En Zona

jueves, 18 de octubre de 2012

Postales porteñas III

De a poco me voy despidiendo de esta ciudad. Me voy unas semanas a Madrid. Me alejo de esta primavera lenta y me adentraré en el otoño tibio de una ciudad tierna como esa.
Salgo a caminar, recorro las paredes de viejos barrios plagados de fantasmas. De señas y de algunas contraseñas.
Me planto en un café de Dorrego y Vera, viejo café con precios de Londres o París. Miro la gente pasar, rápido, sin aliento. Me quedo escribiendo en la mesa del café, mientras las horas se desnudan.
Pero camino.
Buenos Aires es una ciudad abierta. Las paredes ya lo he dicho. Me repito. Son territorio de aquellos que quieren dejar marca.
Entonces, es una especie de cuadro que se transforma todo el tiempo, en todo momento. Quedan o circulan los colores, le cambian el rostro y se agradece. Curzarse con Carlitos en la puerta de un garage, siempre con esa sonrisa eterna, con esa sensación de ser el bronce que ríe, que cada vez canta mejor y cosas por el estilo. Pero es que Buenos Aires es eso, y todo el resto. Se desvive y se vuelve a vivir una ciudad, sin límites, extensa, dificultosa y viva, que respira de manera agitada a cada instante. Que resopla y que se mueve.
Es que esta ciudad se mueve todo el tiempo.
Se juegan en ella millones de historias. Nunca queda desierta, salvo los meses de verano. Siempre cobija a uno más en la suma loca de vivir.
Buenos Aires, es particular. No es Argentina, sino que pareciera ser un país diferente. No mantienen ningún punto de contacto con esa otra realidad, si más latinoamericana que transcurre en el resto del país. Es por estas calles en donde la historia se discute, en vez de hacerla. Se extranjeriza al resto del país y solo se tiene patente de ahbitante de esta tierra aquel que habita esta especie de ciudad tercermundistacon aspiraciones aristócratas.
Digo.
Creo que no hay ciudades buenas o malas.Uno las hace según lo lleve el viento. Buenos Aires tiene ese toque profundo, que suelen darle sus habitantes. La charla eterna, la cátedra servida en una mesa de café. El arrebato emocional en la discusión. La pelea de todos los días al salir a la calle. La histeria que corroe a hombres y mujeres por igual. La sensación primaria de saber que se está en un sitio en donde la historia no transcurre sino que se escribe a cada paso y que ese dios amarrete es ciudadano de este puerto.
Asi lo creen, así lo creemos los porteños.
No hay sociología que nos contenga. No servimos para eso.
Pero. Salgo a caminar y me sigue maravillando a cada paso. Sigo descubriéndola, me sigue inquietando y me seduce a cada paso dado. Es un ciudad grande, terrible y caótica, sin embargo tiene ese aire señorial decadente que la hace atractiva, algunas callecitas son un cuento, algunas fachadas una especie de obra de arte olvidada por algún artista loco, que tuvo la suerte de pasar por allí y descubrir un lienzo gigante de piedra o cemento. Así adornada va esta ciudad y me regala colores rotundos.
Pienso.
Ahora que vienen tiempos difíciles, quizás duros, los que vivimos en esta parte del mundo sabemos que por aquí las suertes se echan con inusitado fervor y que la mayoría debe apelar a su memoria casi celular para andar esquivando escollos.
Se vienen, porque las condiciones imperantes del norte desarrollado habrán de derramar sobre el sur, para muchos emergente y para otros solamente subdesarrollado, las consecuencias de mantener tanto banco y tanta estafa legislada.
Entonces, seguramente las cosas volverán a enturbiarse entre nosotros. Siempre fue así y siempre seguirá siendo de esta forma. Es que los que perdieron poder, quieren volver a poseerlo y los que lo tienen no tienen demasiadas ganas de perderlo. Está bien, esa es la ley.
Pero se juegan otras cuestiones. La definición sobre el país que quiere prevalecer. Esos países contrapuestos se someten a ideas también contrapuestas.
Sigo.
En pocos días más me voy por un ratito a otro amor. A otra realidad y a otros dolores. Realidad y dolores que también son los míos. Como gato que soy, vuelvo a la ciudad de los antiguos gatos. A confundirme con sus gentes y reencontrar rastros.
Una obra de arte. Una pequeña joya de talento que se deja escuchar absorto. La pianista brasileña Eliane Elias, junto con su compañero Marc Johnson crean un disco notable. "Swept Away" con composiciones de ambos en la mayoría de los casos crean un trabajo demoledor. Es junto con el resto, Joey Baron en batería y Joe Lovano en saxos, la conjunción perfecta para una música también perfecta. Disco para disfrutarlo a grandes bocados, ya que ninguno de sus momentos es descartable. Jazz del mejor nível, música que hace recordar al legendario Bill Evans y su manera de fundar una corriente musical con un trío en uno de los mejores e inolvidables momentos de la historia del jazz del siglo pasado. Elías oriunda de Sao Paulo, Brasil y radicada en Nueva York, ha demostrado, después de muchos años de trabajo intenso, ser una de las pianistas más interesantes de estos tiempos. Su música ha mantenido grados de lucidez que el transcurso de estos años le ha brindado la oportunidad de poder elegir su propio camino. Otro hecho para destacar es la base, Johnson y Baron vienen tocando juntos desde hace muchos años. Sus participaciones en diferentes trabajos les ha ido dando un perfil particular y facilmente identificable. Además Johnson fue el último contrabajista que acompañó  Bill Evans y eso, eso siempre se nota.
Bueno disco, se deja escuchar con deleite y se disfruta como todo buen descubrimiento.
Sigo.
Deambulo por la ciudad, reencuentro viejas calles y me interno por ellas. Recorro una ciudad al borde de un río ancho y marrón. Siempre portando un libro y un cuaderno y la música que me acompaña a todo momento.
Me deslumbro en el norte de la ciudad con una pared pintada con un retrato.
Es nuestra Isabel Sarli dibujada en un paredón. Musa poderosa de nuestras fantasías más espectaculares. Nos escapábamos de la obligación de ir al colegio, para filtrarnos en salas oscuras de cines ya viejos, para dejarnos llevar por ese cuerpo. Abrumados, pecaminosos, exultantes y audaces, vimos sus películas. Mejor dicho, la vimos a ella. La trama no tenía importancia, solo teníamos ojos no a sus ojos o su talento actoral precisamente.
Nuestros desvelos adolescentes o pre adolescentes, tenían su imagen y a su imagen y semejanza, nos hicimos con paciencia, noche a noche.
Después la realidad que es una invención de la imaginación nos llevó a mejorar en algunos casos nuestras prácticas, con personas de carne y hueso, que ayudaron y mucho a nuestro desempeño amoroso.
Pero con la "Coca" Sarli era un paraíso. Que me importaba la clase de historia o geografía, si con lo que tenía enfrente me alcanza para comprender todo lo que debíamos comprender. Ahí estaba ella, amando, sufriendo o gozando y aquí estábamos nosotros compitiendo para ser merecedores de esa angustia que nos corroía insensatamente en la oscuridad de la sala.
Hoy Isabel Sarli ha sido nombrada "Embajadora Popular" del país. Y se ha hecho justicia a pesar de los millones de argentinos, de regimientos, legiones de habitantes de este país que no prosperaron, que se perdieron por esta señora actriz.
Camino entonces y me quedo extasiado mirando a la mujer del muro. Me quedo quieto y me sonrío, recordando esas tardecitas de cine y respiración entrecortada, que nos aquejaba ante cada aparición suya.
Y ahí está, en una pared, dibujada y radiante, esta mujer que visto su cine hoy, no deja de ser algo hasta enternecedor y en algunos casos, valiente para los años de oscuridad que debió sortear para poder mostrar sus pechos en paz.
En fin, Buenos Aires a veces es esto y mucho más.
Hasta la próxima.

2 comentarios:

  1. Se agradece mucho este nuevo paseo por Buenos Aires.
    Maldita mala suerte de fechas y billetes de avión que nos han privado de unos buenos cafés...
    Nos debemos muchas charlas, y espero que lleguen pronto.
    Mientras, disfrutaré leyéndote.
    Un abrazo, compañero,
    Enrique.

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    Respuestas
    1. Así es, por unos días nos quedamos sin cafelitos en la glorieta. Pero no faltará oportunidad para reencontrarnos. Yo tambiém mientras tanto me dedicaré a leerte y aprender como se debe.
      Te mando un fuerte abrazo compañero
      Martín

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