En Zona

sábado, 1 de septiembre de 2012

A solas con las palabras

Hace ya muchos años, cuando todo era mas joven, llegó a mis manos un libro formidable. Eran años de grisuras y de destellos memorables. Era una patria callada, que gritaba desde abajo del suelo. Eran años raros, extraños, casi dolorosos. No, mejor dicho eran años dolorosos.
Años improbables, lejanos atardeceres del año '74. Yo con veinte años, con el aire galopando a mi alrededor. Era una llamarada. Todos éramos una especie de fuego andante. La escaramuza de vivir era suficiente. Con eso ya teníamos bastante. Sin embargo, una tarde de esas o una noche antes de la nada, alguien me acercó este entrañable libro. Lo abro y leo : " Nadie elige el momento de su muerte que sobreviene como una marea tapando la playa y es por eso que la soledad es buena, es por eso que el monólogo silencioso es fértil y que la sombra que ahora miro a mi costado y tiene vida propia atraviesa mis metarmofosis, se enrosca a mis pequeñas costumbres cotidianas y me deja viéndome en ella como en un espejo oscuro en el que todo debe ser adivinado". Leo que leí esa noche desdibujada en una ciudad antes del asalto final de toda barbarie posible y esperable.
Recuerdo que pensé, seguro esta mujer debe ser rubia... No se porque lo hice pero lo hice. Ella se llamaba, se llama Tamara Kamenszain. El libro que me acompañó todos los bailes de la vida que vino después de esto se llamó, se llama "De este lado del Mediterráneo". Libro inicial y fundamental, por lo menos para mí.
Sobrevivió a los incendios que llegaron después. Mi madre, acumuló algunas cosas mías. Las protegió. Una de ellas, era este libro.
Libro que muchos años después perdí inexplicablemente o a lo mejor demasiado explicablemente para que otros lo disfruten, para que ese libro siga dando vueltas por este mundo como debe.
Vuelvo al amor.
Nunca me crucé con Tamara Kamenszain, jamás crucé palabra con ella. Creo que compartimos un espacio mínimo en alguna fiesta familiar. No lo se. No estaba muy sobrio ese día.
Pienso.
La palabra, que se asume como ese vacilante sujeto, que nos conforma. Esa incompletud, insuficiencia que nos narra desde dentro de un relato que no es más que un relato dentro de otro. Así reformamos ciertos pareceres y abandonamos otros. Ayer por ejemplo dije que a los años setenta le siguieron con todo su peso los años '80. No habían surgido todavía estos momentos de fervor continental. Ni siquieran existían estas pautas. Solamente lo que siguió a la matanza, fue un gobierno de derecha que quería ser socialdemócrata, que perdonó a los torturadores, pero condenó a los jefes.
Que creó la increíble historia de los dos demonios, que compró apresuradamente la clase media gorila y no tan gorila. Que para juzgar a unos, los que habían arrasado con el país, había que juzgar a los otros.
Menos mal que llegaron los '90 y todo se frivolizó como se merecía.
El precio de las bebidas importadas fue un milagro del peronismo sonriente de esos años. Menos mal, cuando ese mismo peronismo dejó en libertad a los condenados, del gobierno anterior, el whiskey era demasiado barato
Vuelvo.

Sola

Ahora que por fin estoy desvelada
como para comprobar que algo crecí
sé que no solo la sonrisa de aquel hombre
sino también sus gestos
y que no solo ésos gestos
sino también sus palabras
todo me alcanza puedo caminar
acróbata tambaleante pero segura
por la cuerda floja de mi propia casa


Este poema está en el último libro de Kamenszain. En un libro que acaba de sorprenderme, de emocionarme y que tengo al lado de mi ordenador. Lo leo, mejor dicho la leo y con ella a otras ellas, que siempre me acercaron agua para beber.
Y ahí estamos nuevamente ella y yo, han pasado los años. Tenemos, los dos cicatrices de diferente grosor en el lomo. Ella sigue apostando a ese talento resuelto que la acompaña desde siempre. Por mi parte, sigo pensando que a pesar de ser ella rubia, es una poeta que a mí, particularmente me deja sin voz, me traspasa su voz y desde ella me asomo a esa misma emoción que tuve cuando una compañera ya sin nombre me paso su libro, robado en una librería de la gente bien de esta ciudad. Y ya se sabe, quien roba a un ladrón...
Hace días, venía inquieto. Sacudiéndome las pulgas como perro viejo al sol. Leía y trataba de entender lo que leí. Paseando por una de esas zonas en donde la tontería desfila en esta ciudad, tropecé con una librería. Tontos, tilingos, pero algunos insisten en leer, pensé. Entré y lo primero que ví fue la tapa de "La Novela de la Poesía". Como ya no soy ladrón, no tengo edad, lo pagué a una cajera de ojos negros y escote profundo. No se todavía que me atrajo más de la cajera de ese barrio de vacíos, no lo se. Ni tiene importancia. Me llevé a Tamara a mi cama esa noche y eso estuvo bien.
Me compré el libro. Me fuí para el barrio y en la quietud de la noche, me dejé seducir de nuevo por esta poeta y sus poemas. Me dejé llevar como cuando tenía 20 años y la vida duraba lo que un fósforo. A lo mejor lo que me decía esa noche lejana Tamara era justamente eso, que todo era breve, aunque el mundo era gigante, y ahí se cruzaban los caminos de una diáspora nueva para unos y eterna para otros.
Viajamos entonces, con nuestras mochilas rebosantes de libros, de palabras, de gestos. Algunos fuímos ruines, traidores, otros heroicos y valientes. Pero todos fuímos a ese fuego sin campanas, que nos quemó el nombre y todo el silencio.
Digo.
Vuelvo a una idea. Los gobiernos de esta parte del continente, son conservadores. De derecha, como lo es todo el resto del mundo por otra parte. No existe la alternativa de izquierda. Mejor dicho, la izquierda sigue perdida desde los famosos años '80 y nunca podrán recuperarse a menos, que se decidan por la guerra o por la política entendida como una de las formas de la guerra.
Estas derechas suaves latinoaméricanas, son la continuación de pensamientos mas dedicados a mantener todo antes de incendiar todo. La parte burguesa de la clase media se horroriza con ellos mientras que la parte populista de la clase media se enardece como si de una revolución se tratase.
En el fondo, lo que pareciera ser que se discute en el resto del mundo es, si la crisis obligará a pensar en una guerra a fin de agotar el excedente molesto que es la mano de obra desocupada.


La simpatía de él por el diablo
es nido de mi antipatía.
Me asusta me enoja todo
lo que está mal
en el buen sentido
de la palabra. Pecado,
pecado sería entonces
seguir a él tan lejos
cuando jura y perjura
que estamos cerca.
Mamá, papá, me fuí
con este maldito criollo
y en la cruz de su poncho
me di por perdida.
¿Será posible que en mi religión
sola
detrás de un hombre
yo siempre sienta frío?

Sigo escarbando en las palabras de esta mujer que me enseña palabra a palabra a descifrar este paisaje. Le preguntan a ella si es poesía reunida o completa. Una tontería periodística. Es poesía reunida, la completa es la muerte dice ella y debe haber sonreído cuando lo dijo.
Me quedo con las palabras de esta mujer, que habrán de acompañarme un trecho más en esta canción que es esta vida.
Y así me aparece Trombone Shorty y toda la seriedad se desnuda por fin. Música, ritmo, elocuencia, buen gusto y desenfado. Nada mejor para este invirno veraniego que insistimos en vivir nosotros los porteñitos de este lugar boca abajo del planeta. Trombone y su fenomenal "For True" que hace mover las patitas de forma alocada a aquellos que todavía insistimos con mover algo. Oriundo de New Orleans, este músico arrastra tras de sí la potencia creativa necesaria para seguir acumulando sonidos y buenas intenciones. Disco inteligente, trabajo que lo acerca a esta actualidad musical de esa ciudad de los Estados Unidos y que hoy por hoy, puede hablar claramente de un sonido particular y propio, algo que el resto de ciudades, la gran mayoría, no pueden dar por sentado. Shorty es junto con otros grandes músicos de esa zona uno de los referentes más interesantes salidos, no de un circuito comercial, sino de este vientre profundo que es esa ciudad, sus desastres y sus carnavales.
Vale la pena recostarse un poquito, entornar los ojos y dejarse llevar por esa sensualidad hecha música casi salvaje por momentos y suave ronroneo por otros.
Bueno volveré a sumergirme en las palabras de Tamara Kamenszain, desconecto todo, dejo la música porque nunca se sabe, me preparo el mate, me daré un baño y poco más.
Los poemas de hoy son de ella. Los libros, mal analizados por mí, los tengo de nuevo, ahora en un solo libro. Trataré de no perderlo en el próximo viaje, pero nunca se sabe.
Bueno es sábado y todo tiene perdón.
Hasta la próxima



2 comentarios:

  1. No tenía ni idea ni sobre Eternauta ni sobre Kamenszain.
    Tendré que ponerme manos a la obra en cuanto llegue a Madrid.
    Gracias compañero!

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  2. Uno aprende del otro siempre compañero. Uno suma cosas a partir del otro y así nos vamos llenando gracias a pequeños hallazgos que acumulamos en nuestros morrales. Cuando bajes a Madrid tendrás que gasta algún dinerillo en estos autores que te recomiendo.
    Un fuerte abrazo compañero

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