En Zona

domingo, 12 de febrero de 2012

El Capitán Beto se durmió

 A veces las cosas sucenden sin más o con premeditación y alevosía como suelen ocurrir. Me quedan cosas sobre Luis Alberto Spinetta, recuerdos y por sobretodas las cuestiones, sensaciones, emociones y descubrimientos.
Recuerdos que me sirven para batallar contra el resquebrajamiento que sufre este mundo que habitamos, músicas, momentos detenidos en el tiempo en donde nos hicimos a nosotros mismos ayudados por la poesía intacta que derramaba este tipo para nosotros.
Así empuñando una fender o una ovation, nos llevó de vuelta cada vez, que nosotros insistíamos en perdernos. Así un día sonaba "La Cantata de los Puentes Amarillos" y todo volvía a acomodarse. Sonaba la canción y yo miraba pasar los trenes frente a mi ventana y despuntaba, así la sensación de eternidad que invadía mi casa. Otro uno recuperaba la respiración mientras se deslizaba por la voz del "Flaco" "Barro tal vez" de Kamikaze, ya habían llegado los hijos, que jugaban en el living de casa  llenando de voces tanta casa, secundando con sus risas y gritos la canción.
Así, ya en otra vida llegó "Cheques" y el corazón se apretujó en el pecho, descubriendo la salud de este tipo que nos seguía enseñando los secretos del camino.
Crecimos, muchos, con él. Nos dibujamos y nos borroneamos con su sombra. Aprendimos que la música debía, tenía que llevar poesía para que fuese la felicidad cobijando tanta alma errante.
Digo.
No puedo dejar de pensar en Spinetta. Pasan los días y no he escuchado ninguno de sus discos. No he leído ninguno de los obituarios dispuestos para él. Me alejé de la banalización a reglamento empuñada por los medios a la hora de estar, de ser intermediarios entre el dolor genuino, profundo y el oportunismo.
De esta manera, fueron pasando los días.
Algo fue serpenteando. De a poco, me descubrí pensando en el origen de todo esto. Recordé la rebeldía de aquellos primeros años, las ganas de hacer surco con otra propuesta. De ser diferentes. De elegir nuestras propias músicas, nuestras propias lecturas.
Los recitales en los cuales, a la salida, invariablemente estaba la policía, para llevarnos a la seccional. Los datos pasados de uno en uno, indicando fecha y lugar de algún recital. La búsqueda en las disquerías de músicas más cercanas. Aquellas contraseñas que nos llegaban recomendando tal o cúal libro que habría que leer para entender el mundo.
Las trasnoches en el cine Arte de Diagonal Norte.
El primer B.A.Rock, con Almendra en el escenario y los temas de su segundo disco.
Desde ahí, desde "Muchacha" a lo mejor, arrancó esta historia. O desde "Plegaria para un niño dormido" o "Fermín" o la que sea. Desde ese payaso en la tapa del disco. Hay para elegir, para recorrer, para construir lo que hayamos construído como generación.
Ahí estaba Spinetta, llevando adelante una propuesta. La palabra tenía música, comenzaba a tenerla y eso ya era una muralla contra todos los males de este mundo.
El tiempo pasó y entonces, la magia siguió ahí en cada canción, en cada intención de hacernos dar un paso más. Descubrí, así, sin quererlo que el Capitán Beto estaba en una nave estacionada en Buenos Aires, que el viaje se hacía sin moverse y a ninguna parte, que no hacía falta, que todo estaba ahí, al alcance de nuestras manos, de nuestras cabezas. La poesías, como alguien dijo, era un arma cargada de futuro y ahí estaba él. Estuvo siempre y siempre pudimos recurrir a él, a su obra, a su música y a sus ganas.
En estos días tristes, rotos por la confirmación del final, me pidieron que escribiera algo sobre Luis Alberto Spinetta. Lo hice por el recuerdo de mi vida, de nuestras vidas colectivas. Por ese sabor que a veces amaga con volver a mi boca, cuando escucho alguna estrofa o algún sonido que, proviene del rock, de esa música prendida a uno como un abrojo con memoria, y que siempre me suena a vida. A pesar de las edades que portamos todos a éstas alturas. A pesar de todo el fragor que nos pasó por el cuerpo, esa sensación sigue estando viva, a veces más otras menos, pero viva, casi con rabia.
Entonces escribí la nota para Magazine D-Revistas que viene pegada a esta especie de introducción o prólogo que quise hacer para mí. La música en unos días volverá a sonar en esta ciudad disfuminada y en pocas semanas más, seguiremos esperando el supuesto fin del mundo que según dicen los idiotas de siempre, predijeron en su momento los Mayas.
Pero por ahora me quedo con la memoria y el recuerdo de una música que sigue alimentando esta historia que vivo como la mejor banda de sonido posible, mientras el Capitán Beto siempre nos habrá de esperar a la vuelta de la esquina, como siempre suele ocurrir en las buenas historias.

http://magazinederevistas.com.ar/2012/02/el-capitan-beto-se-durmio-chau-luis-alberto-spinetta/

1 comentario: