En Zona

viernes, 3 de agosto de 2012

Los vientos rojos de agosto



Vengo complicado. Todo es un poco confuso. Ando nombrando a mi gato y ni siquiera tengo uno. Se me mezclan papeles, trámites que no quiero hacer, encontrarme con un lugar, mejor dicho reconocerme en un lugar. Explicar. Se trata de explicar. Siempre se ha tratado de lo mismo. De explicar, trenzar la soga, hasta el propio silencio, buscando una pequeña pista, un pequeño rastro.
Mi amigo que vive en Moscú, pero es de Jaén, de esa España profunda y reprimida con fuerza y ferocidad por los fascistas, especie de aceitunero altivo, me pregunta sobre el peronismo.
Cómo explico el peronismo si ni yo mismo lo explico. Ni yo mismo puedo hacerlo o quiero hacerlo. Si ni mi hija, me entiende y clausura la conversa con este viejo, con el gesto de pensar: ¡Pobre tío, delira como simpre!
Pero, a mi amigo moscovita, le pido, que por ejemplo  me explique la españolidad, por su parte o la monarquía y esas cosas y después vemos como enderezamos la discusión.
Me distraigo de mis dolores. Implacablemente he luchado y lucho, por no ser ese tipito reaccionario y contumaz, que siempre vislumbré en el acceso de la vejez de los otros. Esa especie de dueño de la palabra, de la historia, del aire y de los mosquitos que lo surcan.
Implacable, dije. Más bien solo, construyo otro. Me construyo en oponerla a la vejez de guardian de pabellón, en que caemos todos o casi todos cuando doblamos la esquina y nos convertimos en seres invisibles para el resto.
Por ejemplo, en ese momento, los hombrecitos dejamos de ser vistos por las mujeres y eso, a nuestros egos de machitos portentosos y depredadores nos viene fatal.
Pero me voy del tema.
Mi memoria es solamente un compedio de cosas. Practiqué el horror, como muchos y ahora por fin trato de olvidar, no de perdonar, pero si olvidar ese dolor rastrero que a veces me sobreviene.
¿Cómo explicar?
¿Qué creíamos cuando pensábamos que un general, amigo de Franco y protegido por éste, iba a venir al país a llevarnos de la mano hacia el socialismo nacional? ¿La patria socialista? ¿Eso?
Eso era también una parte del relato peronista. Algunos, pensamos, quisimos creer, que por ese lado, llegábamos a la revolución. A tomar el cielo por asalto.
Es como, cuando sos adolescente y te mata que te metan los cuernos. Después aprendés a vivir con ellos, a convivir y darte otros pasatiempos en vez de sufrir.
Eso podría ser el peronismo.
¿En realidad importa?
Ser esa especie de viudad perenne. De saber que el calendario marca la puerta de salida. Que en pos de esa felicidad colectiva, uno dispone de su propio cuerpo y nada más, para que ese torrente siga su curso y lo pone, al cuerpo y con el todo lo que lo rodea.
Digo.
Hace días se cumplió un nuevo aniversario del asesinato de Rodolfo Ortega Peña, peronista, asesinado en democracia por una banda de policías y mercenarios, que también eran peronistas.
Era diputado, abogado, historiador y periodista. Un peronista asesinado por otros peronistas.
Lo esperaron en la calle, cuando bajaba de un taxi junto con su compañera, los asesinos abrieron fuego. Era el 31 de julio de 1974, Treinta días después de la muerte de Perón.
Ya era tierra de nadie. Este país y el la política.
Hoy es demasiado fácil y demasiado cómodo realizar análisis, tomar partido y descubrir errores. Hoy es fácil dictar cátedra sobre aquellos años de sombras. Estábamos con el barro hasta las verijas. Tratando de comprender.
Eso, esto también era y es el peronismo.
Menem, elegido democráticamente y rematador del país al mejor postor, también era y es peronismo.
Me desordeno.
Busco palabras y me encierro en ese laberinto de pasiones que es todo este territorio que me rodea. Llueve y sigo pensando en los que están fuera, en los que no tienen techo. Los que viven bajo cielo abierto. Entonces la lluvia ya no es tan buena.
Escucho un tema de una banda querida y de golpe me dice que todo preso es político. Y es cierto.
Entonces  pienso que de todos esos lugares lejanos a donde nunca fuí soy yo mismo. Me inquieta descifrar ese yo que soy o debiera haber dicho "eso" en lugar de ese.
Vuelvo al "pelado" Ortega Peña, fue único de los diputados de ese período que no juró por la biblia ni por la constitución de este país pasteurizado, juró solamente por la sangre derramada de los combatientes contra la dictadura caídos en combate.
Lo estaban esperando. El y creo que casi todos lo sabiamos.  Lo asesinaron en plena calle, fue le primer atentado firmado por esos otros peronistas llamados la Triple A.
¿Entonces el peronismo es un estado de ánimo? No lo se.
Como en este país nunca hubo una izquierda decidida, cabe pensar que el movimiento proletario es el que transita los caminitos del peronismo.
¿La izquierda? Siempre con la derecha. Siempre apostando por tésis superadoras y apoyando a la derecha para oponerse a ese "bonapartismo" que es el peronismo. Apoyan las dictaduras, a los dueños de las tierras, a los empresarios, a los antiperonistas y siguen apostando por ese deseo perpetuo de querer tener pueblo, cuando el pueblo es de otros.
¿Y en europa? Lo mismo. La izquierda fue una ilusión que costó demasiada sangre y dolor y hoy, no es nada más que un recuerdo, entrañable, doloroso y casi molesto.
La izquierda, pasa por el peronismo. Por una de esas múltiples caras que portamos los peronistas.
Pero acaso ¿Qué significa ser argentino?
Pienso.
Acabo de terminar el notable y necesario trabajo de Mílciades Peña, escrito allá por los finales de la década de los cincuenta. Peña era un historiador de izquierdas, un troskista que decidió demoler las mentiras en torno a nuestra historia. Un intelectual, que sufrió silencios y denuestos. Un señor, que desde la vereda de enfrente de lo que era el peronismo, no dudó en pedir armas para defender el gobierno de Perón durante el golpe del '55, no porque fuese un convertido, sino porque entendió que lo que venía después era terrible. Pidió defender un gobierno, que muchos incluso su jefe optaron por no defender, es decir el conductor de este movimiento enloquecido, abandonó a sus seguidores, dejó la lucha y los que quedaron debieron arreglarse. El jefe en cambio abandonó.
Cosas que tiene el peronismo y por sobre todas las cosas, cuestiones que algún día debemos saldar los que nos llamamos peronistas.
Pero sigo con Milcíades Peña y este hecho de justicia que es esta reedición necesaria.
Peña se suicidó a mediados de los años sesenta. Dejó esta obra obligatoria y plena de talento. No es la historia oficial que enseñan todavía hoy en escuelas y facultades. Es el análisis hecho sobre una realidad escamoteda a todos nosotros, en contra de esa historia perfecta y carente de sentido que nos han hecho creer. Historia de libro de textos escolares, de revistas infantiles.
Seguramente  ahora que esta de moda revisar la historia,  es importante tratar de darle un marco más adecuado e inteligente para estos tiempos que corren. Ahora que todos son políticamente correctos, es justo que tengamos acceso a esta historia investigada por Milcíades Peña. Encontrar las razones sobre los orígenes de este país, dentro de un análisis profundo y completo, la desmitificación de tanto bronce en tanta plaza.
Peña recurre al humor en muchos momentos, para destrabar discursos momificados y puestos adrede para justificar lo injustificable dentro de las marañas de mentiras, que las clases dominantes nos han hecho creer dentro de las fronteras de este país.
El libro por si no lo notaron se llama "Historia del Pueblo Argentino" y vale la pena comprarlo y tenerlo y por supuesto leerlo atentamente. Es un acto de justicia. 
Me paro.
¿Será por eso que puse la foto de Woodstock al inicio? Estoy contradictorio, sueno a asueto a mí mismo. Sigo mirando llover. Me distraigo. Mi vecina es una chismosa irreducitible. Pobre. A lo mejor le divierte ser así y censurar, perseguir y escupirle el asado al de al lado. Me intercepta en el ascensor y me interroga siempre. Se cuece en agua tibia. Saca su perrito, pero cuando llueve lo lleva en brazos, no sea que se le moje.
Vuelvo. A lo mejor soy peronista por esa salvedad de estar en contra. Entonces seré esa mezcla de anarco peronista. ¡Bah! Nada.
Puse la fotito de ese festival, porque ahí hay algo mío que todavía late, que me hace ruido como dicen los porteñitos de bien. Prefiero late.
Látido. Las cosas que laten son siempre más interesantes que aquellas que solamente hacen ruido. Me parece.
Puestos, en este país son todos peronistas. Están los que lo saben y están aquellos que no lo saben. Pero en el fondo todos son peronistas.
Supongo que cuando me haga con un gato, de esos callejeros, maulas y malhumorados, podré conversar con el sobre este presente superador que vive este país en lo político y así juntos, como una madeja de lana, iremos desenrrollando estas preguntas arteras que me hago.
Y se que estoy difícil. Se pagó lo que se debía y todos festejan. ¿Qué festejamos? Que podemos seguir pagando. Yo en el fondo, casi que no tengo nada que festejar. Pero me dicen por ahí que es el día de la independencia económica.
Lean a Peña. Hagan caso. Lo van a agradecer.
Estoy difícl decía. entonces elijo una música acorde con mi estado de ánimo.
The Flaming Lips, un grupo difícil como yo hoy. O mejor dicho raro. También como yo hoy. No figuran nunca en ninguna de esas listitas oficiales que tanto hacen transpirar a las niñas en su codiciada exaltación. No, The flaming Lips, es una banda casi secreta. De esas que estimulan ciertos sentidos. "The Flaming Lips and Heady Fwends", una especie de disco homenaje, en donde ellos los Flaming tocan sus canciones y otros interpretan esas mismas canciones. Disco que no goza de ninguna difusión, de ninguna recomendacion de amigos, parientes o farmacéuticos, pero que tiene la rara habilidad de potenciar ese ánimo rebelde. Porque se trata de eso, de buscar siempre ese sitio en donde no estamos. De reconstruir esa parcela nuestra de opositores a toda domesticación, de ser menos sensatos y menos vírgenes. Si lo quieren es un disco extraño, raro y todas esas cuestiones que siempre tenemos a mano para objetar todo aquellos que está domesticado, lo que va contra corriente y lo que termina siendo, una especie de pasaporte para seguir creciendo.
Me gustan de casi siempre los Flaming. Siempre sentí que esa opción que ellos hicieron con su arte, era ruptura, de manejarse desde los márgenes y desde allí, buscar.
Raro.
Eso es todo este día.
Una acumulación de inquietudes, que me ronda desde hace semanas. Sentimientos encontrados, discusiones parciales conmigo. A lo mejor y contradiciendo lo dicho antes, al sitio que menos me interesa ir es a mi mismo. A lo mejor.
Ahora que todo derrocha militancia, que todo viene cobijado en ese estímulo, me doy cuenta de los años que tengo. Digo militancia, pero no la descubro. Fervor. Puro corazón. Pero faltan palabras. Falta ese tramo de intención, ese grado de avance sobre la realidad. No percibo intención de modificar esa realidad. A lo mejor son sensatos estos militantes a lo mejor  esa militancia se recrea en una cierta sensatez, en ese manejar tiempos de distinta forma.
A lo mejor estoy viejo y pido o pienso ridiculeces a manos llenas.
De todas formas, es agosto y agosto siempre vino colorado.
¿Tratar de explicar? Para que, si en el fondo ni nosotros podemos hacerlo. Los otros menos. Mi hija ni por asomo, mi amigo que vive en un país lejano, menos.
Y encima peronismo de izquierda.
Porque si soy peronista, soy de izquierdas, si esto quiere decir algo, que ya no lo se.
Hago un quiebre.
Esto si no es un oxímoron le pasa raspando a cualquier tipo de definición. Por si no lo saben, acudan al diccionario y acudan en mi ayuda a la hora de seguir explicando los pajonales que son este país indómito y afable.
Pero, mi corazón sigue teniendo un lugar preferencial para esta mujer, que galvanizó a muchos, cuando esos muchos quisimos cambiar las cosas para un mundo mejor. Por eso dimos la vida, fuímos desaparecidos, torturados y silenciados.
El resto, es solamente la rutina de la historia contada por traidores, asesinos a sueldo y viejas pacatas y cornudas a sueldo de sus maridos.
Eva Perón, sigue siendo y a pesar de lo trabado de mi pensamiento, el único márgen posible para tratar de modificar ese viejo y ya descolorido cuadrito de la injusticia social, política y económica que sigue imperando en buena parte de estas pampas.
Porque era mujer, hija natural y valiente.
¿Será agosto? ¿Será?


1 comentario:

  1. ¿La españolidad? Me parece que prefiero intentar entender el Peronismo. Quizás sea la capacidad de llamar a un intervención europea - "línea de crédito", y que no se te caiga la cara de vergüenza.
    La españolidad pertenece a los bancos, y se paga a plazos con intereses.
    Sea lo que sean las dos cosas, los argentinos empezáis a mirarlo a los ojos, a nosotros nos lo explican en alemán.
    Pero está muy bien esto de preguntarse cosas. Como sabes, nuestro idioma nos deja "ser" argentinos, españoles... y "estar" en otra cosa.
    Esa es la única ventaja que tenemos.
    Un abrazo!

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