En Zona

domingo, 11 de marzo de 2012

La lengua que migra

A veces, encontrar lo que se escapa, atrapar lo que se mueve es tal vez y a la vez, el único trabajo que siempre tenemos, en eso andamos, en eso estamos cuando nos asalta la desolación de la palabra, tenemos una lengua y nunca es nuestra, un habla que nos habla. La lengua es eso mismo que no se deja poseer, pero que, por esta misma razón, provoca toda clase de movimientos de apropiación.Por eso, guardo libros legendarios, que me acompañan siempre. Que están ahí en mi costado, atravesando fronteras, esas palabras que me muerden como las que dicen: “Tiempo del corazón, los/ soñados representan/ la cifra de medianoche./ Alguno habló en el silencio, alguno calló,/ alguno se fue por su camino/”. Es Paul Celan, un poeta luminoso y esquivo, una tormenta que sigue buscando nuevos perfiles para seguir encandilando. Seguir seduciéndome como la primera vez. Porque Celan es una marca hecha a fuego en una lengua que no fue la suya, el alemán le sirvió para tratar de resolver el enigma, escribiendo desde adentro de esa lengua adoptiva de la muerte misma, que significa entender el horror y el espanto de los campos de concentración, de la locura planificada a costa de la muerte, de lo absurdo de ese mal banalizado por el resto.
Celan poeta nacido en Rumania, encarcelado por ser de otra raza y trasladado a un campo, en donde su familia se pierde en esas listas de dolores. Pero el fue poeta.
Eligió la palabra, fue un meteoro, un destello de luz interrumpido, un momento breve apenas, que no se deja aprehender como una mercancía ilegal, que espera desentrañar ese dolor traducido mediante la marca de lo dicho. Una cicatriz.
Pienso.
Celan se apropia de una lengua que no es la suya. Se dice desde ahí. La interrupción.
La poesía define la lengua, la recorre y la descubre. El hombre, el que desciende de la palabra al vacío, tuvo en vida, cuatro nacionalidades. Atravesó el espacio de sonidos diferentes. Desde la herida de la lengua viajó al fondo de ese pozo negro, como hombre, solo como generación enfrentado a ese espanto que define la creación posterior del campo. Entonces Celan escribe: Leche negra del alba la bebemos de tarde/ la bebemos al mediodía y de mañana la bebemos de noche/ bebemos y bebemos/ cavamos una tumba en los aires ahí no hay estrechez/ Un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe/ escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarita/ lo escribe y sale de la casa y relampaguean las estrellas silba a sus perros aqui/ silba a los judios allá manda cavar una tumba en la tierra/ nos ordena ahora toquen música de baile..."
Revive el idioma, lo desmenuza y lo hace hablar con una voz nueva. Sus tormentas lo siguen por todos los verbos. Asi desfilan en sus palabras los gestos aireados de los muertos ante la muerte misma, en un sonido que pervive en las heridas, en los susurros que nos hacen lo que somos.
Paul Celan terminó buscando el límite en las aguas del Sena, su última ciudad, su penúltima lengua hablada en las profundidades de las algas y el barro oscuro de un río demasiado famoso para él.
 Pongo música y subo el  volumen y nacen estos chilenos también jugados en una palabra. Congreso y sus años de música. Suenan y los aires se detienen para recomenzar el baile. De esta forma, de esta manera, el Chile mineral se asoma a mi pisito madrileño y juguetea con "En todas las esquinas". Los gatos se llaman para el sexo, y bailo al compás de una música que todavía sigue manteniendo intacta esa fortaleza que tiene la libertad. Ahí están el "Tilo" González y el Francisco Sazo, desde el 69 haciendo eso que saben. Cantarle a todo paisaje que se les cruce. Darle una oportunidad a la buena música y hacernos más ligero el equipaje en esta cuesta que afrontamos desde siempre. Por su aire, planea el cuerpo hecho música de Violeta Parra, por esos intersticios nos vamos sublevando y somos y ya no somos, esa rebeldía profunda que vive entre raíces y oscuridades. Congreso es lo mejor que sigue latiendo en eso que algunos llaman "Nueva Música Latinoamericana" o lo que esto quiera decir. Así vamos encendiendo con las músicas de estos chilenos los rincones que nos rodean. Se baila al compás de Congreso y un continente anclado en el aire, hace de las suyas a pesar de no ser rock, jazz o folklore. Es música que vive y que produce ese vértigo rebelde de saberse sobrevivientes de deshielos y de algunas almas errantes que llevan su música a cuestas.
Digo.
A veces cuesta entender los mecanismos que llevamos tiempo practicando. Nos muerden los talones las urgencias y perdemos de vista esos bosques por fijarnos solamente en el árbol. Es tiempo de amores y desamores. Algunos insistimos en un mundo más justo en medio de estas crónicas de soledades que nos escribimos. Porque hablando en criollo, los cuerpos siguen siendo literatura, siguen siendo un rastro en medio de tanto desbande. La música suena y ya quedan solamente las lucecitas de colores del baile popular. Será cuestión de comenzar a pensar, pensarnos en otras situaciones.
Fumo esperando, mientras los nombres se destraban. Aúllan los que quieren seguir estafando, a los solos que hacen  cola en el desierto. Estamos en la banquina, mientras las moscas zumban a nuestro alrededor. No nos queda voz ni para pedir fiado. Asi entre pasiones y secretos, vamos comprendiendo que este carnaval que llaman alegremente globalización, es solamente un baile de muertos.



1 comentario:

  1. Acabo de leer que Argentina se lo está poniendo feo a Repsol, y que dos provincias ya le han negado las concesiones. Bravo. Las "Democracias menos desarrolladas", como decía aquel periodista, sois terribles. Y aplauden al Juez Garzón. Intolerable.¿ Qué será lo próximo?
    Os mandaremos de Virrey a Urdangarín, a que ponga orden.

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