En Zona

viernes, 17 de agosto de 2012

Polemizando

Había escrito una larga y extensa respuesta a mi amigo que vive en Moscú. Resfríado, arrastrando por toda la casa un rollo de papel de cocina, tosiendo y con dolores extraños, me había dispuesto a polemizar con este entrañable hermano que tengo en ese suburbio moscovita que él habita. Pero la tecnología está visto, no es lo mío. Le había  molestado mi apreciación sobre los Indignados españoles. Provocativamente había deslizado mi apreciación de ser, ellos, un movimiento de centro derecha.
Le molestó. Y está muy bien que le haya molestado. Pincharnos para salir del letargo de caimanes en que nos tienen sumergidos, es una forma de tratar de entender ciertos procesos, que nos tapan con su coraza los devenires históricos a los que están sometidos los pueblos.
La mujer de la foto se llamaba Rosario Sánches Mora. Rosita la dinamitera que cantara Miguel Hernández en medio de ese ajuste de cuentas que llevó adelante el fascismo en España.
Sigo.
Escribo desde donde leo.
Siempre me parecieron peligrosos los movimientos supuestamente apolíticos. Generalmente llevados a cabo y adelante por sectores medios de las burguesías locales. Se hace política pero no se la nombra. Se protesta pero se impide que la sangre llegue al río.
Puro músculo.
De alguna manera, siempre los lúmpenes de la derecha buscan la forma que los habitantes de sus países, se alejen de la política. Despolitizar cualquier discurso de aquellos sectores sociales. Vaciarlos de contenido, para que contengan deportivamente esa rebeldía, que se termina encauzando en el asistencialismo y poco más. Es decir la política es mala.
¿Por qué?
Porque la política moviliza. Nos hace acordar que existen injusticias. Que la propiedad privada es un robo, que siempre nos habrá de gustar la mujer del prójimo. Que robar un banco no debería ser un delito, sino fundarlo. Porque nos hace pensar y cuestionar. Por eso la derecha siempre se afana en tornarnos apolíticos y solos.
Vuelvo.
Lo llamativo del caso indignado español es que surge cuando se comienzan a percibir ciertos y posibles vientos que vendrán a arrasar con todo a su paso. Lo inquietante es que en medio de toda esta cruda realidad esclavista que quieren hacer con los españoles de a pie, gana un gobierno de extrema derecha. Desalojando del poder a otro gobierno de derechas pero rosaditos como siempre son los socialdemócratas.
Si bien, es estimulante siempre la protesta, cuando esta no conlleva intentos serios de modificar las realidades, se termina convirtiendo en una especie de distracción. Una especie de masaje íntimo que nos damos cuando nos gana la angustia.
Si las estructuras políticas o gremiales no son aptas para dirigir a las masas  en la protesta, deben darse formas superadoras de las mismas.
Pero estigmatizando todo y a todos, la clase media busca volver al redil de donde ha sido desalojada por esas inclemencias del capitalismo,  quieren los pequeños burgueses que cambio todo para que nada cambie.
Me quedo pensando.
En Buenos Aires, después de echar a un gobierno por la ventana a llá a comienzos de siglo, la clase media que había votado alegremente a los que saquearon el país en la década anterior y que les había permitido disfrutar de los bienes que la oligarquía financiera derramó sobre ellos, se reunían en asambleas populares, en las plazas de los barrios para gritar que se fueran todos. No querían más políticos ni más política. El sueño había terminado y volvíamos a ser lo que siempre fuímos, un país tercermundista, periférico y regresando al piso de ser un país agrícola y poco más.
¡Qué se vayan todos! vociferaban ardientes los pequeños burgueses. Mientras asumía el poder estatal la peor mafia de la que se tenga memoria entre las sombras de tanto incendio y tantas ruinas ante el despiste de esa clase media blanquita, racista y traidora . Así los personeros del anterior estado de cosas, cómplices del robo, secuaces del desgajamiento del estado. Estafadores ya sin sus guantes blancos volvieron al poder como si nada hubiese ocurrido en el país y nadie lo impidió
Mientras el argentinito medio pataleaba en sus asambleas, echando a los militantes políticos de dichas asambleas. Enardecidos pedían la pureza de los puros. Qué se vayan todos pintaban en sus pancartas. Se descargaban en medio de una oportunidad histórica.
Querían volver a la bonanza anterior a pesar del desierto en el que habían convertido al país.
Pero eso si, mientras ellos pudiesen acceder a los bienes y servicios que se tenían merecidos sin importarle el resto, o sea aquellos desplazados, colgados del pincel sin escalera, la clase media quería hacer como si nada hubiese ocurrido.
El testamento escrito con agua.
Regreso a España.
No se construye poder desde la indignación solamente. Apartando a aquellos, que desde una idea tratan de mejorar un estado de cosas, que permita trascender las conciencias. La toma de conciencia no pasa por querer comprar un pisito o poder pagarlo.
Pasa por otras regiones.
Además y esto es para pensar,  la historia reciente de España, está fundada sobre la muerte de un tiranuelo ridículo y más latinoamericano que europeo,  no sobre la revolución. Es decir el poder lo dejan los fascistas, no se lo arrebata nadie.
A su muerte se acuerdan algunas cuestiones. Se tapan los asesinatos, se clausura la justicia que piden los deudos de los asesinados por la dictadura. Se vota libremente por primera vez y los españoles eligen casi alegremente... ¡Un rey!
Se hacen pactos. Se domestican ideas y a vivir que son tres días dicen por la Gran Vía.
Sobre esto está asentado el confort de la clase media. Se acabó la lucha. Ya vendrán tiempos mejores. sin embargo, hace poco cuando un juez quiso comenzar a investigar tanto genocidio, lo echaron. Lo enjuiciaron y por último lo amordazaron. Es decir el diablo quiere volver a meter la cola.
Sigo.
España duele. Duele la palabra y faltan locos como decía León Felipe.
Pero lo mismo ocurre en todas partes.
Cuestionador como soy, digo, vivo en un país conservador. El peronismo siempre fue una instancia conservadora, de alianzas de clases antes que de lucha de clases. Es cierto, pero a lo mejor desde adentro algunos quisimos cambiarle el rumbo a la vida de estos patrones buenos y obreros suaves. A lo mejor.
Seguramente mediante la polémica se pueda arribar  a algún tipo de conclusión.
Pero lo pintoresco nos hace perder de vista el bosque. La protesta, las protestas son siempre buenas, cuando vienen acompañadas de políticas superadoras. Cuando nos quedamos en el pataleo dejamos que nuestra apetencia sea solamente eso, el dolor de ya no ser.
Ahora que parece que los planes de ajuste buscan solamente el sometimiento de esos peligrosos hombres de a pie, la puesta en escena del sometimiento. Especulo.  Siempre los actores más fuertes para presionar al Estado, en cada momento histórico, son los ganadores del modelo de acumulación inmediato anterior, entonces los ganadores de un modelo de acumulación con mayor llegada a las autoridades son los que deben decidir sobre las políticas que tengan mayor oportunidad de imponer su diagnóstico.
No es casual, que algunos gobiernos europeos tengan entonces a ex-empleados de la banca dominante en funciones dentro de dichos gobiernos, que llevan adelante los ajustes.
Porque los sectores dominantes de la economía siempre ganan, incluso en los momentos de depresión o recesión del ciclo económico, siguen implementado sus pautas de ganancias a costa de aquellos sectores que ven pauperizados poco a poco sus ingresos.
Vuelvo.
Estamos asistiendo a otra configuración del capitalismo. Ya las herramientas que teníamos comienzan a flaquear, pero mientras tanto, debemos seguir insistiendo con la política, con la construcción política como elemento  que sirva para determinar por ejemplo el rumbo de la economía. Necesitamos otras palabras y tal vez otras nociones.
Pienso.
Estoy resfríado. Tengo fiebre y ando por ahí como un emperador envuelto en una manta. Tomo antigripales, mate y escucho música.
Vuelvo a Gabo Ferro y este bello disco. Cargado de poesía, de músicas que enardecen, por lo menos a mí. "Boca arriba" es un disco de esos que te llevan a caminar por la cornisa. Te hace el horizonte más cercano y por lo menos, regala una inalterable muestra de talento. "Soy todo lo que recuerto" tema especial para decirle a un amor casi en susurros para justificar el final. De todas formas, con Gabo Ferro me ocurre algo serio. Desde que lo descubrí no pude dejar de tenerlo siempre a mano. Porque cuando uno seduce, siempre necesita tener a mano ese ronroneo que la música y las palabras suelen producir. Tema a tener en cuenta, entre todo ese bagaje creativo que tiene Ferro, está en un primer plano su voz. Un instrumento sorprendente y que se monta a la música con una plasticidad pocas veces vista. En este disco hay además del tema al que hacía referencia anteriormente, otras canciones que son memorables. "Hay una guerra" junto a Pedro Aznar;  "Con su perfume y su olor"; "Carne fría"; "Por que no lloras un poco". Canciones que reflejan este trabajo de Ferro como una de las mejores historias secretas que tiene este país.
Me dejo llevar por la música.
Cosa rara somos los hombrecitos. Ante cada dolor inexperado creemos que es el final de todo el viaje. Nos asustamos por un resfrío, potenciamos la angustia a una enfermedad letal, que por  ser harta conocida nos mete el miedo en el cuerpo igual. Apenas un resfriado y el mundo tambalea a nuestro alrededor. Menos mal que los tipitos no somos mujeres, si no una vez por mes, nosotros los tipitos, andaríamos colapsando hospitales, clínicas, sanatorios y dispensarios con nuestra mensualidad de dolores menstruales y sus suburbios.
Vuelvo.
La discusión está planteada. Tenemos que ponernos a pensar y no dejarnos distraer por los disparates de ciertos sectores que cuando perciben una reducción de sus posesiones, claman al cielo pidiendo justicia. Hablan de inseguridad, de caos y otros comunismos salvajes que vendrán por ellos.
Me quedo con la memoria colectiva, con las gestas heróicas de pueblos que se enfrentaron al fascismo con las armas en las manos, como esa Rosita la dinamitera, la de la foto de arriba, que no hace mucho fue tapa de una novela de éxito en España.
Me digo.
No hay campitos ajenos. A mi hermano moscovita le digo que no hay países, sino pueblos y todos nos merecen y a todos merecemos. Que nos queda la construcción por delante de un mundo apenas mejor para los nuestros.
Mientras tanto un abrazo fraterno

1 comentario:

  1. Polemizas mal, compañero, terminas llevando razón demasiado rápido, y hay que darle más cuerda.
    Defiendo a mis "indignados" porque es lo mejor, lo único, que hoy tenemos, después de los jornaleros andaluces.
    Hagamos un símil futbolístico: de momento sólo tratamos, tímidamente, de trabar el juego del otro, sin intentar crear el nuestro y meter goles. ¿Qué proponemos?, tengámoslo claro y empecemos a pensar en cómo conseguirlo. Lo demás es darle vueltas a la tortilla mientras se quema.
    Pero tampoco hemos de fijarnos demasiado en Europa, creo yo.Como bien dices, simplemente esperaremos tiempos mejores. Ya una vez conseguimos derechos gracias a la revolución de Rusia, que nos benefició, quizás, más a nosotros que a ellos mismos. Veremos qué pasa, los réditos de nuestros robos internacionales nos seguirán medio alimentando.
    Son otros pueblos, y los que nos unamos a ellos, los que están planteando batalla hoy. De repente, creo que nadie lo esperaba, Latinoamérica es la única especie de respuesta. Escribe sobre eso, Martín, desde aquí pensamos saberlo todo por el único hecho de que hablan nuestro idioma. Pero no tenemos ni puñetera idea. Descúbrenos Latinoamérica y lo que está pasando.
    Hablabas de Durruti: ese hombre, y los suyos, tenían un plan y un proyecto. Puedes pensar en los bolcheviques, eso que movilizaron un país, en todos sus kilómetros, y lo sincronizaron como una máquina perfecta, y sin internet, ni teléfonos.
    ¿Qué plan tenemos ahora?
    Un último dato: sí, en España ganó un movimiento de ultraderecha, pero con un 25% de los votos del total de los que pudiera haber habido. Así es el circo. Menos de tres de cada diez te da el poder absoluto en España. Es lo que hay, de momento.
    Un abrazo!

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