En Zona

viernes, 10 de agosto de 2012

Un apacible viernes

Mientras revuelvo cosas, pierdo algunas, me dejo llevar por la desmemoria, un viernes cualquiera acaba de explotar un poquito de sol en la ventana. Los gatos de otro vecino se desperezan y el aire se vuelve más tranquilo.
Me tranquilizo. Abandono palabras e intenciones. Estoy en edad de sosegarme un poco. Me relajo, me descuido, me cuido. Me quedo quieto y dejo hacer mientras miro. Es decir me dedico al placer de los pobres y ajenos.
Pongo música. Enciendo un cigarrillo y me dedico a escuchar el sonido ambiente que yo mismo me prometo.
Escucho por ejemplo a esta ejemplar banda de Nueva Orleans, que hace buena música y que demuestra que el ritmo, ese que late por esa zona lleva su nombre: Galactic y un trabajo en vivo del año 2007. "Live At Jazz Fest 2007" se llama este especie de llamado al sonido y al ritmo más caro. Ya sacaron otros trabajos después de este, pero aquí está plenamente marcado ese acercamineto a la música con frenesí que después habría de ser una especie de carta de presentación. Este tampoco es el primer disco de ellos. No importa, la esencia está ahí, en ese jugarse en el vivo buscando otras puntas para acercarse. Música que alegra esta salida del sol en una ciudad recóndita. Todo confluye entonces. Suenan los Galactic y paracen que esán aquí al lado. Haciendo música, construyendo memoria. Se deja uno llevar por este desmadre y se pone feliz de solo escucharlo. Después ellos, se acercaron a otros musicos y otras músicas, siempre con su sello personal. Uno de los últimos trabajos fue volcarse a la música del Brasil, al frebo más precisamente y obtuvieron otro de esos trabajos memorables. Disco ideal para dejar que el sol camine por las ventanas de cualquier buena casa.
Preparo mi pan, amaso con ardor, mezclo harinas, aguas y masa madre y me siento perfecto. Caliento el agua para el matecito de la tarde, miro por la ventana.
La música sigue.
El día se corre, se muda siguiendo las huellas del sol. Mis plantitas en el balcón lucen su verde casi perfecto. Me relajo, es viernes. Vale la pena, siempre vale la pena un poco de música. Cambio.
Omar Sosa es uno de los mejores pianistas cubanos de los últimos tiempos, por supuesto que para mí. Un músico virtuoso, audaz y que ahora con el sardo Paolo Fresu en la trompeta y el cellista brasileño Jaques Morelenbaum acaban de organizar una maravilla llamada "Alma". Esto ya son palabras mayores. Un interesante entramado de músicas que se descuelgan por los parlantes hablan de una síntesis increíble. Tres musicos notables haciendo una música notable, exigente y relajada. Vuelvo a Sosa, su capacidad para unir esa parte profana que le llega desde su origen y transformarla en una plena gama de sonidos e intenciones hacen de él, uno de los compositores más importantes surgidos de Latinoamérica de los últimos años. Aclamado en ciertos lugares y practicamente desconocido en buena parte de este mundo, Omar Sosa es uno de los secretos mejor guardados de la música moderna. Disco inteligente y sobrio, despliega un mundo de sonidos propios que continuan habitando en esta unión entre trompetista y pianista admirablemente.
Segundo disco de ellos, el primero "Promise" también es casi obligatorio escucharlo para comprender los caminos que han seguido estos dos buenos músicos.
Pero hoy, me quedo con este interesante y profundo trabajo que llega al alma a fuerza de deslumbramiento que produce el entrecruzamiento de diferentes huellas musicales provenientes también de diferentes estéticas y de, esto es lo mejor para mí, apuestas que conllevan riesgos y alegrías.
El cielo, ya se sabe por estas llanuras, se ha puesto celeste como los mejores días. Es cuestión entonces de aprovechar la volada y dejarse llevar, aflojarse un poquito, desabrocharse y dejarse llevar a cualquier sitio, da lo mismo. Lo importante es que otros hagan.
Ani di Franco es una conocida militante feminista de los estados Unidos. Pero además es una talentosa compositora y cantante. Este disco "Out of Range" es de 1994. Escuchado hoy, se percibe que sigue teniendo la misma intensidad, que el tiempo no ha pasado por el dejando huellas o secuelas. Suena a pesar de estos casi veinte años transcurridos a música de hoy, con algo de polvo, algunas motas diseminadas, pero sigue siendo atractivo en todo su conjunto. Un puñado de buenas canciones, una buena voz y un impecable acompañamiento hacen de este, un disco histórico. Trabajo que merece ser escuchado repetidas veces para disfrutar, nada más ni nada menos. Un disco preciso para pasar un buen momento. Aquí están las huellas que habrían de trazar el camino posterior de esta cantante, buena cantante y compositora. La lista de grabaciones de Ani di Franco es interesante. Pero me detengo aquí por ejemplo en "Hell Yeah", deslumbrante parcela de buena música o en "Face Up and Sing" o en "The Dinner", pequeños rastros de esta cantante norteamericana que ha logrado hacerse un sitio propio y necesario para la buena música. A pesar de tener tantos encima, este trabajo es como el buen vino, ha ido ganando cuerpo y sabor con el tiempo. A lo mejor, este es un buen inicio para aquellos que buscan buena música, a pesar de ser del siglo pasado, mantiene intactos el sonido y la intención.
Tomo mate, cambio de músicas. Acumulo libros, papeles escritos, datos y nombres. Algunos son falsos, digo sobre los datos y los nombres, lo importante a veces radica en descorrer el velo y sumar nombres necesarios falso o no, en esa cuenta que portamos desde siempre.
Tendrá que ver con esa perpetua pasión clandestina. Ese viejo amor sin nombre y sin cuerpo. No lo se.
Choco de frente con todo un monumento. Este canto en el canto mismo de la vida. María Bethania. Obra de arte, ella y lo que hace siempre. "Oásis" es un disco desnudo, que desnuda todo, la sombra de su voz que desde siempre da cobijo a cientos de voces, cientos de músicas. Me quedo paralizado cada vez que escucho este trabajo. Quieto. Ahora me resbala por el cuerpo por ejemplo esa voz, que recoge tradiciones y viejas historias que nos vienen desde los tiempos oscuros del comienzo. María Bethania resplandece en este trabajo obligatorio. Puesta al día de un talento sin límites. Disco que es una especie de desmotración gestado por una cantante que mucho tiene que ver con el desarrollo de la canción del Brasil. "Vive" tema de Djavan, "Casablanca", "O Velho Francisco" de Chico Buarque, "Calmaria" o la perfecta e inspirada "Carta de amor" de Paulo Cesar Pinherio, canción esta que contiene un texto de la propia Bethania, recitado por ella, conforman un perfil, un costado de la música popular que supo mantener e incluso acrecentar el espíritu de esta mujer que desde siempre hace nuevas muescas en la madera del tiempo.
Me repito, se que me repito, pero con esta mujer, mejor es intentar siempre repetir, repetirse y dejarse llevar como un alucinado hacia ninguna parte.
Dejo por un momento, Riego mis plantitas y huelo Buenos Aires después de días de cielos cubiertos, de lluvias y esas cuestiones propias del invierno.
Esta noche volveré, si tengo suerte a contemplar la Cruz del Sur, seguramente sigue en donde la dejamos semanas atrás. Algo siempre indicó este juego de estrellas en el cielo oscuro de las noches argentinas, especie de pasión desmedida por la dirección que suelen tener los argentinos pérdidos.
Otra muestra de los tiempos que corren. Nicolas Repac hace de su último disco una especie de homenaje al desborde. "Black Box" es o mejor dicho contiene sonidos de este presente. ¿Es blues? Puede ser, sin embargo suenan otros látidos en una música que sale de esta especie de caja negra, que indica los virajes y los pasos previos a nosotros. Me sigue deslumbrando, más que cualquier otra cosita, el talento. De hombres y de mujeres. Me seduce intensamente, descubrir esa capacidad en el otro. Ese regalo que el otro siempre le hace a uno, desde los márgenes más imprevisibles y lejanos. Nicolas Repac, derrama talento también en este disco, perfecto, que me acompaña esta tarde soleada y gratuita que se abate sobre una ciudad en el fin del mundo un viernes por la tarde, antesala de un buen fin de semana, en donde seguramente habrán de saltar chispas como mariposas por las calles de una ciudad, a la que siempre imagino con una banda de sonido particular. Vuelvo.
El disco de Repac es perfecto para entender por donde pasa hoy cierto sonido, cierto intento de hacer música. "All Ready?"; "Cenas de Gaby" o el elocuente "Haiti Bottleneck" son pequeñas escenas de un mundo que se trasluce en la música de este guitarrista.
Mejor dicho, la música traduce ese idioma profundo que nos lleva, que llevamos dentro. Que nos da cobijo y que nos acompaña como fotos imprecisas de nuestra memoria. Son construcciones romanas sobre construcciones también romanas. Así nuestra memoria también se edifica y se consolida dentro de nosotros, haciendo justamente eso. Creamos la imprecisión como método de supervivencia y después tratamos de configurar nuestra historia particular desde esas supuestas ruinas que nos conforman.
Cambio.
Todo un clásico. Un disco perfecto también. Grabado en uno de los mejores años del jazz: 1959, por dos tipos que se odiaban a muerte: Duke Ellington y Johnny Hodges. Resulta, que los dos en ese año profundamente cambiante, grabaron dos trabajos juntos. "Back to Back", notable y fresco. Disco que bien escuchado encierra unas cuantas lecciones de buen gusto y de buena música. El otro, también disco emblemático y obligatorio se llamó "Side by Side", del cual en algún momento escribiré algo. Pero "Back to Back", es, sigue siendo uno de los mejores momentos de buena música. A pesar de las peleas entre ellos dos, conocidas mucho tiempo después, hablan a las claras de ese temperamento inusitado que tenía el duque como maestro de música. Hablar de Ellington, significa hablar del jazz pura y exclusivamente en toda su extensión. La discografía  de este hombre es inagotable y se le entre por donde se le entre, uno siempre encuentra un mundo de maravillas. Su sonido particular, su permanente innovación y su lucha constante en torno de la música le permitieron abarcar todos los registros dentro de la música también popular.
El disco es preciso. Permite descorrer una cortina en esa transición que abarcó tres años y que se inició el 1º de enero de 1959. En esos años y si siguen las pistas, descubriran las mejores grabaciones de la historia del jazz. Este es uno de ellos y es emocionante dejarse llevar por esta música.
Asi, mientras ordeno mis impulsos, dejo que la música hable por mí. Me lleve de viaje lejos y me devuelva maltrecho, como siempre suele ocurrir  con las escapadas y otros pecados necesarios para seguir disfrutando de esta estancia, que caratulamos como vida.
Nada más por hoy.

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