En Zona

martes, 4 de septiembre de 2012

La alegría del hogar

A veces la emoción me hace repertirme. Antes me quejaba, me parecía un rasgo de decadencia. Hoy no me importa. Ese deje monotemático propio de los años. Es que con los años me he vuelto impune, ininputable. Provocador a tiempo completo.
Me vuelve el alma al cuerpo, porque a veces me distraigo.
Un par de buenas piernas, una sonrisa a tiempo. Una charla, la cálida sensación de mirarse a los ojos mientras hablamos. De buscarnos. De olernos en medio de este desamparo que a veces es esta ciudad al filo de la nada.
Uno de mis nietos, Camilo, cumpleaños el fin de semana y allí iré.
Como la vida tiene sus detalles, acabo de descubrir el último disco de Bob Dylan. No voy a ser reiterativo.
Salíó el último y "Tempest" así se llama es una lección de vitalidad. La voz gastada, más bajita, casi hablado, hablando Dylan sale al frente con un disco que conmueve. Suena a este 2012 casi de vértigo que venimos viviendo o por lo menos que creo estar viviendo yo. Nuevo disco de estudio. Ni recopilación ni viejas tomas. Disco preparado y pensado por este músico en cada uno de sus momentos. Vale la pena siempre, esperar un poquito por las buenas cosas. Aquí este disco se suma a mi morral y ocupa su lugarcito. No soy nada más que un tipo enamorado de algunas cuantas cuestiones, no soy un especialista ni nada. Solamente una persona que reconoce sus deseos y los vive. A veces mal, otras regular y otras, seguramente como un tipo que sabe aceptar las sorpresas como algo que forma parte de esta vida.
Ahí entonces es que este tipo, está dentro de mi paisaje particular. Así Bob Dylan, se anticipa a mi cumpleaños y me regala un nuevo instante.
No se si "Tempest" es bueno o malo. Casi no tiene importancia para mí. Es un trabajo soberbio, rotundo y preciso. El resto, el resto siempre se compra hecho. Sin embargo ahí está sonando en mi pisito urbano, mientras el cielo se cae este martes anunciando diluvios y otras rarezas bien porteñas.
Cambio.
Protestan los de siempre. Ahora la cuestión es la edad para votar. El gobierno, el dueño de la agenda, propone los 16 años. Gritan, patalean y se enfurecen, los de la vereda de enfrente. No suele ocurrir lo mismo, cuando se propone y se acepta que la edad para ser imputables penalmente es esa misma edad. Raro. Demasiado cómico como para detenerse en este resabio disparatado que tienen los opositores a todo. A veces tanto debate tonto, me aburre.
Me pierdo en una parra de mentiras.
Está bien que voten los pibes. Si votan ciertos animales, como no lo van a hacer los adolescentes ¿por qué no?
Porque clausurarle el ingreso a la política a los más chicos. Porque se asustan de la política justamente aquellos que se enriquecen, traicionan y siguen como si nada. Aquellos que arriban a un cargo, senadores, diputados, concejales o lo que sean y que cuando lo hacen, solamente comienzan sus carreritas en pos de la mayor fortuna en poco tiempo. Se asustan y se oponen.
Uno rasca, con cuidado y debajo de la costra no encuentra nada.
Entonces el planteo es directamente oponerse a todo lo que hace este gobierno por lo que sea.
Aburren, sinceramente el hastío que producen es monumental. Utilizan la delación para hacer política propia. Señalan al oficialista como un diablito recién arribado.
Otro tema es el oficialismo. Siempre ser oficialista fue un hueso duro de roer. Serlo y aceptar todos los sapos servidos en tu mesa, es demasiado significativo.
Además siempre desde cualquier oficialismo nunca se derramó intención alguna y ni siquiera una buena idea a no ser que esta baje d ela conducción política.
Anoche hubo cadena nacional. La presidenta habló. Largamente, cita tediosa con los empresarios, con el capital y sus acólitos. Más alianza y menos confrontación.
La política como representación. Farsa, puesta en escena de un guión que siempre se está reescribiendo.
Me cuentan, que en los barrios rancios, la gente bien caceroleó durante toda la cadena. Amas y sirvientas golpeando sus cacerolas. Enojadas, furiosas, altivas y sin servir, las mujeres de esta ciudad. Esas mujeres de abrigos de piel, de la papa en la boca se juntan balcón a balcón a disparar sus pequeñeces.
Por mi barrio, barrio judio y peronista, ni se movió una rama.
En fin.
Me dejo llevar a veces por esta especie de chiquitaje que habita en esta ciudad presuntuosa. Me aburren.
Me detengo.
Alfonso Reyes una vez dijo: " Somos los que llegan tarde al banquete de la civilización". Latinoamérica como especulación entonces. Como territorio desproporcionado, tiempo cero, siempre tiempo cero a la espera del próximo tiempo. Universo simbólico, ficción adentrada en la lengua.
No. Mejor me preparo el mate y me dejo de embromar.
Retomo a Ricardo Piglia. Sus dos novelas en una. "Prisión Perpetua". Uno de los más grandees escritores argentinos vivo. Hace muchos años, en medio de la neblina que nos tenía a todos de incógnitos, alguien, porque siempre y afortunadamente suele haber alguien, me regaló un beso y la primera novela de Piglia "Respiración Artificial". Recuerdo la sensación de sorpresa en una época en donde no me solían abundar las sorpresas y cosas por el estilo. En esta, hay una frase que siempre me hizo sonreír con ganas: "¡También los paranoicos tienen enemigos!". Si después de esto, uno no lo lee a este escritor, es que está loco de atar. Pero hay más, mucho más en Piglia y su obra. La creación de un espacio propio particular, definen la escritura, lo dicho por Piglia a lo largo de una obra narrativa de pocos títulos, contundentes trabajos de aproximación a una literatura particular. Pero además hay toda una serie de visiones críticas, la obra de crítica de este autor, también nos sumerge en un mundo especial. Por supuesto que todo pareciera en Argentina ser Borges, por suerte no es así. El panorama narrativo de este país, tiene eslabones fuertes, que se entroncan con un ejercicio de libertad y de avance de forma constante. "Prisión perpetua" son dos pequeñas novelas: "Prisión perpetua" y "Encuentro en Saint Nazaire". Dos espejos enfrentados, dos historias que tienen puntos de contacto, aunque a primera vista no sean percibidos, pero que conforman ese universo total de este escritor entrañable.
Y como si esto fuese poco, el sábado por la noche descubrí un programa en televisión, en la televisión pública conducido por Ricardo Piglia. Especie de clase magistral en algún centro de estudios, pero transplantado a un estudi de televisión.
Allí Piglia responde preguntas, comparte charlas. Todo gira en torno de la novela argentina. Un espacio de aire fresco entre tanta tontería inconsulta. Un especio que seguramente muy pocos agradecemos.
Pero siempre ocurre lo mismo. Solo se trata de tener paciencia.
Esto ha sido todo por hoy...

No hay comentarios:

Publicar un comentario