En Zona

martes, 31 de julio de 2012

En el silencio

Mientras me dispongo a despedir este julio plagado de cuestiones, de relatos que se entrecruzan, de discursos interrumpidos y retomados, preveo una pausa. Mejor dicho me doy una pausa, descanso, me echo al costadito del camino, enciendo un cigarrillo y me dejo llevar por la observación. Es decir, dejo de explicar cosas, cuestiones. A veces me canso tratando de explicarme a mí mismo, cosas que pienso, que escribo, que me digo. ¿Exponer tanto sin tanto? Me quedo, seco, aburrido y casi final. Me digo, mejor esperemos hasta que aclare o mejor dicho, me digo como siempre:no aclares por que oscurece. Me dejo llevar entonces, con esta especie de rutina arqueológica que hago por esta ciudad. Me abrocho las orejas, no contesto chicanas, me callo la boca, me acomodo la bufanda, los huesos de este cuerpo flaco y dejo pasar estos días. Mis opiniones son los dichos que me sueño cada noche. A lo mejor, este país, este mundo, esta vida me pone así de pretendidamente serio, de profundo, de tonto que se oye y se seduce a sí mismo.
Mejor, me quedo, quieto. Me dedico a la música y por hoy me dejo de embromar.
Uno también tiene sus días, momentos en donde desearía ser parte de un decorado de una película, de esas baratas, olvidables y que pasan sin dejar rastro.
Entonces me digo: hablamos de cosas sin importancia. Dejemos que pase el tiempo y mañana, a lo mejor, retomamos algo de esto que me, que nos rodea y que trato por momentos de darle una definición justa.
Ahora que el pasado, se me hace a mí particularmente tan presente y que tenía olvidado en esa gimnasia diaria que implicaba vivir, decido hacer un alto.
Siempre me atrajeron los perdedores. Los que tienen esa vida que parece en blanco y negro. Esos, que somos sin darnos cuenta hasta que viene un tipo con una voz gastada y nos canta, canciones tristes, de vasos vacíos sobre la mesa de un bar en medio de la noche, sabiendo que la mujer que esperás o el hombre que ansías no va a venir. Este disco de Jeffrey Luck Lucas "Hell Then Divine" es perfecto. Es la ocasión ideal para disfrutar de las defensas bajas con ganas. Es oscuro, pero no denso. Es como el aire, ese que se nos pega cada vez que entramos en un sitio, del cual huyen todos o casi todos a pelear con fantasmas propios y ajenos. Seguramente hay otros exponentes de este tipo de canciones, ejemplos mejores y profesionales aclamados, pero este trabajo me llega particularmente, creo que debido a esa falta de reconocimiento que persigue a este cantante y compositor. Disco que se deja escuchar, tomando las debidas precauciones. No creerle todo y no dejándose llevar por la tristeza. Sin embargo, tiene además una serie de buenos momentos, que pueden sonar de fondo a una charla o a lo que deseen llegados a este punto. Buen y lejano trabajo de este cantante un poco oscuro eso si.
Se acaba el día. Enciendo la luz y miro por la ventana. Las luces siempre parecen bailar de noche. Sigo, sigue la vida.
Con sus cosas, sus injusticias y sus verdades a medias. Todos se cobijan y caminan más rápido para llegar al sitio a donde van.
Busco desdibujar cierto enojo. Destrabar cierta mezcla de sentimientos. Manías de un viejo casi impresentable en el que me voy convirtiendo a grandes zancadas.
Sigo.
Hallazgo. Esta es una de las mejores sorpresas con las que me topado en los últimos días. Akalé Wubé. Hace tiempo que la mezcla de sonidos de Etiopía viene sugestionando a muchos en occidente (si con minúsculas). Sin embargo los que suenan son franceses, que retoman y mezclan las músicas de África y las envuelven con un respeto, que obliga a buscar, a seguir buscando estas músicas que cruzan el mundo. "Mata" se llama y la alegría invade mi casa porteña. Una concepción, que y aquí elijo, no utilizaré términos de encasillamiento alguno. Es música, que rebota y que obliga a mover las patitas de puro contento. Definen estos franceses, por lo menos y por un momento, un respeto profundo por ese origen que se vivió hace muchos años atrás en la lejana y casi inventada ciudad llamada Addis- Adeba cuando allá por los años setenta, descubrieron y patentaron este ritmo. Así se cuela entre mis cosas, una música que hoy de moda y a pesar de ellos, mantiene una vida a toda costa. "Mayre", "Bazay" son solo algunas de las pistas que siguen estos buenos e inteligentes músicos que apuestan por un sonido que asombra y seduce, con talento y con respeto, recrean viejas canciones, aportando tal vez, un toqbuen gusto a la hora de hacer música de la buena. Hoy esto se llama "ethiope- groove", una marca que hacen los indecisos para tratar de sobrevivir al miedo, nada más.
 Y desemboco en un clásico. En un verdadero clásico de los años setenta. Este baterista de los años setenta, que acompañó a Jimi Hendrix, decidió un día de 1970 sacar su primer disco solista. Quienes por aquellos años buscábamos pistas, mi caso, chocamos contra este monumento de sonido. ¿ Pero es música para bailar? No, era y sigue siendo una lección de música. Confluencias de sonidos, que con una precisión asombrosa hacen de Buddy Miles y su "Them Changes" una especie de pequeña guía salvaje y deliciosa por los rincones de una música y el talento de un creador, que en medio de los tumultos que eran aquellos años, decidió tomarse un respiro y entregar un disco ejemplar. Valioso reencontrarlo hoy, con tantos fuegos cruzados y tantos desiertos atravesados. Asombra que no haya perdido ni siquiera un gramo de solidez. Un disco bello, profundo y sonoro. La mejor esencia de aquellos músicas que había desatado todas las tormentas imaginarias. Buddy Miles, creo que después de este disco no me interesó más. Pero en este me deslumbró. Por lo inesperado y por la sopresa de un talento oculto detrás de una batería. Cantante además y de los bueno. Un disco que contradice la imagen de la portada o a lo mejor no. Esa ya es otra cuestión.
Un trabajo perfecto de unos de los tipitos que estuvo ahí, en medio de la luz cegadora, que fue la música de los años sesenta y setenta. "Them Changes", "Heart's Delight", "Dreams" son solo pistas en una camino largo que la llamada contracultura inventó hace muchos, pero muchos años. Sigue  fresco y vital y siempre vale la pena asomarse un poquito a esa época.
Esto es el asombro. Leandro "Gato" Barbieri es, tal vez uno de los más revolucionarios saxofonistas argentinos de todos los tiempos, o por lo menos lo era y lo fue allá por los años setenta. Este es el primer paso de una serie de cuatro discos que planteó a principios de aquellos años. Ya era conocido y respetado en los Estados Unidos, mientras que por acá, era ninguneado por la gran mayoría. Pero escuchar este trabajo a la distancia, asombra. Esa mezcla de sonidos, de ritmos, esa búsqueda antes que nadie, es una especie de lección. Barbieri, por eso años, también habría de entregar una banda de sonido maravillosa de una película también maravillosa y obligatoria: "Ultimo tango en París" de Bernardo Bertolucci, con quizá la mejor actuación cinematográfica de Marlon Brando, alejado de tics y frecuencias aburridas. Recuerden, de esa película, que cuando dice su nombre, la película gira. El nombre, ya se sabe...
En fin, vuelvo al Gato. Este disco, suena a ayer. A hoy. Hay una furia y un talento que no para. Son solamente cinco temas. Para qué más. Recuerdo la primera vez que lo escuhé, en mi casita de un barrio porteño, al lado de las vías de un tren. Creo que mis vecinos de aquellos años le ocurría lo mismo que a mí, pero por motivos bien diferentes. No podía creer lo que estaba escuchando. Ellos supongo que tampoco. Pero era la felicidad hecha música. Con Piazzolla me parecía escuchar a Buenos Aires, con Barbieri a todo un continente, el mío. Ahí estaban los ritmos que cruzan esta tierra inmensa que llamamos Latinoamérica.  Disco endiablado y necesario. Un talento y una sorpresa que vuelve y vuelve a cada compás. Una obra esencial y perfecta.
Este es el trbajo de un virtuoso que acaba de aparecer. Un guitarrista que demuestra varias concepciones. Un disco de por sí llamativo. Wayne Krantz abandona el rock y se mete en una confluencia que lo acerca a otras visiones. Canta y se reune de algunos virtuosos que suman a este "Howie 61" buenas e interesantes propuestas. Un disco llamativo, con una buena resolución de estados. Es de por si, un territorio deforme el que plantea, pero aparecen referencias de lo más dispares, haciendo algo que llama la atención. Hay que escuchar " Check Yo Self" o "How the West Was Left" para darse cuenta del talento creativo de este tipo al cual no conocía y que sin embargo me llega en medio de un invierno manso a saludardesde su música. Bueno disco, mejor momento para pasar el rato y adentrarse en otras variantes de la creación que hoy por hoy surcan este pequeño arrabal, que llamamos mundo.
Me dejo llevar entonces por este fervor de siempre.
Escucho mucha música, es una especie de acertijo que yo mismo me planteo. Desde siempre y lo disfruto como uno de los regalos más intensos que he tenido y que tengo en este duración que llamamos vida.
Dejo para mañana la discusión, la toma de posición. Me doy un pequeño recreo y sigo, escuchando, deshechando y volviendo a escuchar. No hago catálogos ni acumulaciones, simplemente, cuando uno me aburre, busco otro y sigo las pistas que la inteligencia me regala a mí. No la mía, sino la de aquellos que me deslumbran con sus formas de pensar.
 Antes de pegar la vuelta definitiva, un día en Madrid, buscando inquieto nuevos márgenes desde los cuales accionar, descubrí a este dúo originarios de una provincia norteña de la Argentina. Del Chaco. Tonolec. Primero una sorpresa, que me hizo mover inquieto mientras trataba de descubrir la dirección. A la segunda intentona, el placer me dibujó una sonrisa en la cara. Esta mezcla de tiempos modernos con la música de uno de los pueblos originarios, los Tobas me deslumbró. Charo Bogarín de la provincia vecina de Formosa, periodista y cantante y  el chaqueño Diego Pérez conforman esta unión potente. Entonces se mezclan las culturas. La ancestral, la de los Tobas y la de hoy, la de este mundo vertiginoso. Se mexclan, mixturan finamente y logran un sonido que atrae, que permite distinguir ritos de ese pueblo originario con los sonidos de este otro mundo. Tres discos editados conforman esta audacia argentina. Este "Los Pasos Labrados", es hasta ahora el último de una búsqueda intensa. No es fácil. Cuesta entrarle y cuando se entra, se descubre otra manera, otras formas de hacer música de ese paisaje que solemos ser los hombres y mujeres de este mundo. Pero también Tonolec es una apuesta que conlleva una serie de cuestiones, que no hay que olvidar y una de ellas y para mí la más importante, es la de la conservación de esa tradición de aquellos pueblos que estaban antes que el hombre blanco.
En fin un disco tremendo y necesario para seguir creciendo.
Una de las importancias radicales que tuvo a música del siglo XX, fue sin lugar a dudas la de romper fronteras, traspasar y avanzar de forma constante. Para algunos, la múscia de ese siglo es desconocida y rechazada por completo. A lo mejor se deba al poco adiestramiento que las burguesías nacionales tuvieron a la hora de seguir evolucionando con la música. Otros la encuentran difícil, imposible de tararear o sencillamente disparatada. Sin lugar a dudas el Kronos Quartet encarna esa especie de vanguardiaque también fue investigando en los últimos tiempos diversas concepciones. En algún momento estos cuatro músicos de cámara volvieron su mirada a África, después encontraron a Astor Piazolla y crearon un disco imperdible, del cual ya hablaremos en su momento. Aquí el Kronos se cruza con un dúo finés integrado por el acordeonista y aventurero Kimmo Pohjonen y por el gurú y sampleador Samuli Kosminen. Así entre todos desencadenan este trabajo llamado "UNIKO", editado durante el año 2004, este trabajo ilumina algo, tal vez demasiado sobre el panorama de la música móderna de las orillas del Báltico. Música que por supuesto no tiene frecuencias televisivas ni desaforadas promociones comerciales, pero que sin embargo año a año, deslizan una producción, cuidada, esmerada y por sobre todas las cuestiones talentosas. El Kronos siempre me atrajo, me parecen perfectos y audaces. Con eso, a veces me basta y sobra para seguir adelante.
Antes de cerrar el último día de julio con este fervor porteño por la música, quiero elegir un último disco, que me acompaña desde hace algunos años y que cada vez que suena, vuelvo a descubrirlo nuevamente.
Alexander Sipiagin, "Sasha" para los amigos, trompetista ruso, creativo y sereno. Dueño de una especial manera de frasear con la trompeta, demuestra que el jazz como la buena música en general no es patrimonio de nadie y si de aquellos que pueden seguir haciendo buena música. "Images" del año 1998, es una pequeña obra de arte, un trabajo medido y lleno de lecturas, de buenas lecturas, de buenos momentos. Además este trabajo fue el debut de Sasha, incuestionable aparición en escena. Disco impecable en varios sentidos, notable repertorio, interpretaciones de lujos y por sobre todas las cuestiones un equilibrio, que catorce años después, siguen prevaleciendo en torno de una brillante idea. La música que este ruso destila lo colocan en un sitio entre los mejores con su instrumento. Escuchen si pueden las bella " Novgorod Bells", una canción tradicional en una versión de casi trece minutos, en donde Sasha y los músicos que lo acompañan brillan cada uno en perfectos solos y la querible versión de un primerizo Pat Metheny llamada " Midwestern Night Dream" que este, el norteamericano grabara allá por 1976 y que en año '98 rescata este ruso con una capacidad para asombrar y hacernos emocionar a aquellos que vivimos de estos momentos.
Momentos que otros nos brindan y que nos permiten descubrir nuevos espacios y nuevas maneras de entender lo poco que podemos entender.
Así las cosas. Hago la plancha. Dejo la discusión para mañana. El fervor del pensamiento, el país, la política. el género humano, bien puede seguir viviendo o muriendo sin mí. Hago un alto, respiro lentamente y espero que el asma se me diluya entre tanta humeda persistencia.
Mientras tanto disfruto de esta música como una droga sagaz y me dejo llevar.

En fin, ya casi es agosto y los fríos como siempre en este país, se reservan para este mes. Así que bufanda, gorra y barba y a salir a las calles, que para eso se han hecho.
Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario