En Zona

viernes, 9 de marzo de 2012

Postales de Madrid

Finales de invierno
8 de marzo
Madrid ya se sabe, es una fijación antes que una ciudad. Es el espacio en donde chocan historias, que se entrecruzan y vuelven a moverse. Es un juego, esta ciudad es una especie de juego.
El invierno este año faltó a la cita. El frío está ahí afuera, pero sigue de largo. Los amigos vienen desde lejos y descubren una especie de mueca, una primavera briosa y casi eterna.
Pero es una ciudad que anida en nuestros surcos, en nuestras arrugas y en nuestras toses irredentas. El camino que lleva de ella y hacia ella, lo hacemos entre todos a pesar de los fascistas que anidan en ella, de los quijotescos de  siempre que esperan por el día y de todos, que marcados por la desolación de un cielo rabioso, especulan sobre lejanías, amores y futuras revueltas.
La ciudad está ahí, te brinda secretos y descubrimientos. Canales por donde pasan nervios y otros abismos. Seducciones imprevistas y memorias fugaces. La Glorieta de Bilbao es el sitio, por ejemplo, en se reconocen miradas amigas, donde el cigarrillo acompaña el café en la terraza del Comecial y uno mira, percibe el desfile desaforado de una vida bajo tanto cielo abierto, tanto sol casi blanco y tanta urgencia de ternuras futuras.
Ya se sabe, vienen años terribles, mucho más de lo imaginado. Años de apretar dientes, de pensar nuevas formas, de alimentar ese costado tierno que a veces nos regala la esperanza de un tiempo mejor, de respeto y de confianzas.
La ciudad no sale de ese asombro que significa la primavera a destiempo, los ajustes siempre a tiempo y la certeza del final de una época, que si bien no fue buena del todo, por lo menos permitió conocer de primera mano estos tiempos vencidos que hoy nos cobijan.
Pero son tiempos raros.
Algunos quieren que los taxistas de la ciudad vayan armados para defenderse. Y es claro, con tanta gente que anda sobrando por esas callejuelas inhóspitas, con tanto inmigrante canalla, tanto parado desesperado,  con tanto revolucionario de calse media, que solo quiere pagar su hipoteca a tiempo o tanto desalojado o estafado de a pie. Es lógico que la derecha quiera que la gente d ebien camine por allí armado hasta los dientes. Ya se sabe, la propiedad privada es más importante que la virginidad y no es cuestión de andar invitando a tanto demonio al banquete al cual no han sido invitados.
Mientras tanto dejo pasar la tarde eterna mirando la glorieta y entablando charla con los recuerdos. Tardes en donde todo parecía detenerse, en donde el descubrimiento lo era todo. Un café y dejar que la vida se desnude por fin para uno.
Ahora me acompaña una música que me llega profundamente. Es Frank Zappa el que se mete conmigo y me hace pensar, que la música es un momento, que nos habrá de acompañar siempre, como aquellas cicatrices que nos hacemos en cierta época de nuestras vidas. Ahí en mis cascos futuros auriculares en el sur del planeta se cuela la emoción de este músico total, él pensando en la música como algo sin fronteras, construyendo desde el margen de una supuesta cultura oficial, una manera nueva de concebir la creación y todos los justificativos necesarios para enterrar la otra, la oficial, la domesticada. Como tantos que fueron edificando desde su talento algo vigoroso y necesario para enfrentar tanto despojo, tanta miseria a reglamento.
Ahí, sentado sobre mi cabeza desfila este músico que desde el rock and roll, se asomó y nos hizo trastabillar a muchos, a un mundo pleno y loco. Ahí en pleno debate en la comisión de censura que presidía la mujer del actual ex vice presidente de los Estados Unidos y defensor tardío de la salvación del planeta, sobre la salud mental de los más chicos en un mundo que hace todo para destruir siempre la salud mental de los extraños, Zappa utilizó años para discutir con los políticos que todo arte no necesita de diques ni de controles, sino que el arte es la mejor forma de seguir creciendo siempre.
Sigo como esperando en el café de la glorieta. Mirando la locura que a veces asalta a esta ciudad sin fecha de nacimiento, esta ciudad de gatos y sus pulgas a la orden del día.
Entonces Zappa canta: "We're Turning Again" y las personas se deslizan por las aceras como en un ballet involuntario. Es que nos estamos convirtiendo una vez más, sería la traducción elemental a la que apelo para entender lo que dice Zappa y lo que hacen estas personas que pasan por la acera del comercial para alegría mía.
8 de marzo. Noche
El Athletic de Bilbao le va ganando a los ingleses en Manchester. Sonrio y me acuerdo de la última charla sostenida con mi amigo Enrique. Entre risas, veíamos al "loco" Bielsa designado dios o sencillamente emperador del país vasco. Un rosarino como el "Che" Guevara, en Bilbao llevándolos a la gloria futbolera. En fin.
Descubro un suburbio nuevo. Siempre amé profundamente los suburbios. Me deslumbraron, me cobijaron y sin serlo me sentí parte de ellos. La periferia, el borde, el límite. La periferia de la ciudad, la que muchas veces espanta a la gente bien que vive allá lejos, en donde las luces resplandescientes.
Desde los suburbios se despereza la memoria.
En esta noche transparente me adentro en la escritura de un amigo, me deslizo por la profundidad de su mirada y miro con él. La palabra sujeta, define y nunca es inocente. El texto preso, impreso.
Lo dicho entonces. Veo paisajes lejanos, entrevistos, saboreo el placer profundo de ese suburbio moscovita, escrito, pensando y decidido por tipo audaz.
Asocio.
En medio de la noche me llega la imagen de un poeta. Iosip Brodsky. El pelirrojo de Leningrado, el que iba al colegio que quedaba al lado de un arsenal militar y al lado de la cárcel más famosa de esa ciudad y tal vez de toda la Unión Soviética: Las Cruces.
Iosip pasó por las tres. En cada momento de su vida se deslizó por los tres círculos. Abandonó la primera porque no le interesaba demasiado, trabajó en la segunda y vió como los presos arrojaban cartas para sus familias y terminó en la tercera por querer ser poeta. Después le habría tocar una granja colectiva en Siberia en donde habría de pasar menos de tres años, no un campo de trabajos forzados, como dijeron en su momento los imperialistas de siempre. Luego lo dejaron volver a su ciudad hasta que terminaron cansándose de él, para echarlo de una buena vez. Lo subieron a un avión y dejaron que se fuera de una vez y por todas y si era posible, para siempre.
De esta manera desembarcó en Viena, sin dinero ni documentos, sabía que allí estaba su poeta favorito, se buscaron y pasaron sus primeros tres días hablando solamente Auden en poeta inglés expatriado, lo recibió con entusiasmo, lo cobijó y hablaron, larga y quedamente sobre universos, sobre palabras, sobre las cuestiones que hacen a los poetas y a la poesía misma.
Tres días de poesía, de las aspereza de una lengua indómita entre estos dos poetas. La construcción de un momento, que solo sería y fue eso. Después Brodsky habría de escribir siempre de esto, de este hecho, hasta hacerlo natural en su visión.
Es de noche, fuera Madrid vive su noche de jueves.
Lamento haber tenido y haber abandonado su libro sobre Venecia que se llamaba "Marca de Agua". Escritos configurados durante su estadía en esa granja de castigo y escritos en inglés, lengua que solo utilizó para escribir sus ensayos. Sus poemas eran en ruso y su mujer italiana, bella y veneciana.
Iosip siempre estuvo en contra de cualquier advertencia, nunca creyó en ellas. Un expulsado, un marginado que nunca se percibió como una víctima para no darle importancia a los censores y burócratas de siempre que no creyeron en él.
La ciudad, ésta que me contiene por ahora, parece detenida. Silencio en las calles, una leve tristeza y poco más.
9 de marzo. Mañana
Ya faltan pocos días para un nuevo giro. De tanto cruzar puentes y quemarlos, a uno le queda el gusto por el fuego y sus recuerdos.
La ciudad tiene un brillo oportuno.
Me preparo el mate mientras miro por la ventana a los gatos barrigones soleándose entre las plantas y sus brotes de resistencia. La vida sigue a toda costa.
En un momento, tomaré el autobús y terminaré en el Barrio de Las Letras, para caminarlo y detenerme en cualquier cruce de esquinas maravillado por el color tierra de una ciudad hecha de barro y de pájaros. Habré de terminar en la Cuesta de Moyano recorriendo los lomos de libros viejos con mis dedos, esperando que el sol siga descubriendo los contornos insinuados del Retiro allá atrás.
Caminaré esta ciudad buscando razones y motivos.
Se viene el paro general para el 29 de este mes. Algunos estarán ahí, otros en cambio se quedarán en casa esperando que todo esto no sea más que un mal sueño. En realidad es el tiempo que viene, en donde se habrán de dirimir sangres, las mismas de siempre buscando un nuevo camino. Por el momento los que medran con el miedo colectivo, van de a poco haciendo sus cuentas y por ahora, solo por ahora llevan las de ganar.
Hay más policías en la calles, más caras serias mientras, los liquidadores de siempre, siguen cortando derechos molestos, los patrones sonríen en las fotos con sus empleados ministros, diputados, senadores y duques.
Habrá que desensillar hasta que aclare, como decían hace tiempo y ver y comprobar cuanto dolor nuevo y antiguo somos capaces de aguantar antes del estallido.
Seguramente esta tarde, termine en el comercial, en la glorieta de Bilbao percibiendo como se extingue un viernes más, antes del fútbol y de la idiotez de todos los fines de semana, que por ahora distrae a los comensales de los pocos restos que van quedando en la mesa.

1 comentario:

  1. ¡Glorieta de Bilbao! Sensación de retrasarme diez minutos. Gracias por ponerla. Cuál será la próxima placita y el próximo café. Será, seguro.
    Seguiré el consejo, escucharé a Zappa.
    ETA abandonará las armas en breve, así como eliminen a los ingleses. Bielsa - Lendakari!

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