como un fiasco, una debacle cuyo fondo es difícil advertir
Rasputiza profunda. Densa y hambrienta. Frontera contra los traidores y los enemigos de siempre.
Me detengo.
Pongo música en este miércoles lluvioso. Me dejo llevar por la voz de una argentina que canta desde lo profundo de un país, que se desdibuja siempre y que cobra nuevos contornos, a veces audaces y otros terribles y temibles.
  Mariana Baraj, busca en sus raíces, en las nuestras, nuevas opciones para continuar desarrollando sonidos y palabras que atañen a los hombres de siempre. Se nota en su voz, en su intento de avanzar, en sus músicas y sobretodo en este disco llamado "Azucena y Margarita". Suenan voz y se oyen los ritmos que transita y convoca sonoridades radiantes. No es música que se escuche en la radio o que alguien silbe por la calle bajo el perfume de árboles bonachones y amables. Es música que lleva a razonar sobre los alcance de la creatividad, de los límites que se traspasan buscando nuevas opciones. Su voz  resuena, rebota contra las paredes ya anémicas de mi casa. Sobre las bibliotecas vacías. Sobre las despedidas crudas las que voy enfrentándome en estos días. Pero así y todo, eligo a esta mujer para que me cante desde el color que ella descubre para muchos que como yo, intentamos seguir construyendo espacios, azares y otros milagros con forma y ritmo de una música que por vieja, antigua, y casi sin pretensiones comerciales para las grandes empresas, sigue convocando desde ese sitio a aquellos dispuestos a conocer, a disfrutar con esta mujer talentosa y necesaria para la música de una región remota que continua encontrando nuevos cuerpos que la llevan encima como una porción de aire y otros juegos, que a veces nos asaltan a la hora de nuevos rumbos. Incontenible la voz de Mariana Baraj juega en los rincones de este pisito madrileño, de Hortaleza que pronto será de otro, de otros. ¿Quedarán las huellas entonces de ésta música para los nuevos habitantes que lleguen después de nosotros? Por nuestra parte a nosotros nos quedan los abismos que recorremos a conciencia siempre que haya oportunidad para hacerlo.
Hago un punto.
A veces las noticias, golpean y nos hacen añorar otros escenarios. A veces en medio de tanto desierto en el que hemos convertido este territorio que vivimos, nos llega una lágrima dibujada, se nos produce un costurón nuevo. Una cicatriz palpitante. Se detiene todo gesto. La sorpresa anida sobre nuestro hombro.
Gustavo Roldán fue uno de los mejores escritores de literatura infantil de la Argentina. Junto con tantos otros, alimentó la fantasía de muchos. Pero además con él, conviviendo en las bibliotecas de muchos de nosotros, sirvió para organizar las palabras de nuestros hijos. Para desalambrar tanta teoría y tanta terapia para educar a los más pequeños.
Era escritor y también fue carpintero. Se murió ayer y hoy conocí la noticia. Oriundo de una provincia lejana, el Chaco. Estudió en Córdoba, hasta que lo echaron de la universidad los salvadores de la patria, para recalar finalmente en Buenos Aires. Hizo crecer flores en los albañales de aquellas épocas. Ayudó a contener tanta pena desde sus palabras, desde sus construcciones y desde ese ejercicio de libertad irredenta que siempre es la apuesta por un mundo mejor, para ellos, nuestros hijos y los que les sigan. Gustavo Roldán escribió a destajo desde ese ámbito de lucha que siempre es la creación.
Se murió un hombre amable, con sentido del humor y con la conciencia de escribir siempre, como él decía, aspirando a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío.
Hoy la tristeza entonces tiene nombre y apellido. Ignoro si la luna lo echará en falta, ahora por lo menos algunos hemos muerto un poquito con el . Nos llegó la tristeza con sus tules que flotan cada vez que vienen a buscarnos a algunos de nosotros. Cuando vienen a medirnos las sombras, a sentarse sobre nuestras rodillas las penas y esas cosas. Se murió un escritor y la ternura, se deshace un poco más. Debemos esperar que tanta tristeza se duerma de una buena vez y seguir viaje.
Digo.
Rasputiza. Ese barro que frena.
Todavía queda tanto traidor, tanto tonto suelto. Todavía hay idiotas que siguen pensando que las tiranías están a la orden del día. Periodistas o ciudadanos provos, que creen que Argentina es más una desgracia que una conclusión. Gente bien, que aprecian los flecos de una modernidad a la cual están llamados en pos de esa cordura, vieja y loca, que les hace leer editoriales, sin entender lo que leen. Que les hace creer lo que dicen los periodistas a sueldo de la desmemoria. Todavía están estos tipos. Que comen los restos de lo que les dejan, aquellos que roban, que esquilman y que mienten. Siemrpe sorprende que estos defensores de las buenas maneras, olviden todo cuando, se cometen asesinatos en masa o destruyen un aparato productivo en pos, de las buenas maneras de los centros de poder. Sorprende que desde ese sentido común, que siempre será el menos común de los sentidos, estos tontos, se hagan eco de los giros que tiene el poder, para usarlos en nombre del bien común. Leen editoriales, opinan, apoyan y se dicen que en su país hay, existe una tiranía nefasta. Olvidadizos o pretensiosos arribistas, olvidan que hablan de una democracia, que costó 30.000 desparecidos, otros tantos muertos y presos conseguir mientras, ellos, aducen que nunca supieron nada. Miran para otro lado, se hacen los cosmopolitas, los modernos.
Distraídos.
Por eso si no los despiena el viento, a estos los va a despeinar como simepre la historia y de ahí nunca se vuelve. Se escudan en las maneras democráticas de las democracias avanzadas, que son lo que son, por esquilmar pueblos enteros, por robar y asesinar pueblos enteros de otras partes del mundo.
YPF o Telefónica, son excusas. Más tarde o más temprano, volverán a ser de sus dueños originales. Por más que chillen y se desgarren las vestiduras estos "defensores" de la democracia de otros. Del estilo de vida occidental y cristiano, vida de los otros siempre.
No hace mucho se los llamaba cipayos. El cipayo era el soldado pasado en armas al colonizador, para cobrar un azote menos que los otros. El cipayo es un traidor. "Malinches". Siempre los hubo. Escritores, periodistas, alcahuetes nobles y bufones de palacio. Militares y torturadores. Curas y empresarios. Todos son ese "use y tire" que los colonialistas tienen a su disposición en los países periféricos y atrasados.
Educadores de prosapia, leen editoriales emanados, como todas las noticias, de los dueños del poder.  Poder central, que los ignora siempre, que quieren cobrar más, que usan indefectiblemente, dejándolos vivir en sus ciudades avanzadas. Utilizar sus concepciones universalistas, cuando se refieren no a ellos, europeos de ley, sino cuando se refieren a esos negros desalmados que no reconocen la labor educativa de los desarrolladitos de siempre. Se olviden que por ejemplo, en España pueden tener la tarifa más baja de teléfonos, debido a los precios que cobran en esos países ignorantes y hoy mal educados y enemigos de las buenas y saludables costumbres liberales.
Rasputiza. Es lo que rodea todo. El olor del barro. El cuerpo de ese elemento que apresa todo. Rasputiza que se traga todo lo que quiera traspasar ese camino inabordable. Muralla que atenaza, tanta codicia y tanto espanto.
Rasputiza entonces para los enemigos de siempre.




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